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FOTOS: Así es el tenso turno de 12 horas y la trastocada rutina doméstica de un doctor en Italia

16/04/2020 - 9:51 am

El doctor Giovanni Passeri, de 56 años de edad, modificó su estilo de vida en casa desde el pasado 7 de marzo, cuando el hospital Maggiore, donde se desarrolla como internista comenzó a admitir personas con casos con COVID-19; entre los 21 mil muertos por coronavirus en Italia, se encuentra gran cantidad de personal médico.

Por Domenico Stinellis y Frances D’Emilio

Parma, Italia, 16 de abril (AP).- Era el 7 de marzo por la tarde. El doctor Giovanni Passeri acababa de volver a casa desde el hospital Maggiore, donde trabaja como internista, cuando le llamaron de urgencia para que volviera a trabajar. Su unidad hospitalaria iba a admitir su primer caso de COVID-19.

Passeri, de 56 años de edad, recuerda que cuando manejaba de vuelta al hospital por las calles arboladas de Parma, pensaba: “¿Estoy yendo ahora a mi ejecución?”.

Entre los más de 21 mil muertos por coronavirus en Italia había decenas de médicos, incluido un compañero del hospital Passeri, situado en una de las provincias norteñas más afectadas de Italia.

El doctor Giovanni Passeri, con equipo de protección, mira radiografías de los pulmones de sus pacientes en la unidad de COVID-19 en el Hospital Maggiore en Parma. Foto: Domenico Stinellis, AP
El médico Giovanni Passeri se ve reflejado en la puerta de cristal del hospital Maggiore de Parma, en el Norte de Italia, decorada con carteles de agradecimiento, a su llegada para iniciar su turno en la unidad de COVID-19. Foto: Domenico Stinellis, AP
La enfermera jefe Michela Crescini, a la derecha, hace un gesto tranquilizador con el pulgar levantado al doctor Giovanni Passeri, al final de su turno y antes de que Passeri comience el suyo en el hospital Maggiore de Parma. Foto: Domenico Stinellis, AP
El doctor Giovanni Passeri habla por su celular frente una mesa cubierta de datos médicos de los pacientes del nuevo coronavirus en el hospital Maggiore de Parma, en el norte de Italia. Foto: Domenico Stinellis, AP
El doctor Giovanni Passeri se asoma por la puerta abierta de la habitación de su hijo Francesco, que juega con Lego, para saludarle a su regreso de un turno de noche en el hospital Maggiore de Parma. Foto: Domenico Stinellis, AP

Desde esa tarde hace más de un mes, Passeri ha trabajado todos los días. Desde la noche del 7 de abril a la mañana del 9 de abril, el fotógrafo de Associated Press Domenico Stinellis documentó su noche y su día, desde un tenso turno de 12 horas a su trastocada rutina doméstica con su esposa y su hijo de 10 años.

En su apartamento, duerme sólo en un altillo convertido a toda prisa en dormitorio, para impedir que contagie el virus a su esposa. La primera vez que su hijo, Francesco, llegó corriendo para abrazarle al llegar a casa después de atender a pacientes de coronavirus, el médico se quedó rígido. Eso ya no es seguro, tuvo que decir.

El doctor Giovanni Passeri utiliza el reflejo de una ventana abierta para comprobar que tiene bien colocado el equipo de protección, antes de iniciar su turno de noche en la unidad de COVID-19 del hospital Maggiore de Parma. Foto: Domenico Stinellis, AP
El doctor Giovanni Passeri, a la derecha y de frente, y su asistente Mariaconcetta Terracina, a la izquierda y de frente, toman el relevo a los colegas que terminan su turno en una de las unidades de la sección de COVID-19. Foto: Domenico Stinellis, AP
El doctor Giovanni Passeri, en el centro, con su médico asistente, Mariaconcetta Terracina, examina a un paciente. Foto: Domenico Stinellis, AP
El doctor Giovanni Passeri, con equipo de protección, habla con un paciente. Foto: Domenico Stinellis, AP
Sentado solo a la mesa, el doctor Giovanni Passeri come una pizza napolitana preparada por su esposa Valeria en su día libre, tras trabajar durante el turno de noche en la unidad de COVID-19. Foto: Domenico Stinellis, AP

Ahora, cuando siente que Francesco está bajo demasiada presión emocional, juegan a las cartas. Los dos llevan mascarilla.

