La afirmación de que es “natural” comer carne es una de las más comunes en el debate sobre la alimentación y el bienestar animal. Sin embargo, vale la pena examinar qué significa realmente “natural” y cómo se aplica a nuestras prácticas alimentarias actuales.
Cuando pensamos en algo “natural” solemos imaginar procesos que ocurren sin intervención humana. Sin embargo, la industria ganadera moderna se aleja mucho de esta imagen. Consideremos el pollo que no puede sobrevivir más de seis semanas debido a problemas cardíacos, el pavo que requiere intervención humana para reproducirse o la vaca criada selectivamente para producir cantidades insalubres de leche. Estos animales son productos de manipulaciones genéticas y prácticas industriales que nada tienen de naturales.
Los animales de granja hoy en día son inseminados artificialmente y sometidos a mutilaciones dolorosas. Son criados para aumentar de peso rápidamente, excepto las gallinas ponedoras, que deben mantenerse delgadas para maximizar la producción de huevos. Se les alimenta con dietas artificiales y se manipulan sus ciclos reproductivos mediante hormonas y luz artificial. Es difícil imaginar un sistema menos natural que este.
La idea de que siempre hemos comido carne es una simplificación histórica. La alimentación de nuestros antepasados variaba enormemente según la época, la ubicación y las condiciones climáticas. Los antropólogos sugieren que los primeros alimentos de las personas humanas eran predominantemente vegetales, frutas y semillas. Al igual que otros simios, nuestros ancestros solían recoger los restos de carne dejados por los verdaderos carnívoros.
Nuestro cuerpo no está naturalmente diseñado para consumir carne. Nuestros dientes y manos no están hechos para desgarrar carne y nuestros caninos no se parecen en nada a los de los carnívoros. Además, nuestra falta de velocidad y destreza física nos hace ineficaces como cazadores comparados con verdaderos depredadores como los tigres o jaguares.
Los intestinos humanos son largos y se asemejan a los de los herbívoros, en contraste con los intestinos cortos de los carnívoros, que necesitan expulsar la carne rápidamente antes de que se pudra. Esta diferencia biológica es una razón por la que la intoxicación alimentaria es un problema significativo en nuestra sociedad, con 48 millones de casos y 3 mil muertes anuales en algunos países, principalmente debido al consumo de aves y lácteos.
Si comer carne es tan natural, ¿por qué está asociado con tantas enfermedades? Las personas que consumen carne tienen tasas más altas de enfermedades cardíacas, obesidad, diabetes tipo 2 y ciertos tipos de cáncer en comparación con las personas veganas. Esto sugiere que, aunque podemos tolerar pequeñas cantidades de carne, nuestros cuerpos no están bien adaptados a la alta ingesta de carne que caracteriza la alimentación moderna.
Es esencial reconsiderar la noción de que comer carne es “natural”. La industria ganadera moderna, con sus prácticas intensivas, crueles y artificiales, está lejos de cualquier definición razonable de natural. Además, desde una perspectiva evolutiva y biológica, nuestros cuerpos no están diseñados para el consumo de carne en las cantidades actuales. La alta incidencia de enfermedades relacionadas con el consumo de carne es un claro indicativo de que debemos reevaluar nuestro sistema alimentario.
Optar por una alimentación basada en plantas no sólo es posible, sino que podría ser la opción más natural y saludable para las personas y para el planeta. Adoptar este cambio puede llevar tiempo y esfuerzo, pero los beneficios para nuestra salud y el bienestar animal lo hacen un objetivo digno y justo.