Erika de la Piedra Manzano, estudiante de la Universidad Nacional Autónoma de México, desapareció al salir del centro comercial Plaza Delta de la capital del país y, como si se la hubiera tragado la tierra, jamás se volvió a saber de ella. Fue hace ocho años y la familia sigue sin tener ningún rastro.
Ciudad de México, 16 de agosto (SinEmbargo).- Ocho años transcurrieron ya desde que Erika de la Piedra Manzano, estudiante de la Universidad Autónoma de México (UNAM), desapareció luego de salir de un centro comercial en la Ciudad de México. Carolina Manzano, su madre, no pierde la esperanza que un día de estos alguien llame, la contacte o le escriba para decirle que ha visto a su hija.
“Es increíble que yo lloro igual que el primer día. La vida se detuvo para nosotros desde que ella desapareció, se nos cortó, dio un giro de 360 grados”, platicó la mujer en entrevista con SinEmbargo.
Erika de la Piedra Manzano fue vista por última vez el 2 de julio de 2012. La joven universitaria salió del centro comercial Plaza Delta, ubicado en la Alcaldía Benito Juárez, y desde entonces no se ha vuelto a saber más de ella.
“Como si se la hubiera tragado la tierra”, la familia no ha tenido ni un rastro certero de lo que ocurrió con la universitaria.
Al menos 74 mil 435 personas están desaparecidas a nivel nacional, de las que 2 mil 513 son de la Ciudad de México, de acuerdo con el Registro Nacional de Datos de Personas Extraviadas o Desaparecidas (RNPED) al corte del 14 de agosto de 2020. Además, 893 mujeres desaparecieron en la capital del país, la mayoría de ellas (218) están en un rango de edad entre los 15 a 19 años, y 172 son de entre 20 y 29 años, muestran las cifras oficiales.
ESTUDIABA PARA SU FUTURO
Erika de la Piedra nació en el mes de marzo. Tenía 22 años de edad y cursaba el cuarto semestre de la carrera de Administración en la Universidad Autónoma de México.
“Primero ingresó a la carrera de Arquitectura, pero no sé si no le gustó porque era una carrera muy demandante, así que decidió cambiarse y se metió a administración. Yo me entrevisté con gente de la UNAM y me enseñaron sus calificaciones; ella iba bien, estaba echándole ganas a su escuela, porque sabía que ese era su futuro”, relató la madre. Las amigas, añade Carolina, la describen como una chica entusiasta, alegre, bondadosa y amable.
El 2 de julio de 2012, Erika avisó a sus padres que acudiría al cine a la plaza comercial Parque Delta, lugar al que asistía con frecuencia. “Era algo común que ella fuera a esa plaza. Ese día se empezó a hacer más tarde y no llegaba, pero nosotros –su padre y yo– supusimos que se había quedado en casa de una amiga”, platicó.
La joven gustaba de ir con frecuencia al cine y en varias ocasiones se quedaba hasta las últimas funciones; también era habitual que en ocasiones se quedara a dormir en casa de alguna amiga, explicó la madre. Es por ese motivo que la familia no le extrañó que esa noche no llegara a casa.
Al día siguiente, a primera hora, Carolina llamó por teléfono a su hija, pero no contestó. Carolina supo que algo andaba mal.
“Yo en ese momento sentí un golpe, sentí en mi corazón que algo había pasado. En esos segundos, cuando daba tono el celular y no contestaba, de inmediato me dio un mal presentimiento porque ella siempre respondía, así estuviera en el cine, ella nos contestaba; en donde estuviera, sabía que tenía que responder la llamada para no preocuparnos”, relató Carolina.
La madre de Erika no esperó y habló a Locatel para reportar que su hija no aparecía. En la línea le dijeron que tenía que ir a la Procuraduría General de Justicia de la Ciudad de México, ahora Fiscalía General de Justicia.
Carolina se dirigió a la Agencia del Ministerio Público donde levantó la denuncia por desaparición y a partir de ahí se inició la indagatoria, misma que sólo ha podido establecer que Erika sí acudió al centro comercial y desapareció justo cuando salió de Plaza Delta. Eran cerca de las 19:19 horas.
