El poeta Arturo Loera habló con SinEmbargo sobre su libro Algunos sueños sobre el capitalismo, el cual contiene una voz poética que refleja la cotidianidad de un hombre común que trabaja y confronta su alrededor a partir de un sentido crítico para el cual se sirve de la obviedad, el silencio y la observación.
Ciudad de México, 16 de noviembre (SinEmbargo).– “Para los que vienen en búsqueda de teorías / yo solo tengo una manzana en la mano”, dicen los dos últimos versos del “Primer sueño sobre el capitalismo”, el poema que da la bienvenida a Algunos sueños sobre el capitalismo (Fondo de Cultura Económica) de Arturo Loera.
“Pareciera que detenerse a observar, que es el caso de la poesía pues no es productivo y por lo tanto no es útil para el mercado, pero precisamente esa es mi trinchera desde donde trato de analizar, de criticar, de ironizar, de no perder el humor en algunas cosas y de retratar nuestro contexto a veces tal cual es con el uso de la palabra como herramienta”, compartió el poeta mexicano en entrevista con SinEmbargo.
Loera explicó que a lo largo de su poemario hay una intención de diseccionar al capitalismo, con toda su voracidad y contradicciones, y sobre todo a partir del reconocimiento del contexto en el que vivimos. “Trato de rescatar las obviedades, nuestra realidad, en el sentido de que el capitalismo pareciera una de sus mejores herramientas”, expuso.
Algunos sueños sobre el capitalismo fue el libro ganador del Premio Nacional de Poesía Joven Elías Nandino 2021. En los versos del nacido en Chihuahua (1987), el lector encuentra una voz poética que refleja la cotidianidad de un hombre común que trabaja y confronta su alrededor a partir de un sentido crítico para el cual se sirve de la obviedad, el silencio y la observación.
“Me doy cuenta que tanto la obviedad, el silencio y la observación como herramientas contra el capitalismo, por decirlo de alguna manera, parten de ahí”, dijo Loera.
Y expuso: “Algo que me interesa también que es bajar a la poesía del Olimpo, o sea ya no estarle hablando a los dioses ni esta cuestión de la poesía romantizada y demás, bajarla a calle y bajarla al barrio […] ese es el contexto que me está rodeando en un momento determinado de mi vida y me reconozco sí como escritor y como poeta, pero al mismo tiempo no dejo de ser una persona que tiene deudas, paga cuentas, que se pelea con el SAT, con un montón de cosas cotidianas, que es precisamente desde esa cotidianeidad que yo saco y trato de ver otra perspectiva, hacer la crítica, y mi herramienta es la poesía”.
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—¿Usas la palabra, los versos, los poemas, para diseccionar los sinsentidos del capitalismo?
—Hay una intención en ciertos poemas si bien no en el total del libro, sí en algunos ejes centrales y el capitalismo se presenta en la palabra o en los poemas, primero como un reconocimiento de que es el contexto en el que vivimos, rescato mucho, trato de rescatar las obviedades, nuestra realidad, en el sentido de que el capitalismo pareciera una de sus mejores herramientas.
Que dejemos de percibir o dejemos pasar cosas desapercibidas porque estamos centrados en una pantalla, en alguna página de alguna tienda departamental, estamos sentados en galerías, concentrados en redes sociales, pero el capitalismo se presenta como ese reconocimiento que dentro de un mundo revolucionado —que con revolucionado me refiero a que va hiper produciendo o produciendo más— pareciera que detenerse a observar, que es el caso de la poesía pues no es productivo y por lo tanto no es útil para el mercado, pero precisamente esa es mi trinchera desde donde trato de analizar, de criticar, de ironizar, de no perder el humor en algunas cosas y de retratar nuestro contexto a veces tal cual es con el uso de la palabra como herramienta.
—¿Crees que este modelo del capitalismo es la antítesis de la poesía o esta expresión no escapa del todo a esta voracidad?
—No escapa del todo a esta voracidad, eso es real y también hay que aceptarlo, pero sí es una pequeña trinchera que a pesar de que se sumerge dentro del contexto porque resulta un contexto inevitable también. Tantas críticas en redes sociales que vemos: ‘criticas el capitalismo pero tienes un iPhone’, ‘criticas el capitalismo pero tomas Coca-Cola’. Cuando se les olvida que no es el producto sino los medios de producción que lo realizan y someten a las personas que al final de cuentas ese producto llega a ti desde las manos de un obrero, desde las manos del proletariado, pero la poesía se presenta en un sentido ineludible dentro del contexto pero se presenta, no lo quiero decir como una opción, pero sí se presenta como una posibilidad de lo que mencionaba al principio.
La poesía al fin de cuentas para mí, o al menos la poesía que me interesa es la que cuestiona, observa y también usa de herramienta el silencio frente al ruido; el ruido me parece el himno nacional, si el capitalismo fuera un país el himno nacional sería el ruido, cuál es la respuesta de este ruido del progreso o falso progreso: el silencio, y en dónde puedes ejercer el silencio y la observación, en mi caso es desde la poesía y es como un posicionamiento poético y político.
—¿La intención es utilizar tus versos para retratar la cotidianidad?
