La empresa de transgénicos Monsanto cambiará su estrategia publicitaria: ahora planea dirigirla a pequeños productores a los que ofrecerá "un boleto para salir de la pobreza" gracias al uso de sus productos. Su nueva ruta apuesta por ganar "corazones y mentes".
Ciudad de México, 27 de enero (SinEmbargo).– Para Manuel Bravo, director Ejecutivo de Monsanto para América Latina, el problema de sus productos transgénicos no es de salud, ni ambiental, ni de derechos humanos, sino que solamente han errado en la forma en que, por años, han comunicado su mensaje, según declaró en una entrevista con el diario Financial Times.
Por esta razón, dijo el empresario al periódico británico, la principal empresa de alimentos y semillas transgénicas del mundo planea dar un giro a su publicidad y ofrecerá a los pequeños agricultores de la región un “boleto para salir de la pobreza” con el uso de sus productos, con los que obtendrán “mayores rendimientos y ganancias”. En ese sentido, la nueva ruta de Monsanto será la de ganar “corazones y mentes”.
De acuerdo con especialistas, esta estrategia no tiene mucho de novedosa, ya que Monsanto se ha hecho acreedor a multas y sanciones en otros países por publicidad engañosa. Pero en México, país que ha litigado junto con la empresa en contra de pequeños productores, ha encontrado también los permisos para poder difundir sus mensajes a pesar de que se contrapongan a múltiples estudios que sustentan las consecuencias que trae la siembra, comercialización y consumo de sus semillas.
“Somos buenos en hablar con placas de Petri, pero no somos buenos en la comunicación”, dijo Bravo en la entrevista citada.
Catherine Marielle, coordinadora del programa de Sistemas Alimentarios Sustentables del Grupo de Estudios Ambientales (GEA), sostiene que Monsanto siempre ha hecho alarde de sus productos en lo que se refiere a los beneficios económicos, a pesar de esos mismos argumentos hayan sido desmentidos a través de estudios científicos en lo que se señala que no hay tal ventaja productiva en comparación con otro tipo de semillas.
Agregó que son los mismos argumentos que han utilizado en todo el mundo, pero que se trata de corporaciones que se van adaptando y encuentran huecos legales “y en el caso de México, los huecos son enormes”.
“Monsanto ha aprendido a cargar con todo su desprestigio. Es más de lo mismo. Restaurar su prestigio con más falacias, más mentiras, con más publicidad engañosa y seguramente en gente menos informada sí tendrá un buen resultado. Esta práctica no es válida y tampoco es legítima […] Es un caso patético y muy grave”, comentó la investigadora.
En México, el 50 por ciento de los 4 millones 331 mil hogares que se dedican a la producción agrícola se encuentran en pobreza, según un informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) y de acuerdo con la información publicada por Financial Times, Monsanto busca cinco permisos para cultivar maíz transgénico en cinco áreas en el norte de México.
Alejandro Calvillo Una, director de la organización civil El Poder del Consumidor, coincide con Marielle en que desde años atrás la principal oferta de Monsanto es la del aumento en la producción con semillas resistentes a todo; niegan que su siembra tenga impactos en el ambiente o efectos en la salud.
Al respecto expuso que aunque se desconozcan los efectos en la salud a mediano plazo, hay evidencia y una declaratoria de la Organización Mundial de la Salud (OMS) que indica que el glifosato, herbicida con el que son creadas las semillas y que debe utilizarse en los cultivos, es un posible cancerígeno.
Pero, al tratarse de una empresa que tiene entrada al poder político de varios niveles, Monsanto no ha tenido impedimentos para sembrar y comercializar sus productos.
“A Monsanto se le da un trato preferencial. Nuestro gobierno siempre ha sido aliado de las grandes empresas y más que defender el interés colectivo, defiende el de ellas. Aquí la corrupción no es sólo con alianzas en el poder político, sino también con los poderes fáctico legales y vemos que muchas de las regulaciones a las empresas de plaguicidas, medicamentos, de alimentos y bebidas, son regulaciones que dependiendo de la autoridad, muchas veces benefician a las empresas. Eso dice la experiencia y explica porqué a la fecha, Monsanto no ha tenido ningún proceso”, destacó Calvillo Unna.
LA EXPERIENCIA DE OTROS PAÍSES
Francia, Brasil y Sudáfrica son algunos países que han litigado en contra de Monsanto. En 2009, Francia ratificó una multa por 22 mil 400 dólares por publicidad engañosa del herbicida Roundup.
En 2012, un tribunal brasileño falló en contra de Monsanto también por publicidad engañosa. La multa fue por 250 mil dólares y de acuerdo con prensa local, la razón fue porque en agosto de 2004 publicó una serie de anuncios de semillas transgénicas cuando aún no se aprobaba su uso en aquel país.
Uno de los comerciales tenía este diálogo:
–Papá, ¿qué es el orgullo?
–El orgullo es lo que siento cuando veo a este cultivo. Cuándo veo la importancia de esta soja transgénica para la agricultura y la economía de Brasil. El orgullo es saber que estamos protegiendo el medio ambiente, usando menos herbicida. Orgullo es capaz de ayudar al país a producir más alimentos y de calidad. ¿Ve lo que es el orgullo, hijo?
–Lo entiendo, es lo que siento por ti, papá.
En marzo de 2014, la Autoridad de Estándares de Publicidad de Sudáfrica, prohibió a Monsanto difundir sus anuncios en radio, en los que presumía las ventajas de los cultivos transgénicos; la autoridad determinó que los argumentos de la empresa no estaban fundados.
La información, difundida por All Africa, señala que en esos comerciales, Monsanto presumía que con sus productos se lograba producir una mayor cantidad de elementos empleando menos recursos; que se contribuía a un medio ambiente sano, ya que se ahorraba en el uso de plaguicidas; que se disminuían las emisiones de gases de efecto invernadero; y se incrementaban “considerablemente” las cosechas.
Según el portal, Monsanto, además de acatar la prohibición, también quedó obligado a confirmar los beneficios que promocionaba en sus comerciales, ya que así está establecido en las normas publicitarias de aquel país, requisito que a la fecha no se ha cumplido.
En 2014, la empresa también anunció un cambio en la estrategia publicitaria en la que buscaría acercarse a los consumidores, con el fin de intentar frenar el etiquetado en sus productos.
Aquí en México, la investigadora recuerda la campaña de Agrobio, un grupo que reunió a la mayoría de las empresas de transgénicos y que desplegó en las instalaciones del Metro anuncios con la leyenda: “Yo sí quiero a los transgénicos porque son seguros. ¿Y tú?”, acompañada de un link que llevaba a un video en el que están contenidos todos los argumentos económicos y ecológicos de sus productos.
“Monsanto puede decir que no es suficiente, que no está cabalmente demostrado el daño, pero hay más argumentos para aplicar el principio de precaución y eso es lo que deberían hacer las autoridades, pero estamos en juicios donde no sólo está Monsanto y las demás corporaciones, están la misma Sagarpa y la Semarnat […] las autoridades no están haciendo lo correcto; hay suficientes evidencias de que México es el centro de origen y diversidad del maíz; hay muchas más evidencias sobre los daños ocasionados por el glifosato como para decir que se hace una moratoria completa. Eso deberían hacer las autoridades y eso debería incluir la publicidad engañosa de sus productos.”, concluyó Marielle.