Un nuevo estudio publicado por The New England Journal of Medicine dice que desde 2007 hasta hoy, el consumo de opioides y heroína se ha multiplicado en Estados Unidos. Son los mismos años que lleva la guerra en México, con consecuencias nefastas.
Ciudad de México, 6 de febrero (SinEmbargo).– El consumo de heroína en Estados Unidos se disparó en los últimos diez años, pero sobre todo desde 2007. El incremento se ha producido en el contexto de un extenso uso de otras múltiples sustancias, de acuerdo con The New England Journal of Medicine, que publica un estudio firmado por los doctores Wilson M. Compton, Christopher M. Jones, y Grant T. Baldwin.
El aumento en el consumo de heroína en Estados Unidos coincide con el inicio de la guerra en México, lanzada a finales de 2006 por el entonces Presidente Felipe Calderón Hinojosa. En los siguientes años, de acuerdo con el estudio que se basa en datos oficiales, el flujo de heroína aumentó. Los cárteles mexicanos, que mantienen al país en guerra, son los principales proveedores de las calles estadounidenses. Guerrero, que vive un brote inédito de violencia, es productor de goma.
Hasta el pasado 1 de diciembre de 2015, 185 mil 428 mexicanos habían muerto en 9 años de guerra contra las drogas. El tráfico sigue, la matanza sigue, y Estados Unidos padece la mayor emergencia de su historia por el alto consumo de heroína y opioides.
El Presidente de Estados Unidos, Barack Obama, dijo esta semana que solicitará una partida adicional de mil 100 millones de dólares para confrontar el creciente consumo de heroína y opioides en el país. Los fondos incluidos en el presupuesto de 2017, que Obama presentará en breve al Congreso, responden al impacto que tiene la crisis de salud a partir del número de muertes por sobredosis.
“El abusos de opioides y sobredosis están lastimando a familias a través del país, rico y pobre, negro y blanco, urbana y rural”, dijo la secretaria de Salud, Sylvia Mathews Burwell.
El aumento en el consumo de heroína va de la mano del consumo de opioides no recetados, es decir, los que se venden sin receta médica y se consumen por adicción o diversión. También allí hay un repunte importante. De hecho, más importante que el de la heroína.
“Lo más preocupante es que las tasas de muerte por sobredosis de opiáceos entre 2000 y 2014 casi se cuadruplicaron: de 1.5 a 5.9 muertes por cada 100,000 personas”, dice el estudio difundido por The New England Journal of Medicine. En 2014 hubo 10,574 muertos por sobredosis en Estados Unidos, 26 por ciento más que un año antes. Hubo otras 18,983 muertes por opioides de farmacia, un aumento de 16 por ciento.
“Además del aumento de 138.9 por ciento en el consumo de heroína entre los usuarios de opioides no recetados, en los períodos de 2002-2004 y de 2011-2013, [también] el uso de heroína creció 97.5 por ciento entre personas que usan otras drogas (estimulantes, tranquilizantes y sedantes); 87.3 por ciento entre los usuarios de cocaína; 57.3 por ciento entre las personas que se emborrachan, y 45.4 por ciento entre usuarios de mariguana”, dice el análisis, que añade: “Por otra parte, los consumidores de heroína reportaron cada vez más abuso o dependencia de otras sustancias”.
También ha habido cambios en las características demográficas asociados con el consumo de heroína. La tasa se ha incrementado particularmente entre las personas de 18 a 25 años de edad. Los especialistas, que recurren a datos de los Centros Para el Control de Enfermedades y Prevención (Centers for Disease Control and Prevention, CDC), indican que el aumento en el consumo de más heroína se ha observado en grandes áreas urbanas, en ambos sexos, pero más entre las mujeres que entre los hombres. El mayor consumo afecta a todas las razas y grupos étnicos de Estados Unidos, pero más entre los blancos no hispanos.
En junio pasado, el director de los CDC, Tom Frieden, dijo que “para revertir esta tendencia, necesitamos una respuesta de toda la sociedad para mejorar las prácticas de prescripción de opiáceos y expandir el acceso a tratamiento efectivo”. También dijo que entre los grupos que enfrentan más riesgo se encuentran los hombres blancos de 18 a 25 años, personas sin seguro médico, recipientes de Medicaid y aquellos con un ingreso anual menor de 20,000 dólares.
“Esta crisis quita vidas. Destruye familias. Destroza comunidades por todo el país”, dijo en octubre el Presidente Barack Obama, durante una visita a Virginia Occidental, uno de los Estados más afectados.
Una de las principales preocupaciones de las autoridades estadounidenses es que, a diferencia de los años 1980, el uso de heroína hoy está de moda. No es mal visto o condenable. No está en los barrios marginales de las grandes ciudades y se ha instalado en la clase media y media alta. Se calcula que sólo en Ohio mueren cada semana 24 menores de 25 años a causa de sobredosis. Empiezan a los 14 y 15 años fumando heroína y terminan inyectándosela.
Cosas del mercado: la heroína es mas barata que la marihuana, de acuerdo con un trabajo realizado 60 Minutes. Ya no va por determinadas personas, sino que llega a todos: profesionistas blancos de entre 30 y 45 años, latinos de clase media y alta, afroamericanos.
Baltimore se ha convertido en la capital de la heroína de Estados Unidos, según la cadena ABC News. Uno de cada 10 residentes de Baltimore es adicto a la heroína.
Para dar una idea de la epidemia: Si Baltimore tiene 655 mil habitantes, eso significa que 65 mil son adictos a las drogas y, de esos, 40 mil consumen heroína.
El trabajo publicado en el The New England Journal of Medicine indica que el uso no médico de los opioides recetados “es un importante problema de salud pública en los Estados Unidos, tanto por la alta prevalencia global y por un notable incremento en la morbilidad asociada y mortalidad”.
En 2014, un total de “10.3 millones de personas reportaron haber usado opioides sin receta (es decir, no fueron prescritos para ellos o fueron tomados sólo por la experiencia o la sensación que causaron). Las visitas a emergencias que implican mal uso o abuso de los opioides recetados aumentaron 153 por ciento entre 2004 y 2011, y los ingresos a programas de tratamiento por abusos relacionados con los opioides de prescripción se han más que cuadruplicado entre 2002 y 2012. Más preocupante aún, entre 2000 y 2014 las tasas de muerte por sobredosis de opiáceos recetados casi se cuadruplicó: de 1.5 a 5.9 muertes por cada 100,000 personas”.