Según datos de la UNCCD, el 70 por ciento de ecosistemas ha sido transformado, una situación que se acentuará porque para 2030 se necesitarán 300 millones de hectáreas más para producción de alimentos, factores que favorecerán el avance de la desertificación, las sequías y los efectos del cambio climático, porque todo está relacionado.
Lourdes Uquillas
Madrid, 16 jun (EFE).- En los últimos cincuenta años la desertificación ha avanzado un 1 por ciento anual, un fenómeno que va a ir en aumento en los próximos años en el sur de Europa, zonas de Centroamérica, Asia y África, según estimaciones difundidas con motivo del Día de la Desertificación y la Sequía, que se celebra mañana.
Este año, la Convención para Combatir la Desertificación de Naciones Unidas (UNCCD) centra la celebración con el lema “alimentos, forraje y fibras”, cuyo objetivo es cambiar las actitudes públicas hacia la principal causa de este fenómeno: “la producción y el consumo incesante de la población”.
Según datos de la UNCCD, el 70 por ciento de ecosistemas ha sido transformado, una situación que se acentuará porque para 2030 se necesitarán 300 millones de hectáreas más para producción de alimentos, factores que favorecerán el avance de la desertificación, las sequías y los efectos del cambio climático, porque todo está relacionado.
El profesor de la Universidad de Lleida, Víctor Resco de Dios, ha explicado en entrevista a Efe que en los últimos 50 años la desertificación ha avanzado un 1 por ciento cada año, un fenómeno que ha afectado más a “zonas del área subsahariana de Africa, el este y el centro de Asia -como los desiertos de China- y Arabia Saudí”.
Pero también “el sur de Europa será una zona afectada por el cambio climático”, según varios estudios, el último -publicado recientemente en Proceedings of the National Academy of Sciences of the USA (PNAS)-, y “el sur de España será una zona invivible”.
Según esos datos, “en el año 2070, de Madrid hacia abajo las condiciones no van a ser óptimas para la vida humana por el número de días de mucho calor y la temperatura media, que será muy alta”.
Situación que se agravará “para finales de siglo cuando habrá una reducción de unos 100 milímetros de lluvia de media en España”, un “índice alto”, según Resco de Dios.
El estudio “está basado en el escenario RCP8.5 del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC), que es el más pesimista”, asegura.
En Latinoamérica, “la sequía va a aumentar en la Cuenca amazónica, situación que podía desembocar en una muerte arbórea muy elevada, con mucha degradación forestal, y un efecto amplificador del cambio climático al dejar de absorber las emisiones por la pérdida de un importante sumidero de dióxido de carbono (CO2)”.
Asimismo, el futuro de los bosques tropicales “es una de las principales incertidumbres que existen actualmente en los modelos de sumideros terrestres de carbono”, porque, “si aumenta la sequía van a aumentar también los incendios como otro elemento amplificador del cambio climático”.
Sin embargo, la sequía “no va a aumentar por igual en todo el mundo”, porque “la cantidad de agua va a ser la misma, lo que va a hacer el cambio climático es redistribuirla. Provocará un aumento de precipitaciones en algunas zonas del planeta, mientras representará una disminución en otras”.
En relación a Centroamérica, Resco de Dios ha explicado que “hay mucha incertidumbre, pero por lo general ahí también se esperan disminuciones de lluvias” y solo “en Argentina y Uruguay, en Sudamérica, se puede producir un aumento de precipitaciones”.
Según los estudios compilados en los informes del IPCC, las previsiones señalan que el cambio climático “aumentará las desigualdades entre países ricos y pobres, porque aumentará la sequía en las zonas que ya actualmente son secas y en las que actualmente viven unos 500 millones de personas”.
Sin embargo, “la humedad aumentará en zonas ya húmedas”.
Uno de los factores para la disminución de precipitaciones es la deforestación, que en la Amazonía brasileña ha batido un nuevo récord el pasado mes de mayo, según datos del del Instituto Nacional de Pesquisas Espaciales (INPE) de Brasil.
Según el INPE, el aumento de la destrucción de los ecosistemas amazónicos creció en mayo pasado en 829 kilómetros cuadrados, extensión equivalente a la mitad del área de Sao Paulo, la mayor ciudad de Sudamérica.
La Amazonía es “una gran reserva de carbono y fijador del clima”, pero la deforestación, según el INPE, está provocando “la aparición de incendios en esas zonas cuando la temporada seca acaba de comenzar”.
Una situación que recuerda los incendios forestales que se produjeron en Australia el verano pasado, donde la sequía y el calentamiento provocaron la muerte de 33 personas y más de 3 mil casas calcinadas.
El aumento de sobreexplotación de recursos en el planeta y la sequía -“el asesino silencioso”-, provocarán la pérdida de suelo para la agricultura, de fuentes de agua y de biodiversidad que se irán extendiendo, ha asegurado el secretario ejecutivo para la Convención contra la Desertificación de Naciones Unidas (UNCCD), Ibrahim Thiaw.