Rubén Martín
16/06/2024 - 12:03 am
La extinción del PRD
“La extinción del PRD permite plantear la pregunta de si el objetivo político de transformar la realidad de una sociedad se puede llevar a cabo a través de los partidos políticos y desde el sistema liberal de democracia representativa o si todos estos esfuerzos terminarán, siempre, convirtiéndose en meras maquinarias de compra de votos y a sus dirigentes en políticos profesionales al servicio de sus propios intereses”.
Ya se esperaba y se confirmó: el Partido de la Revolución Democrática (PRD) perderá el registro como partido político nacional debido a que no alcanzó el umbral mínimo que exige la Ley de tres por ciento de la votación nacional. Aliado a los otros dos partidos de la vieja partidocracia, Acción Nacional (PAN) y Revolucionario Institucional (PRI), el PRD apenas obtuvo un millón 121 mil 020 votos en la elección presidencial que representa 1.86 por ciento.
La pérdida del registro del PRD representa el fin de un periodo de la historia partidaria del país. El partido del Sol Azteca fue uno de los actores centrales para lograr la llamada “transición a la democracia”. Como se recuerda, el PRD nace de la conjunción de un amplio movimiento social y político detonado entre 1987 y 1989, con el punto culminante de la elección presidencial del 6 de julio de 1988 cuando el PRI impuso como Presidente, mediante el robo de los votos y de la voluntad popular, a Carlos Salinas de Gortari, despojando del triunfo a Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano.
En medio de la sucesión presidencial de ese sexenio, a mediados de 1987 surgió la Corriente Democrática dentro del PRI encabezada por Cuauhtémoc Cárdenas, cuya legitimidad emanaba en ser hijo del General Lázaro Cárdenas, uno de los mejores presidentes que ha habido en la historia de este país. La camarilla gobernante de entonces, encabezada por el Presidente Miguel de la Madrid le cerró el paso a una competencia por la candidatura presidencial dentro del PRI orillando a la Corriente Democrática a salir de ese partido y aceptar la postulación de viejos partidos satélites como el PARM, PPS y PFCRN.
Pero lo más importante es que la candidatura de Cuauhtémoc Cárdenas concitó el apoyo de un amplio movimiento social y popular. Buena parte de las organizaciones de izquierda que hacían trabajo de base en el movimiento campesino (CNPA), urbano popular (Conamup), magisterial (CNTE) y sindical (Cosina), se sumaron a la campaña del hijo del General Lázaro Cárdenas. Lo mismo hicieron comunidades campesinas e indígenas de este país.
Además de los partidos satélites, se sumaron a la candidatura de Cuauhtémoc Cárdenas el partido de izquierda que integraba a la corrientes del viejo partido comunista y del Mexicano de los Trabajadores (PMT) del ingeniero Heberto Castillo, integrados en el Partido Mexicano Socialista (PMS).
La confluencia de un amplio movimiento social y popular con la izquierda partidaria, integrados en el Frente Democrático Nacional (FDN), hicieron que Cuauhtémoc Cárdenas ganara las elecciones presidenciales del 6 de julio de 1988. Sin embargo, mediante una decisión de Estado al más alto nivel y con la complicidad y complacencia de los poderes fácticos (empresariales, Iglesia, empresarios, Estados Unidos, militares) se impuso el fraude robando la voluntad popular e imponiendo en el poder a Carlos Salinas de Gortari. Eso marcó el rumbo de México, imponiendo a la sociedad un modelo político y económico neoliberal que transformó al país, privatizando el patrimonio nacional y aumentando las desigualdades y la pobreza.
Ante el fraude, algunos sectores del FDN proponían radicalizar la movilización para impedir que Carlos Salinas asumiera la Presidencia. Otros, entre ellos el mismo Cuauhtémoc Cárdenas, propusieron canalizar esa movilización social indignada por el fraude electoral, hacia la institucionalización en un nuevo partido político. Así nació el 3 y 4 mayo de 1989 el PRD. Nació como un partido integrado por movimientos sociales y con un programa político que proponía una verdadera democracia, el combate a las desigualdades, la pobreza y un proyecto de ampliación de libertades sociales e individuales.
En su inicio, el PRD hizo una importante contribución a la democracia y la ampliación de derechos en el país y en particular en algunas entidades donde gobernó, como la Ciudad de México. Pero justamente estas victorias terminaron marcando su destino: de un partido de movimientos y activistas se convirtió en un partido de burócratas y clase política profesional, divididos internamente en corrientes tribales, que estaban más interesados en mantener sus puestos y privilegios que en cambiar la realidad del país. El PRD dirigido por los “Chuchos”, dejó de ser un instrumento de la sociedad para buscar el cambio en el país y se convirtió en un partido de burócratas que buscaban mantener sus privilegios.
Lo más indigno de esta historia es que el PRD de los Chuchos, terminó aliándose al PRI, partido responsable de asesinar a casi 600 de sus militantes en los tres primeros años de su nacimiento; y el PRD terminó aliándose también al PAN, partido responsable de la desaseada elección presidencial de 2006. Ya sin los movimientos y causas que le dieron origen, ahora el PRD era un partido irrelevante como organización política transformadora, por lo que la pérdida del registro es apenas la legalización de su irrelevancia. No es difícil decirle adiós al PRD.
La extinción del PRD permite plantear la pregunta de si el objetivo político de transformar la realidad de una sociedad se puede llevar a cabo a través de los partidos políticos y desde el sistema liberal de democracia representativa o si todos estos esfuerzos terminarán, siempre, convirtiéndose en meras maquinarias de compra de votos y a sus dirigentes en políticos profesionales al servicio de sus propios intereses. La experiencia del PRD parece confirmar esta última afirmación.
Ahora el nuevo partido hegemónico, Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), se presenta como la “esperanza de México” y como el partido de izquierda que está llevando a cabo una “revolución de las conciencias” y una “revolución pacífica” en el país, según algunos de sus intelectuales. Pero al mismo tiempo vemos prácticas políticas en algunos de sus cuadros y dirigentes que nos hacen ver la misma transformación que le ocurrió a los cuadros dirigentes del PRD. El tiempo dirá si Morena no termina convirtiéndose en un PRD, pero ahora hegemónico en todo el país.
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