Ciudad de México, 16 de junio (SinEmbargo).- Rubén Matiella, director del Centro Cultural Musas, camina nervioso por el imponente recinto donde hoy han llegado los cuadros de José Clemente Orozco, David Alfaro Siqueiros y Diego Rivera.
Habla con orgullo del MUSAS, el museo que en Hermosillo, Sonora, comenzó a perfilarse como un sueño de grandes dimensiones, buscando que la cultura del noroeste mexicano posea al fin un sitio acorde con su relevancia.
Fundado en septiembre de 2009, la gran infraestructura, diseñada con la más alta tecnología, el MUSAS se ha convertido, a pesar de su juventud, en un espacio público de enorme referencia para la promoción del arte y la cultura en beneficio del Estado de Sonora.
El museo abraza, encuba y gestiona exposiciones, talleres y diversas actividades para los visitantes con más de 300 actividades al año para todo el público.
En estos años de intensa actividad se han desarrollado exitosamente 61 exposiciones, 53 presentaciones de ópera, 19 presentaciones de libros, 34 acontecimientos culturales multidisciplinarios, 16 congresos, 20 festivales artísticos, 42 talleres permanentes de arte, 23 talleres especializados.
Estas actividades han convocado más de 250 mil visitantes que han apreciado cerca de 3 mil obras de arte, en un edificio que se destaca en el particular paisaje adusto y envolvente de Hermosillo.
El diseño de MUSAS estuvo a cargo de arquitectos de Sonora que crearon un complejo de 5 mil metros cuadrados de construcción divididos en cuatro niveles.
Dispone de amplias áreas de circulación, patios internos, espacios para servicios, bodegas y talleres, así como área de oficinas y de estar además de 6 imponentes salas para exposiciones.
La colección de obras del acervo artístico del estado, formado por las piezas ganadoras de distintos concursos y bienales de arte organizadas por el Instituto Sonorense de Cultura, así como las piezas recibidas de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público de México como parte de su programa de Pago en Especie, conforman la colección permanente del Museo de Arte de Sonora-MUSAS.
LA COLECCIÓN ALVAR CARRILLO GIL
Rubén Matiella, conocido promotor cultural de Hermosillo y director del MUSAS y América Juárez, coordinadora de la colección Alvar Carrillo Gil, son las caras visibles de un acontecimiento cultural que ha despertado el interés de la región del noroeste mexicano desde el primer minuto de su inauguración, el pasado 14 de junio.
Se trata de la exposición “Grandes Maestros. Obras de la Colección Carrillo Gil”, curada por Carlos Palacios, que reúne obra en óleo, dibujo, litografía y grabado de Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros y José Clemente Orozco.
El primer cuadro que se ve es “Mujer en verde”, de Diego Rivera (1886-1957). Nadie resiste la tentación de sacarse una fotografía al lado de la obra que el genial muralista, dibujante y pintor mexicano realizó en 1916.
Hay 75 piezas de los tres grandes maestros del arte nacional y todas ellas salen por primera vez de la ciudad de México. La exposición incluye siete piezas cubistas de Diego Rivera, algunos de sus dibujos realizados a principios de los ’20, así como las obras "Cabeza Rivera", "Cabeza de hombre" y "Mujer de pie", entre otras.
Con un magro presupuesto de 14 millones al año, que incluyen pago de nóminas a los 20 trabajadores del museo, Matiella y su equipo hacen milagros. Uno de ellos sin duda es esta exposición “Grandes Maestros”, donde los temas populares de José Clemente Orozco (1883-1949), esa síntesis de la violencia, la vida aciaga de las pulquerías, el torbellino de los burdeles del siglo XX mexicano, gritan con una furibunda actualidad.
"El gran pato", "Nación pequeña", "Cabaret popular", "Pomada y perfume" y "La chole" son estampas conmovedoras de Orozco, integrante de ese trío irrepetible que a pesar de los grandes cuestionamientos a que ha sido sometida por parte del arte contemporáneo mexicano, conserva la magnitud de una protesta contra el establishment que no ha perdido vigencia.
“Al contrario, sus formas sirvieron para expresar el desacuerdo, para formular denuncias y el arte contemporáneo también hace eso. Hay una forma de expresión de la protesta a través del arte que sigue vigente. Siqueiros lo decía: el arte debe servir para denunciar e incluso para transformar la realidad social”, explica la coordinadora de la colección Carrillo Gil, América Juárez.
“La historia se ha escrito de muchas formas, pero la que más recordaremos y la que más se nos queda grabada en lo hondo de nuestro ser, es la historia que ha contado el arte. Todo lo que sabemos de las culturas que nos precedieron es gracias a las esculturas, las pinturas, la arquitectura”, dice Matiella con entusiasmo.
“Esta muestra de Orozco, Siqueiros y Riveras es iconográfica. Ha viajado por todo el mundo representando la cultura mexicana, pero jamás había salido del Distrito Federal. Para los habitantes de la capital es probable que ni siquiera volteen a ver estas obras magníficas, porque las tienen al lado, todo el tiempo, pero para nosotros fue un sueño que duró dos años y que finalmente pudimos concretar”, afirma el director del MUSAS.
David Alfaro Siqueiros (1896-1974), gran amigo de Álvar Carillo Gil (1898-1974), el médico pediatra oriundo de Yucatán que dedicó toda su vida al arte y hoy es honrado con el museo que lleva su nombre en el DF, se expresa mediante "Antenas estratosféricas", "Dos cabezas", "Cabeza de mujer negra", "Yucatán visto por los grabadores" y "Mujer sentida", entre otras.
Muchos de las obras expuestas, de enorme belleza e incluso ya muy vistas en libros y carteles, dan testimonio de un arte social y comprometido que viene a cuestionar a las nuevas generaciones de artistas.
En el MUSAS, Rivera, Siqueiros y Orozco, renuevan su mística y nos ponen frente al espejo aquel donde el arte se pone el mundo a sus espaldas para transformarlo y hacerlo mejor cada día.