La escritora Aura García-Junco habló con SinEmbargo sobre un cuento de su autoría publicado en la colección Vientos del pueblo, del Fondo de Cultura Económica, “un relato sobre la soledad, el abandono y la complejidad de las relaciones humanas”.
Ciudad de México, 16 de marzo (SinEmbargo).– Eda está abandonada de la mano de Dios. Su padre acaba de morir y ella decide mudarse al departamento de ese hombre que la abandonó de pequeña y enfrentarse, a su pesar, a una serie de relaciones y a “una historia llena de vacíos que no se dicen”, los cuales la tienen en una situación límite. Para aderezar aún más su situación, sus vecinos de arriba vuelven imposible la vida de los demás como también lo hace una enredadera dispuesta a complicar las cosas aún más.
La historia corresponde al cuento de Aura García-Junco: La gente de arriba, el cual forma parte de la colección Vientos del pueblo, del Fondo de Cultura Económica, que ilustra, en este caso, Sherezada Leyva Téllez.
“Tú entras de lleno a la historia sin tener una introducción y descubres el mundo conforme Eda lo descubre. Ella es un personaje que no te da tanta información de inicio, nada más te empieza a decir porque está ahí, de quién era ese departamento y todo te lo dice pensando un poco en que no quiere enfrentar su situación, es un personaje reticente a contarte cosas, de entrada, porque no quiere estar en dónde está”, comentó la autora en entrevista.
Cuando su padre muere, Eda tiene que pagar todos los gastos relacionados con su muerte y se queda con las llaves de un departamento, que no sabe de quién es, y por lo tanto desconoce en qué momento la van a correr. “Está en una situación en la que está prácticamente atrincherada dentro, no ha salido en un mes, nos dicen, ha estado viviendo como si no existiera mundo afuera, pretendiendo, de hecho, de manera muy férrea, que no hay nadie más que ella y su computadora, que es donde trabaja en algún trabajo precario y mal pagado de capturista”, señala García-Junco.
Aún cuando Eda, expuso la autora, quiere estar tan sola, que no quiere hablar con nadie, de pronto ve cómo la vida empieza a entrar a su sala porque, señala, “no somos islas y el mundo tiene un injerencia queramos o no queramos”.
Esa vida se materializa, por una parte, con una extraña enredadera y por la otra con un grupo de vecinos que tratan de hacer frente a la voracidad de una inmobiliaria que pretende consumir la vida como la conocen. Detrás de la trama, se esconde un gran misterio que la protagonista, la narradora de la historia, tendrá que ir deshilvanando.
“La enredadera es un elemento que rodea todo el cuento como rodea el edificio, este edificio que se llama Charlotte, que fue un edificio seguramente muy elegante cuando se construyó como muchos edificios de algunas zonas viejas de la Ciudad de México pero que ahora ya están en una situación de abandono que lleva muchísimos años y que todas estas hermosas ornamentaciones ya son nada más que yeso caído”, platicó.
Y luego, añadió la autora, tenemos a la gente de arriba, estas personas que llegaron de un día para otro a invadir la azotea y que hacen muchísimo ruido y que hacen fiestas de lunes a domingo. “Tienen a Eda enloquecida porque la despiertan, no la dejan dormir, ella tiene que trabajar en su trabajo miserable, pero al que tiene que cumplirle, porque de él depende su subsistencia y, entonces, la enredadera y la gente de arriba están relacionadas”.
“Uno de los grandes temas sin duda es quién es la gente de arriba. Sí, de inicio nos presentan a estas personas que se mudaron a la azotea, que son extremadamente molestas para las personas que viven ahí, pero luego casi de inmediato se nos introducen todos los grandes capitales que están detrás de la especulación inmobiliaria, que nos tiene en una situación muy precaria en las ciudades, en el sentido de que nunca sabes cuando alguien va a llegar a comprar tu edificio y te va a correr”, compartió Aura García-Junco.
De esta forma la historia inicia con una Eda en un duelo que no está aceptando y que pronto “se da cuenta de que aunque no quiera que el mundo haga nada con ella y que no quiera convivir con el mundo, el mundo no es algo que tú puedes excluir de tu vida especialmente porque está ahí y siempre estará presente.
“Luego también se vuelve algo más emocional, se vuelve una manera de que ella entienda su espacio en el mundo y también cómo conciliar la muerte de su padre y la figura de quien él fue con su presente, y para eso lo que necesita es más personas, aunque ya de inicio no quiera hacerlo. Entonces, también es este descubrimiento de cómo logra ella salir al mundo y definitivamente creo que ahí hay una reflexión interesante que yo no me planteé hacer, pero, después ya que leí el cuento, también tenía mucho que ver con esta cosa, con el individualismo que se siente muy acorazado, que se siente como que si tú no te relacionas con nadie, estás a salvo, es una cosa que yo siento que ha ido creciendo con el paso de los años, ese discurso de yo primero yo y solo yo, y lo demás un poco utilitario y que siento que nunca tiene un resultado del todo satisfactorio”.