Ernesto Hernández Norzagaray
16/09/2023 - 12:02 am
El enfant terrible y el futuro fragmentado
Bajo el supuesto de que por mutua conveniencia Delgado y Ebrard decidan la candidatura presidencial la pregunta que está en el aire y muchos han pretendido responder, a cuál de las dos coaliciones le restaría más votos.
Xóchitl Gálvez, candidata del Frente Amplio por México, Claudia Sheinbaum, candidata de Morena y sus aliados, Marcelo Ebrard o Samuel García candidatos del partido Movimiento Ciudadano y si logran conseguir las firmas de apoyo tendremos seis aspirantes a candidatos presidenciales independientes: José Eduardo Verástegui Córdoba apoyado por el Movimiento Político Restaurador de México, ultra conservador; Ulises Ruiz: exgobernador de Oaxaca, respaldado por la organización Un País en Paz A.C.; Hugo Eric Flores: ex dirigente del Partido Encuentro Social (PES), secundado por Ciudadanos por constituirse en Encuentro Solidario de la Ciudad de México; César Enrique Asiain del Castillo: contenderá con la asociación Candidato César Enrique Ciudadano A.C; Rocío Gabriela González Castañeda: con respaldo de una asociación civil que lleva su mismo nombre y María Ofelia Edgar Mares: va en conjunto con la organización Tribu de la Vaca Morada.
En total nueve aspirantes a ocupar la silla presidencial entre las que destacan cuatro mujeres y dos de ellas, son las que tienen mayores posibilidades de éxito electoral. El resto, en el remoto caso de convertirse finalmente en candidatos vendría a fragmentar el voto. Un tipo de comportamiento electoral que pulveriza el voto, quitándole a uno u otro partido o bloque ideológico.
Pero, antes, de acuerdo con la experiencia de las elecciones de 2000 a 2018 tenemos que en 2000 hubo tres candidatos (Vicente Fox, Francisco Labastida y Cuauhtémoc Cárdenas), en 2006 (Felipe Calderón, Andrés Manuel López Obrador, Roberto Madrazo, Patricia Mercado y Roberto Campa), en 2012 aparecieron en la boleta electoral (Enrique Peña, Andrés Manuel López Obrador, Josefina Vázquez y Gabriel Quadri) y, finalmente, en 2018 (Andrés Manuel López Obrador, Ricardo Anaya, José Antonio Meade y Jaime Rodríguez “El Bronco”), esto es, en clave de la matriz izquierda-derecha, en cada una de esas elecciones hubo quienes perdieron y ganaron votos.
Entonces, de acuerdo con la tradición electoral, es probable que, en los comicios presidenciales de 2024, haya tres y cinco candidatos presidenciales (Claudia Sheinbaum, Xóchitl Gálvez, Samuel García o Marcelo Ebrard y hasta dos candidatos independientes que podrían ser el actor José Eduardo Verástegui Córdoba por razones ideológicas y Hugo Eric Flores, por contar con una estructura para recoger votos).
Luego de los procesos internos del Frente Amplio por México y los partidos de la IV Transformación para elegir “coordinador nacional” la disputa final se perfila entre sus candidatas y, como todo indica que será así, es previsible que las otras candidaturas y, muy especialmente la que resulte de MC, estarían restando votos en una elección altamente competitiva y podría llegar a ser definitiva para una u otra candidata presidencial.
Veamos, en la hipótesis, de que Marcelo Ebrard se convierta en candidato presidencial de MC que, sin duda, es la mejor opción que tiene este partido, porque no hay comparación con Samuel García, al que no le alcanzó su triunfo ni siquiera para tener mayoría simple en el Congreso del Estado de Nuevo León, no se diga lo que podría significar en términos de estructura nacional cuando MC lo mejor que tiene está en Jalisco y sus liderazgos tapatíos se perfilan a favor de una alianza con el Frente Amplio por México lo que está demostrado pega al proyecto porque fuera de este estado el partido naranja no tiene mucho que ofrecer.
Sin embargo MC, pese al trascendido de que Ebrard sostuvo reuniones con Dante Delgado durante la campaña por la nominación en Morena y sus aliados con el fin de explorar, en caso de no ser beneficiado por las encuestas, ser candidato del partido no ha terminado por concretar el acuerdo político de postulación.
Claro, hay tiempo, y por eso, el enfant terrible del morenismo decide aprovechar para recorrer el país y encontrarse con sus bases de apoyo y ello ocurrirá en forma paralela al recorrido paralelo que anunció Claudia Sheinbaum lo que podría significar, además, de buscar el contraste opacar mediáticamente a la candidata del Frente opositor, es decir, pretende un golpe a dos bandas para entonces si tomar la decisión de construir una tercera vía ir con MC. Por ello no hay que dejar de ver la evolución de la estrategia ebradista de aquí a noviembre cuando vence el plazo de registro de las candidaturas presidenciales.
Y justo en este punto, es cuando tomará la decisión final, pero está claro que no tiene nada que hacer en Morena y sólo le queda MC, si es que, en ese partido, no cambian de parecer (esta semana a pregunta expresa a Dante Delgado se le vio molesto y dijo que no respondería, sobre si Ebrard, sería el candidato de MC).
Bajo el supuesto de que por mutua conveniencia Delgado y Ebrard decidan la candidatura presidencial la pregunta que está en el aire y muchos han pretendido responder, a cuál de las dos coaliciones le restaría más votos.
En lógica elemental, pregunto, ¿dónde están las fortalezas y debilidades de las dos grandes coaliciones?, lo conocido indica que Morena y sus aliados tienen un sector de las clases medias más una base amplia de personas con bajos ingresos donde, muchos de ellos, reciben los beneficios de los programas sociales, mientras, la mayor fortaleza del Frente está entre las clases medias y altas, definitivamente, el universo es mayor en el primer bloque, sin embargo, el segundo es el que tradicionalmente vota más incluso en condiciones de riesgo (recordemos, el dilema del prisionero en competencia con bajos incentivos de participación electoral).
La eventual candidatura de Ebrard se inscribe en ese vértice y todo dependerá de las estrategias que lleven a cabo en este periodo que va de aquí a noviembre, especialmente Xóchitl Gálvez contra la que se ha iniciado una campaña durísima para desacreditarla política y moralmente y ya no es tanto AMLO, sino Morena, con aquello de los presuntos “moches” y la exigencia de derrumbar la casa que habita con su familia en la Ciudad de México que AMLO salió a parar.
En definitiva, la búsqueda de la fragmentación del voto siempre será una tentación en escenarios que se prefiguran altamente competitivos y, en perspectiva de los comicios de 2024, con un fuerte desgaste de los gobiernos morenistas como arrojan las bajas calificaciones de sus políticas públicas no es la excepción, sino la confirmación de la rutina de un juego de suma cero, donde unos ganan y otros pierden votos, donde unos ganan cargos de representación y otros los pierden.
Al tiempo.
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