Al parecer el resultado de las próximas elecciones representa un verdadero enigma. Según las últimas encuestas, la popularidad del Presidente Peña Nieto se encuentra en el nivel más bajo desde que asumió el cargo. Sin embargo –y aquí radica el misterio al que me refiero— su partido se encuentra en el primer lugar de las preferencias electorales.
Según la última encuesta de Parametría [1], el 53 por ciento de los entrevistados desaprueba el trabajo realizado por el presidente, frente a un 42 que lo aprueba. Cabe mencionar que este nivel de reprobación es el más elevado, empatado con el declarado en enero y noviembre/diciembre del año pasado.
Por el contrario el PRI obtiene una preferencia efectiva del 31 por ciento –casi uno de cada tres electores lo apoyan—; y además hay que sumar otros diez puntos que obtiene su aliado el Partido Verde. Es decir, entre ambos, estarían cerca de obtener la mayoría en la Cámara de Diputados.
Dentro de la oposición, el partido con mayor apoyo es el PAN, con un 27 por ciento. En la izquierda, la llegada de Morena está significando una mayor fragmentación: el PRD obtiene únicamente un 12 por ciento, Morena un 10, Movimiento Ciudadano 3 y el PT un dos por ciento de los votos.
La paradoja de un presidente impopular y la posible victoria electoral de su partido puede explicarse a partir de dos variables claves.
En primer lugar, en los últimos meses –y en sentido contrario a lo que se pudiera pensar— hay un aumento sensible (de alrededor de diez puntos porcentuales) de los ciudadanos que declaran que su situación económica es mejor o en todo caso va a ser mejor en el futuro cercano; lo mismo ocurre con la percepción de inseguridad: casi la mitad de los encuestados creen que su colonia es un lugar seguro (frente al 37% de mediados del año pasado).
La segunda variable que podría explicar que el partido en el poder lidere en las preferencias electorales, tiene que ver con la propia oposición. Es decir, todo apunta a que la ciudadanía no percibe que los partidos opositores son una alternativa válida al gobierno actual (obviamente también beneficia al partido en poder la fragmentación de dicha oposición).
En este sentido, lo cierto es que los escándalos recientes no se han limitado al PRI; todos los partidos –llámese PAN, PRD e incluso Morena— se han visto salpicados por problemas de corrupción, dedazos e imposiciones, prácticas autoritarias y un largo etcétera.
Lo que hasta el momento arrojan las encuestas, es que ante un presidente impopular, la población no está viendo ninguna opción viable para castigar al partido en el poder. Y ello debería obligarnos a reflexionar sobre el momento político actual.
¿Facilitar las candidaturas independientes nos podría ayudar a salir de este callejón sin salida?
Twitter: @jose_carbonell
http://josecarbonell.wordpress.com
[1] Se puede consultar en http://www.parametria.com.mx/carta_parametrica.php?cp=4723