De vuelta al trabajo, hay coloridos dibujos pegados a la puerta delantera del pabellón hospitalario para subir la moral. Uno dice “A todos los guerreros, gracias”. Pero la moral puede escasear. Passeri no puede olvidar la mirada de sus pacientes cuando boquean por falta de aire.

El médico Giovanni Passeri, arriba a la izquierda, con su asistente, la doctora Mariaconcetta Terracina, muestra una nota a Mario, un paciente de 82 años de edad. Foto: Domenico Stinellis, AP
El doctor Giovanni Passeri, a la derecha, recibe una muestra de agradecimiento de su paciente Giuseppe, de 81 años de edad, que está recibiendo oxígeno a través de una mascarilla, después de que Passeri comprobara su nivel de oxígeno en sangre. Foto: Domenico Stinellis, AP
Cajas de cartón con sobres llenos de información de pacientes, en la sala de médicos de una unidad de COVID-19 del hospital Maggiore de Parma. Foto: Domenico Stinellis, AP
Pierre, de 54 años, utiliza una tableta para charlar con amigos y familiares, tumbado en la cama en lasección de COVID-19 en el hospital Maggiore de Parma. Foto: Domenico Stinellis, AP
El doctor Giovanni Passeri lee un libro en el altillo de su departamento antes de dormir tras un día de trabajo en la unidad de COVID-19 del Hospital Maggiore de Parma. Foto: Domenico Stinellis, AP

Como el mundo ya sabe, el COVID-19 puede ser devastador. La enfermedad causa síntomas entre leves y moderados en muchos de los infectados, pero también puede matar o provocar complicaciones peligrosas como la neumonía. Más de 137.000 personas han muerto por el nuevo coronavirus en todo el mundo, según un conteo de la Universidad Johns Hopkins que según los expertos se queda corto casi con certeza.

El doctor Giovanni Passeri se quita su ropa de protección al final de un turno de noche en su unidad en de COVID-19 en el hospital Maggiore de Parma. Foto: Domenico Stinellis, AP
El doctor Giovanni Passeri descansa en la sala de médicos tras completar una ronda rutinaria de visitas a los pacientes, durante un turno de noche en su unidad de COVID-19 en el hospital Maggiore de Parma. Foto: Domenico Stinellis, AP
Passeri, que duerme en la buhardilla de su apartamento y mantiene una distancia de seguridad en casa, para evitar contagiar el virus a su esposa y su hijo de 10 años de edad. Foto: Domenico Stinellis, AP
El doctor Giovanni Passeri se ducha tras llegar de un turno de noche en la unidad de COVID-19 en el hospital Maggiore de Parma, en el norte de Italia. Foto: Domenico Stinellis, AP

En esta jornada, la unidad de Passeri tiene 32 de los 450 pacientes de COVID-19 en el hospital. Con una mano enguantada toca la mano desnuda de un paciente octogenario. El silbido del oxígeno hace imposible que otro paciente anciano oiga lo que dice Passeri, de modo que el médico escribe la actualización sobre el estado del hombre y se la muestra para que la lea.

En un escritorio hay cajas de cartón con sobres de datos médicos. En dos cajas pone “dados de alta”. La tercera dice “fallecidos”.

Mascarilla, gafas protectoras, varios pares de guantes, tres capas de ropa de protección, fundas en los pies. Al final de su turno, Passeri se lo quita todo en una coreografiada ensayada y deliberada para asegurar que nada contaminado por el virus toca su piel. La ducha que se dará en casa será un bienvenido alivio.

Por la noche se tumba en su cuarto de “aislamiento” con un libro, y después duerme algo antes de volver al hospital y sumarse una vez más a los otros médicos guerreros.

El doctor Giovanni Passeri, descansa en un sillón en su apartamento antes de acudir a su turno en la unidad de COVID-19. Foto: Domenico Stinellis, AP
El médico Giovanni Passeri, a la derecha, trabaja en su computadora en su apartamento de Parma. Foto: Domenico Stinellis, AP
El doctor Giovanni Passeri juega a las cartas con su hijo de 10 años de edad, Francesco, a la izquierda, ambos con mascarillas quirúrgicas en su casa de Parma, en el norte de Italia. Foto: Domenico Stinellis, AP

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