Salvador Camarena
16/10/2012 - 12:01 am
Bryce: el daño a la FIL
La Feria Internacional del Libro de Guadalajara ha florecido gracias al talento, empeño y dedicación de mucha gente, principal, pero no solamente, de los organizadores. El prestigio de este evento cultural, el más importante de México, hoy se ve comprometido por un jurado que no supo ni quiso dimensionar las consecuencias de una decisión reprobable. Lo […]
La Feria Internacional del Libro de Guadalajara ha florecido gracias al talento, empeño y dedicación de mucha gente, principal, pero no solamente, de los organizadores. El prestigio de este evento cultural, el más importante de México, hoy se ve comprometido por un jurado que no supo ni quiso dimensionar las consecuencias de una decisión reprobable.
Lo que yo más reprocharía al jurado del premio FIL de Lenguas Romances 2012 es que con la decisión de premiar a Alfredo Bryce Echenique renunciaron a tres cosas: a descubrir a nuevos lectores, vía el reconocimiento, la obra de alguien ejemplar; a consolidar un premio que ya había sufrido un trauma y a cuidar un evento cultural cuando estos no abundan.
En su esencia, parece obvio decirlo pero no lo es, la feria se compone de autores y lectores. Lo que genera el descomunal éxito anual de asistentes y derrama económica es el encuentro de representantes de esos dos grupos, la oportunidad formal e informal de la convivencia entre quienes crean textos y quienes anhelan descubrir a quien está detrás de esos mundos de palabras. Eso, tan básico, al correr de los años ha generado en la cita tapatía de cada otoño el desembarco de vendedores que encuentran compradores como nunca en el año, y el éxito comprobado para agentes literarios, casas editoriales, así como de los más diversos promotores de eventos y productos.
El golpe que se ha asestado a la FIL pega en su centro de gravedad: si importantes autores están a disgusto con el premio principal de la feria, porque se homenajea a un tramposo, entonces se pone en riesgo el ambiente indispensable para el encuentro: ¿quién como creador que no copia ni se apropia de líneas ajenas querría sumarse a una fiesta donde el máximo galardonado es un sinvergüenza?
La feria comienza con la entrega y el homenaje al premiado. Se presentan para ello máximas autoridades de gobiernos (algunas veces ha estado el Presidente de la República), de instituciones privadas y, por supuesto, de la cultura. De hecho, la clausura de la FIL formalmente no existe. Suele ser un gran reventón y la cortina cae cuando el último y desbalagado lector abandona la Expo Guadalajara. El punto más alto de la Feria es la inauguración y ésta no se entiende sin el acto protocolario de entrega del diploma y del cheque al galardonado. Y, más importante aún, sin su discurso. El año pasado, al ser premiado, un bueno hombre hizo una proclama contra los tramposos. ¿Qué pensará hoy Fernando Vallejo de que el mismo premio que le otorgaron en 2011 sea este año para alguien que desprecia a quienes le cuestionan evidentes plagios? Vallejo no quiso ni tocar el dinero, lo donó de inmediato a organizaciones de protección a animales. Bryce no ha defraudado: no le conmueven las críticas a su conducta y lejos ha estado de intentar de verdad convencer a la opinión pública internacional de que sus denunciantes carecen de razón.
Hace dos semanas, el jurado tuvo ya ocasión para enmendar el problema, pero incluso tras ver lo que habían provocado prefirieron el abrigo de la obcecación. Perdida esa oportunidad, hoy toca a otra instancia salir a tratar de encontrar una solución a un entuerto antes de que sea (si no es que ya lo es) demasiado tarde, antes de que se manche irremediablemente la fiesta que pone cada año a Guadalajara, a Jalisco y a México en el mapa de las cosas buenas que ocurren en el planeta.
La “Asociación Civil Premio de Literatura Latinoamericana y del Caribe Juan Rulfo” es quien otorga el premio. Puede y debe reunirse para deliberar sobre esta “situación no prevista”, cosa que está incluida entre sus capacidades. ¿Que sería muy costoso revertir el fallo de un jurado? Quizá. Pero hay que poner en la balanza qué cuesta más, respaldar acríticamente, una decisión equivocada, o formular un precedente donde los tramposos no logren salirse con la suya, así sea muy grande su talento para la ficción, tan grande que incluya el hacer pasar como propios textos que uno no concibió. El turno es de Raúl Padilla López, en lo local, y de Consuelo Sáizar, en lo nacional, de llamar a que se reúna la Asociación de la que son máximas figuras y tratar de remediar la crisis.
De la decisión que tomen en la Asociación dependerá que esta fiesta, que ilumina la vida de miles de niños, jóvenes y adultos cada año, no pierda el brillo que tanto ha costado a tantos. ¿Bryce Echenique no es más grande que la ilusión de un lector por encontrarse con su autor favorito, o sí?
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