Los propietarios de esclavos publicaban avisos en los diarios ofreciendo recompensas y quejándose de que su “propiedad” probablemente se estuviese dirigiendo a México, indicó el codirector del Centro para Estudios de Etnicidad y Raza de la Universidad de Columbia. Los texanos de raza blanca prohibieron a las personas de ascendencia mexicana ingresar a sus ciudades, acusándolas de ayudar en la fuga de esclavos.
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Por Rusell Contreras
HOUSTON, 16 de septiembre (AP).- Mientras investigaba la historia de la guerra civil en el sur de Texas, Roseann Bacha-Garza dio con dos familias únicas, la de los Jackson y la de los Webber, que vivieron junto al río Bravo. Ancianos de cabellos canosos encabezaban las dos familias. Las esposas de ambos eran afroamericanas, esclavas emancipadas.
Bacha-Garza, quien es historiadora, se preguntó qué hacían allí a mediados del 1800.
Al escuchar los relatos orales de sus descendientes, se topó con algo inesperado. Las viviendas de las dos familias fueron usadas como escalas de una “Red Clandestina” usada por los esclavos que escapaban hacia México, según sus descendientes. En Texas y partes de Luisiana, Alabama y Arkansas, estudiosos tratan de echar luz sobre un capítulo mayormente olvidado de la historia estadounidense: Una red que ayudaba a los esclavos negros a huir a México.
“Cuanto más leía y más estudiaba sobre el tema, más sentido tenía todo”, dijo Bacha-Garza.
Igual que la Red Clandestina hacia el norte, por la que los esclavos escapaban hacia los estados del noreste y a Canadá, esta ruta en sentido contrario ofrecía un camino hacia la libertad al sur de la frontera, según los historiadores. Los esclavos del sur emprendieron el camino hacia México a través de bosques y el desierto con la ayuda de mexicanos, inmigrantes alemanes y parejas mixtas que vivían a lo largo del río Bravo (Grande para los estadounidenses). México abolió la esclavitud en 1829, una generación antes de la Proclamación de Emancipación de Abraham Lincoln.
Qué tan organizada era la red que iba a México y qué pasó con los esclavos que la usaron sigue siendo un misterio. Algunos archivos fueron destruidos por incendios y los sitios vinculados con esa ruta fueron abandonados.
La ruta “era más grande de lo que piensa la gente”, dijo Karl Jacoby, codirector del Centro para Estudios de Etnicidad y Raza de la Universidad de Columbia.
Los propietarios de esclavos publicaban avisos en los diarios ofreciendo recompensas y quejándose de que su “propiedad” probablemente se estuviese dirigiendo a México, indicó Jacoby. Los texanos de raza blanca prohibieron a las personas de ascendencia mexicana ingresar a sus ciudades, acusándolas de ayudar en la fuga de esclavos.
Turbas de individuos que perseguían esclavos ingresaban a territorio mexicano y tropezaban con la resistencia armada de los residentes de los pequeños poblados de la frontera y de los mascogos, descendientes de los semínolas negros que se radicaron en el norte de México, de acuerdo con Jacoby, autor de “The Strange Career of William Ellis: The Texas Slave Who Became a Mexican Millionaire” (La extraña carrera de William Ellis: El esclavo texano que terminó siendo un millonario mexicano).
Los esclavos escapados tomaron nombres en español, se casaron con mexicanos y mexicanas y a menudo se adentraron más en México, hasta ser olvidados por la historia estadounidense.
Se sabe bastante poco acerca de esta ruta hacia el sur, pero la Red Clandestina genera cada vez más interés a medida que aumenta la diversidad y el interés en el estudio de la esclavitud, indicó Bacha-Garza, administradora de programas del Community Historical Archaeology Project with Schools de la Universidad de Texas del Valle del Río Grande, de Edinburg, Texas.
Bacha-Garza dijo que Nathaniel Jackson, un sureño blanco, compró la libertad de la esclava negra Matilda Hicks, su amor desde la infancia, y la de su familia. Jackson se casó con Hicks y se mudó de Alabama a Texas antes de la guerra civil de 1861 a 1865. Allí, cerca del río Bravo, conocieron a otra pareja mixta, la de John Ferdinand Webber, nacido en Vermont, y Silvia Hector, una exesclava.
El estudio de la Red Clandestina hacia México toma ímpetu en momentos en que Estados Unidos confronta nuevamente el tema del racismo. Este año, por otra parte, México incluyó por primera vez en su censo a la población afromexicana.
Algunas familias de ascendencia mexicana están teniendo incómodas conversaciones sobre la raza a la luz de lo que se va descubriendo acerca de la Red Clandestina. Ramiro Ramírez, un psicólogo de 72 años, hacendado y descendiente de los Jackson, dijo que sus parientes discutieron entre ellos al enterarse de que Matilda Jackson había sido una esclava y que ellos tenían “sangre negra”.
“Me sentí orgulloso, pero a la vez molesto”, dijo Ramírez, quien vive en la ciudad fronteriza de Mercedes, en Texas. “Después de 200 años, el racismo sigue siendo intenso. La gente no quiere hablar de eso”.
Agregó que le gustaría conocer descendientes de los esclavos que, con la ayuda de su familia, escaparon a México. Se imagina que es muy parecido a ellos, solo que viven a distintos lados de la frontera.
“O tal vez”, dijo Ramírez, “están de vuelta aquí”.