—Efectivamente, de hecho me haces pensar en una discusión que tuve hace poco, bueno no discusión, es de esas pequeñas charlas que se dan entre familias y así, me reclamaban por ejemplo que en el poema Mariachi’ menciono que ‘el humo de los puestos de hamburguesas / que anuncian al nuevo representante / de Dios sobre la Tierra’, y pues mi familia no deja de ser norteña y algo conservadora y dicen ‘cómo se te ocurre comparar el Vaticano y la elección del papa con un puesto de hamburguesas’ y me volteó y les digo ‘pues no que Dios está en todos lados, ¿Dios no está en ese humo blanco de hamburguesas?’.
Entonces para mí es una manera de decir, de algo que me interesa también que es bajar a la poesía del Olimpo, o sea ya no estarle hablando a los dioses ni esta cuestión de la poesía romantizada y demás, bajarla a calle y bajarla al barrio como en el último poema que hago, que es un argumento de barrio y es un caos, y hablar desde el posicionamiento porque al final de cuentas eso es, ese es el contexto que me está rodeando en un momento determinado de mi vida y me reconozco sí como escritor y como poeta, pero al mismo tiempo no dejo de ser una persona que tiene deudas, paga cuentas, que se pelea con el SAT, con un montón de cosas cotidianas, que es precisamente desde esa cotidianeidad que yo saco y trato de ver otra perspectiva, hacer la crítica, y mi herramienta es la poesía.
—¿Crees que la complejidad de tu poesía más bien está en estas críticas, en esta confrontación y en la insistencia que haces en los sinsentidos de la vida misma?
—Tú logras observar una complejidad y esa complejidad responde al retrato de la complejidad cotidiana porque incluso pareciera que de tener, observar y ver lo obvio, es estar un poco loco porque como nadie lo ve y hay una evasión de la realidad, que el capitalismo es una herramienta que se basa para seguir siendo el sistema imperante, cuando volteas y ves lo obvio hasta parece extraño, hasta parece algo totalmente fuera de contexto cuando es algo que siempre estuvo ahí y sí hay unos poemas que comparten la complejidad porque retratan la complejidad del día a día de la vida en general y del sistema y hay otros poemas que incluso quise contrastar mi propia escritura y que son bastante claros y un poco más directos, un poco menos sometidos a ciertas ideologías o a ciertos pensamientos que tenemos y si se genera esa complejidad o un contraste dentro de libros, es un contraste y una generalidad buscada porque de esos contrastes está llena la vida a fin de cuentas.
—Además la obviedad creo que es lo menos obvio.
—Exacto, lo dejamos pasar tan fácil que cuando nos detenemos un poquito decimos ‘ah, caray, claro’, siempre solemos decir ‘como no lo había visto antes’ porque ahí estaba sólo no te habías detenido, pero sí.
—En la primera parte hay una figura que es constante, la figura de la manzana, ¿es un guiño a la llamada caída del hombre que al mismo tiempo es nuestro adentramiento a la ciencia?
—Mira, a mí me pasa algo interesante porque incluso me han preguntado sobre eso y cada lector que me ha tocado tienen una interpretación distinta, yo lo que les digo es lo siguiente: a mí un maestro en la Universidad nos dijo una vez ‘cuando un escritor le pone punto final al texto, al cuento, a la novela, ya no le pertenece, todo lo que se interprete va a ser del lector en ese momento’ y te lo menciono porque me han tocado desde que era una referencia a Apple, desde que era la manzana del pecado, desde que sale Newton y la manzana es por el conocimiento y demás hasta otras cuestiones que han salido.
Yo te podría decir que la manzana, la falsa imagen que tenemos porque ya sabemos que nunca existió lo de la manzana cayendo en la cabeza de Newton, se presenta para mí como el choque de lo obvio, entre más voy desarrollando o releyendo o revisitando el libro, me doy cuenta que tanto la obviedad, el silencio y la observación como herramientas contra el capitalismo, por decirlo de alguna manera, parten de ahí y la mañana representa para mí en su falsa historia de cayendo sobre la cabeza, el reconocimiento del mundo y la obviedad, incluso como lo mencionas en el primer poema, lo trato de dejar como un manifiesto o podría parecer una justificación los últimos versos que dicen ‘para los que vienen en busca de teorías / yo sólo tengo una manzana en la mano’, es como para mí decir ‘aquí no vas a encontrar un tratado sobre Mac, ensayos filosóficos, no vas a encontrar algo que ya está realizado en otra parte, aquí vas a encontrar la manzana que me acaba de caer en la cabeza y que te traigo a mostrar porque no la había visto’.
—En tu poesía está latente la posibilidad, la introspección a mundos que pueden erigirse en este mundo físico o que siguen su rumbo en el mundo de las ideas, la posibilidad de un poema a una hija que no existe, un poema a una vida extraterrestre que al momento no sabemos si está ahí, ¿te gusta jugar con las posibilidades?
—La poesía es posibilidad, es la posibilidad de crear algo nuevo o de reinterpretar lo que ya existe, teniendo eso en cuenta, la poesía me parece la posibilidad más grande que tengo o a la mano para interpretar o reinterpretar al mundo o que sea algo nuevo como te mencionaba, entonces sí, de hecho el poema siempre está al acecho de la posibilidad, o sea, pareciera que, no es que estemos tampoco en un trance de que sabemos qué va a pasar y tenemos que cachar el instante, no, pero cuando llegue ese instante o la posibilidad de ese instante hay que estar atentos, entonces sí se presenta como una posibilidad porque la poesía me parece la mayor de las posibles posibilidades en un mundo como éste.