La escritora mexicana Liliana Blum habló con SinEmbargo sobre su nuevo libro de relatos en donde desfilan una mujer mayor que adopta a un alienígena, una esposa traicionada que recurre a la magia vudú como práctica terapéutica, una anciana solitaria que juega con la ouija entre otras historias fantásticas sobre situaciones muy reales.
Ciudad de México, 16 de septiembre (SinEmbargo).– “En este libro quería incursionar en el terreno de lo sobrenatural. Hasta ahora mi obra ha sido mayoritariamente realista y la realidad es un marco que constriñe mucho y con el tema de lo sobrenatural nunca hay certezas, por ejemplo yo te puedo decir ‘no creo’, pero al mismo tiempo ‘no jugaría ouija porque, qué tal si sí”, hay muchas cosas que no entendemos”, expresó en entrevista la escritora Liliana Blum.
Blum acaba de publicar “Un descuido cósmico” (Tusquets), un libro de relatos cuyas protagonistas tienen que lidiar con un gran hartazgo en la vida en pareja, la maternidad, la vejez, la vida estudiantil y frente a diversas violencias que encaran con soluciones poco convencionales.
A través de ocho cuentos el lector podrá conocer a una mujer mayor que adopta a un alienígena, una esposa traicionada que recurre a la magia vudú como práctica terapéutica, una anciana solitaria que juega con la ouija, hasta una vampiresa cuyas víctimas son hombres violentos y acosadores.
“No son personajes que estén quejándose de su miseria o chillando, pero tampoco son pasivas, entonces como que de repente toman cartas en el asunto y ayudadas por estos elementos, digamos no tan reales, pues consiguen un poco de justicia poética”, compartió la autora en una charla con SinEmbargo.
—¿Al final lo que ellas exponen son todas estas condiciones transgresoras con las que día a día enfrentan, es como un escaparate? —se le planteó.
—Yo lo primero que hice fue aceptar que he tenido estas fantasías de ‘ojalá yo tuviera el muñeco vudú de alguien’ y creo que es el resultado de una genuina frustración. Es decir, como sociedad nos gusta reprimir ciertas cosas, por ejemplo ‘las mujeres no se enojan’, o sea, los hombres sí pueden enojarse y golpear una pared, pero las mujeres no nos enojamos, o la venganza es una cosa muy oscura, muy mala, pero entonces creo que también es como un mecanismo de control para que quienes están sometidos o son víctimas, se aguanten porque tampoco hay justicia, digamos las víctimas no se vengan pero tampoco hay quien vea por ellas.
Liliana Blum señaló que muchas veces la sociedad y la misma familia son las que oprimen a las mujeres, por ejemplo, señaló que la infidelidad del hombre dentro del matrimonio se justifica y se acepta. “Es así como bueno, ¿cómo sería si una mujer se va todo el día con su amante y al marido le dicen ‘con que llegue a dormir y tenga lavado los trastes, no pasa nada? Claro que no lo tomaríamos de la misma manera, entonces hay ciertas cosas que, a lo mejor no llegan al grado de los feminicidios o muchas cosas, pero no por eso son menos graves”.
Dentro de las experiencias que desarrollo como los abusos en las escuelas, el elemento fantástico recobra otro sentido ante la barbaridad de cada una de las transgresiones de los agresores de estas historias.
“Hay muchas cosas que no vemos, entonces también, a veces, nos tranquiliza manejar esta realidad que pensamos que más o menos tenemos cierto control, pero también hay muchas cosas que no conocemos y quién sabe si serán, así como nunca terminamos de conocer a nadie en realidad”, planteó Liliana Blum.
—¿Fue catártico escribir estas historias? —se le preguntó al final de la charla.
—La verdad es que yo estaba escribiendo sola con mis perros y de repente me reía mientras estaba escribiendo y pues se siente bonito poderse reír, pero también como que dije ‘ah, con mis otros libros nunca pasó así’ y lo que pasa es que con este libro me di total libertad, fue como un juego, voy a jugar con el qué pasaría si una mujer decide hacerle vudú al marido, qué pasaría si una viejita tuviera una alien en su casa, así como yo he levantado perros de la calle, ella levantó un alien, entonces fue como jugar al ‘qué pasaría si’ y también me vi en completa libertad de sacar mi humor negro porque eso es algo que yo sí tengo, pero pues digamos en la en la vida uno se tiene que reprimir mucho porque todo mundo se ofende o piensa mal de uno, entonces digamos como que hay mucho de ‘lilianidad’ ahí en ese libro que usualmente no muestro, entonces aquí como que me di vuelo, hice mis propios dibujitos porque desde niña yo era de las que siempre tenía los cuadernos llenos de dibujillos y afortunadamente, mi editor me dijo ‘sí, los metemos, no pasa nada’, y creo que mis lectores les gusta.
“Entonces fue un libro muy lúdico que yo disfruté mucho haciéndolo y entonces, me encanta cuando me dicen ‘ay, estaba yo muerto de la risa o me reí de este’ y también hay como un reflejo de que hay muchas risas, pero por ejemplo, ya me han dicho mujeres ‘me dio mucha risa, pero yo también tuve un maestro de deportes que nos metía a mano’, entonces creo que hay muchas cosas con las que nos podemos identificar y a pesar de la risa, pues hay también esta crítica social porque como sociedad nos falta mucho, tanto a los hombres como a las mujeres”.