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Dolia Estévez

16/04/2019 - 12:05 am

La pesadilla de Urzúa

Urzúa teme que cuando Trump envíe el anteproyecto de ley sobre el T-MEC al Congreso de su país vaya acompañado de una carta advirtiendo que si no es aprobado sacará a Estados Unidos del TLCAN, el pacto original de hace 25 años.

El Secretario de Hacienda, Carlos Urzúa. Foto: Cuartoscuro

Washington, D.C.– El Secretario de Hacienda y Crédito Público Carlos Urzúa confesó que su "peor pesadilla" es que Donald Trump saque a Estados Unidos del convenio comercial con México y Canadá. "Estamos muy preocupados. Sería desastroso obviamente para nosotros no tener TLCAN o T-MEC", respondió cuando Michael Shifter, Presidente del Dialogo Interamericano le preguntó sobre la incertidumbre que genera para la economía mexicana la no definición en torno al tratado comercial renegociado en 2018. "[Trump] Puede impulsar el nuevo acuerdo con simplemente decir si no tenemos esto, no tenemos nada. Eso, obviamente, sería muy peligroso para nosotros. Un minuto después estaríamos en problemas".

Urzúa teme que cuando Trump envíe el anteproyecto de ley sobre el T-MEC al Congreso de su país vaya acompañado de una carta advirtiendo que si no es aprobado sacará a Estados Unidos del TLCAN, el pacto original de hace 25 años. "Pero creo es sólo una pesadilla. Es el caso extremo", dijo a manera de auto consuelo. Explicó que también está la posibilidad de que sea ratificado "más pronto que tarde" en los tres países. Señaló que México se está encargando del "tema más delicado" que es la reforma laboral. "Sería muy importante para los trabajadores de Estados Unidos", declaró durante su primer foro público en esta capital patrocinado por el Dialogo el viernes pasado.

El dictamen de la Reforma Laboral--que ambiciona acabar con el corrupto sistema de prebendas que históricamente ha dominado el sindicalismo en México--fue aprobado por la Cámara de Diputados la semana pasada. Un paso importante, sin duda, en el camino hacia la ratificación del T-MEC. La mayoría demócrata en la Cámara Baja ha condicionado su voto a que México haga cambios sustanciales en materia laboral. Temen que sin ellos los trabajadores estadounidenses quedarían en desventaja cuando entrara en vigor el T-MEC. Por su parte, México y Canadá quieren que Estados Unidos levante las tarifas arancelarias al acero y aluminio antes de aprobar el convenio. No está claro si eso va a ocurrir pronto. Trump no parece tener prisa.

La pesadilla de Urzúa, quien estuvo en Washington la semana pasada para asistir a la reunión de primavera del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional, no es infundada. Transmite un sentimiento de pánico, que se antoja extensivo al resto del equipo económico del gobierno, ante el carácter impredecible de Trump. Es entendible. Trump usa al T-MEC como moneda de cambio para presionar a AMLO. En un tuit el 5 de abril, dijo que si México deja de aprehender y deportar a los centroamericanos que intentan ingresar a Estados Unidos y, encima de eso, no frena el flujo de narcóticos, va a imponer una tarifa de importación del 25% a los automóviles hechos en México y cerrar la frontera. Todo eso, amenazó, será en lugar del T-MEC.

Antonio Ortiz Mena, Vicepresidente sénior del despacho de consultoría Albright Stonebridge, me dijo que mezclar temas es perjudicial para la relación con México. "Es volver al pasado. Hace que se trabe la relación bilateral. Es muy importante reencausar cada tema independientemente de lo que suceda en otros caminos. Cuando hemos mezclado no funciona".

Ortiz Mena, quien es reconocido como uno de los especialistas que mejor conoce la economía mexicana y el tema comercial, cree que no hay mucho que pueda hacer México ante la incertidumbre económica que genera el T-MEC. "México no puede controlar lo que Estados Unidos haga o no con el T-MEC. Es una negociación entre el ejecutivo y el Congreso", me dijo. Con todo, estimó que México puede ayudar generando condiciones de absoluta certidumbre económica y jurídica para la inversión nacional y extranjera a mediano y largo plazo independientemente de lo que suceda con el T-MEC. "Hay mucho por hacer todavía en el ámbito de la economía nacional para atraer a la inversión extranjera".

Ortiz Mena sostiene que el destino del T-MEC está en una sola persona: Nancy Pelosi, Presidente de la Cámara Baja y tercera en la jerarquía de poder después de Trump y el Vicepresidente. "Tiene un enorme poder para controlar la agenda y para controlar los tiempos". ¿Habrá T-MEC? "Por intereses económicos de Estados Unidos, nada que ver con México, el Congreso estadounidense va a ratificarlo. Al final del día eso es lo que va a hacer que el T-MEC salga." Estados Unidos depende de México como fuente de producción compartida y como mercado de destino. Los costos económicos que enfrentaría son enormes. Se interrumpirían las cadenas de suministro del sector automotriz entre otros. "Washington no tiene un Plan B. Por interés propio acabará ratificándolo".

Sin embargo, con Trump nunca se sabe. Como es patente en sus tuits no tiene la menor idea de la importancia económica, social, cultural e histórica de México. Conviene a México concentrar esfuerzos en organizaciones y personas que sí entienden que somos dos países interdependientes y que tanto pierde uno como el otro si el T-MEC llegara a fracasar o si se cerrara la frontera. Trump no tiene la capacidad de entender el impacto económico que eso tendría para Estados Unidos. Cree que sólo México saldría perdiendo. Esperemos que no tenga que hacerlo para darse cuenta que también para su país sería un desastre.

Twitter: @DoliaEstevez

Dolia Estévez
Dolia Estévez es periodista independiente en Washington, D.C. Inició su trayectoria profesional como corresponsal del diario El Financiero, donde fue corresponsal en la capital estadounidense durante 16 años. Fue comentarista del noticiero Radio Monitor, colaboradora de la revista Poder y Negocios, columnista del El Semanario y corresponsal de Noticias MVS. Actualmente publica un blog en Forbes.com (inglés), y colabora con Forbes México y Proyecto Puente. Es autora de El Embajador (Planeta, 2013). Está acreditada como corresponsal ante el Capitolio y el Centro de Prensa Extranjera en Washington.

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