“En la Procuraduría me mostraron el video del interior de la plaza. A pesar que las imágenes no son muy nítidas, yo la pude identificar. En el video se ve que ella salía del centro comercial por un pasillo largo que daba hacia la avenida Obrero Mundial”, relató la madre de la joven.
Sin embargo, la investigación ya no avanzó más. Hasta el momento no hay una línea certera, ni una hipótesis clara de lo que sucedió después que la joven dejó Plaza Delta.
“Hasta la fecha no sabemos que pasó. En el video se ve que ella camina dentro de la plaza hacia la calle, pero ya no tuvimos la imagen del exterior del inmueble. Ya no vimos hacia donde se dirigió, qué calle tomó o si se subió a un transporte, a un taxi o a un automóvil. Los videos de las cámaras del exterior ya estaban borrados o no servían. No sabemos qué ocurrió, si alguien la abordó o le habló,”, agregó la entrevistada.
SIN RASTRO DE ELLA
Carolina consideró que no tuvo problemas ni complicaciones con las autoridades, pues aseguró que obtuvo un trato considerable y sí recibió información por parte de los servidores públicos que la atendieron.
“Si nos tomaron en cuenta. Sí tomaron lo del protocolo. Recuerdo nos entrevistaron, nos mandaron a Trabajo Social para entregar la foto de identificación para la ficha de búsqueda y me orientaron. Me dijeron que teníamos que ir a lugares diferentes, entre ellos hospitales, Semefos y albergues. Nos dieron una la lista con los lugares y las direcciones a donde acudir”, narró la mujer. Y añadió: “Yo no me puedo quejar, sí nos levantaron el acta y sí hubo entrevistas”.
La familia de Erika no sólo ha padecido el dolor por la ausencia de la chica, sino que también han sido víctimas de la extorsión. Cuatro años después de la desaparición, recibieron una llamada donde un hombre aseguraba que él tenía a la chica.
“Yo la tengo, pero ya no me sirve para nada. Yo sé que ustedes la quieren y me van a dar 50 mil pesos por ella”, son parte de las palabras que recuerda Carolina de aquellas llamadas que recibió y que la alteraron al principio. Los familiares pudieron corroborar que se trataba de una extorsión.
“Pero mientras tanto, ya habíamos pasado ese trago tan tremendo. Es increíble que haya gente que se aprovecha de las familias que sufrimos por una desaparición. Eso no tiene nombre. Son personas desalmadas”, dijo Carolina.
Carolina comentó que en las investigaciones también se obtuvieron las sábanas de llamadas y la geolocalización del teléfono de Erika, pero no han obtenido indicios sólidos en la indagatoria.
Las zonas en donde desapareció fueron peinadas en operativos de búsqueda, platicó la madre, pero jamás dieron resultados positivos donde se tuvieran pistas o rastros de la alumna de la UNAM. “Se obtuvieron algunas pistas, pero no llevaban a nada porque no se pudieron corroborar; es decir, no se podía saber si se trataba realmente de Erika”.
Carolina explicó que han sido ocho años muy difíciles y terribles para la familia: “A mi mamá le pegó tanto (la desaparición). Desde esa fecha mi mamita está con una salud muy precaria, está muy mal, pero ha luchado. Creo que a pesar de sus padecimientos tan grandes no ha querido morirse porque tiene la ilusión de ver y abrazar a su nieta. Imagínese como estamos todos: ¡sobreviviendo! Yo desde ese día morí y ahora sólo sobrevivo”, compartió Carolina a este diario digital.
La madre de Erika reitera que tienen la esperanza que, por medio de algún reporte ciudadano, puedan encontrar a su hija. “La ilusión más grande de nosotros es que alguien diga: ‘esa cara yo la he visto, yo la he visto pasar”. Esa es la esperanza. Por eso le pedimos a la ciudadanía que, si alguien la ha visto, por lo que más quiera, nos haga llegar la información”, clamó la madre.