Ciudad de México, 16 de agosto (SinEmbargo/HuffingtonPost).- El sueño de los niños es realmente valioso. Para los padres es difícil que algo que valga más la pena que ver a su pequeño envuelto en la sábana, con los rizos esparcidos sobre la almohada y respirando suavemente, pareciendo feliz y sereno.
¿Pero qué pasa si el niño está tosiendo, dándose vueltas, o roncando durante su sueño? ¿Cómo la cualidad de su descanso afecta al niño en su desenvolvimiento social, emocional y académicamente?
Estas son algunas de las preguntas que los profesionales discutieron en SLEEP 2015, una convención realizada en junio en la ciudad de Seattle, Estados Unidos.
Sin quitar la atención sobre el sueño de los niños, la conferencia agregó una ola de nuevos hallazgos de investigación que dan respuestas a las incógnitas de la siesta de los padres.
ENJUAGUE CEREBRAL
El sueño es cuando el cerebro se enjuaga, por así decirlo, lo cual es especialmente importante en los niños. Los últimos descubrimientos en neurociencia muestran que para dormir es mucho más que la mera recuperación de las energías.
Por ejemplo, los científicos han sabido por mucho tiempo que dormir es de vital importancia para el desarrollo de las funciones del cerebro, tales como el aprendizaje de nueva información y almacenar recuerdos a largo plazo.
Pero en un reciente estudio en los animales, un equipo de científicos de la Universidad de Rochester encontró que durante el sueño el cerebro se limpia a sí mismo, como si lavara sus propios residuos.
Lo hace a través de una red de canales específicos similares a un sistema de tuberías. Los investigadores creen que este proceso de limpieza es de costosa energía, por lo que inicia hasta que el cuerpo duerme.
Otra investigación reciente refuerza la idea de que el descanso nocturno ininterrumpido es particularmente vital para los niños, debido a que la hormona de crecimiento, necesaria para el tejido muscular y el desarrollo, se libera principalmente durante el sueño.
“La hormona del crecimiento se produce principalmente durante la noche, sobre todo desde desde la medianoche hasta las 6 AM, así que es importante que los niños duerman profundamente”, dijo al HuffingtonPost, Shalini Paruthi, miembro de la Academia Americana de Medicina del Sueño y director del Centro de investigación y Pediatría del Sueño.
La Fundación Nacional del Sueño explica el tiempo que los niños de diferentes edades deben dormir. De 10 a 13 horas los niños en edad preescolar, de nueve a 11 horas los niños entre 6 y 13 años, lo que se reduce de ocho a 10 horas para adolescentes.
HIPERACTIVIDAD
La falta de sueño puedo provocar déficit de atención por hiperactividad. Así es, además de los síntomas físicos, la deuda de sueño puede causar problemas emocionales y de comportamiento.
Se puede acortar la capacidad de atención de los niños. De hecho, los niños pueden ser mal diagnosticados con déficit de atención simplemente porque no están gastando suficiente tiempo en dormir, dijo Paruthi.
Un estudio que encuestó a casi 2 mil 500 niños de entre 6 a 15 años y confirmó que aquellos con problemas de sueño son más propensos a ser hiperactivos, impulsivos y agresivos , todos síntomas compatibles con el déficit de atención.
A diferencia de los adultos cansados y soñolientos que se tornan lentos y apáticos, los niños se vuelven hiperactivos y explosivos mientras tratan de compensar su agotamiento.
DIABETES Y OBESIDAD
En el SLEEP 2015 estudios investigaron cómo la falta crónica de sueño contribuye a la obesidad y la diabetes. Dormir regula el sistema neuroendocrino y el metabolismo de la glucosa, por lo que cuando los jóvenes no duermen suficiente, estos procesos vitales puede estropearse.
Los estudios epidemiológicos indican que en las sociedades modernas los niños (y adultos) a menudo pasan menos tiempo en la cama que lo que pasaban apenas unas décadas atrás. Un hecho que probablemente esté contribuyendo a la epidemia de obesidad en Estados Unidos.
DEFENSAS AFECTADAS
La deuda de sueño puede hacer que los niños sean más propensos a enfermarse. Paruthi dijo que la falta de sueño también puede afectar el sistema inmunológico, dejando a los niños más vulnerables ante las enfermedades.
“Cuando se administra una vacuna, las personas con falta de sueño no se desarrollan lo suficiente una respuesta a la misma en comparación con las personas que sí tenían suficientes horas de sueño”, explicó.
ADOLESCENTES EN PELIGRO
Una gran cantidad de problemas de sueño entre los adolescentes se relacionan con el estilo de vida moderno.
Craig Canapari, director del Pediatric Sleep Center de Yale, citó durante el SLEEP 2015 un estudio reciente de los Centros de Salud, el cual encontró que el 90 por ciento de los adolescentes estadounidenses están privados de sueño.
Entre otras causas, como horarios sobrecargados y cargas de tareas pesadas, Canapari culpó a la tecnología. Muchos adolescentes duermen con sus teléfonos móviles bajo sus almohadas.
La luz azul-blanca emitida por estas pantallas es similar a las longitudes de onda de luz del sol, que se despiertan al cerebro.
La somnolencia es una causa importante de accidentes de tráfico y accidentes automovilísticos que son la causa más común de muerte entre los adolescentes.
La Universidad de Pittsburgh hizo un estudio en el que encontró que los adolescentes privados de sueño dan un valor más bajo a correr riesgos y mayor valor a las recompensas, por lo que no comprenden plenamente las amenazas potenciales que representa el no dormir.
Otro estudio en 2015 encuestó a más de 2 mil 500 adolescentes del sur de California vinculó los problemas de sueño con el alcohol y el consumo de marihuana. Cada 10 minutos de retrasar la siesta representó una prevalencia entre el 4 y 6 por ciento de aumento en el uso de marihuana y alcohol, según reportes mensuales.
Algunas formas de ayudar a los niños a minimizar la falta de sueño son:
• Mover los electrónicos fuera del dormitorio.
• Liberar el cuarto de posibles alérgenos.
• Para que el niño duerma bien hay que seleccionar una dieta que esté basada en alta proteína y baja azúcar.
• Trata de enseñarle al niño técnicas de relajación o meditación previo a dormir.
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