La riqueza de los milmillonarios aumentó enormemente durante la pandemia. Los grandes planes de estímulo que se activaron entonces, con la inyección de fondos públicos para ayudar al conjunto de la sociedad, han tenido como efecto colateral el repunte a su vez de los precios de los activos y la riqueza en manos de una élite. Como resultado, y favorecidos por una insuficiente tributación de la riqueza y el capital de forma generalizada, los súper ricos han podido amasar fortunas sin precedentes
Ciudad de México, 16 de enero (SinEmbargo).- La pandemia provocada por el SARS-CoV-2 benefició a unos cuantos en el mundo: los más ricos, quienes aumentaron de manera desmesurada su ya de por sí excesiva riqueza, mientras que los pobres se hicieron aún más pobres. Así lo dio a conocer un informe de Oxfam.
De acuerdo con el documento titulado “La ley del más rico. Gravar la riqueza extrema para acabar con la desigualdad”, durante la emergencia sanitaria por la COVID-19 “la concentración de riqueza acumulada en manos de una minoría de ultra ricos, que ya alcanzaba niveles récord, se ha intensificado”.
El reporte refirió el caso de Elon Musk, uno de los hombres más ricos del mundo, quien de acuerdo con la investigación titulada Los archivos secretos del IRS: un tesoro de registros nunca antes vistos revelan cómo los más ricos evitan el impuesto sobre la renta, publicada el 8 de junio de 202, en el portal ProPública, sólo tributó alrededor del 3 por ciento de impuestos entre 2014 y 2018.
Mientras que la investigación Oxfam en Uganda, proyecto de justicia fiscal para las mujeres y las niñas, reveló que un hombre identificado como Aber Christine, quien gana 80 dólares al mes vendiendo arroz, harina y soja en mercados del norte de Uganda, paga aproximadamente el 40 por ciento de sus ventas en impuestos.
Empresas, principalmente, de alimentación y de energía a nivel mundial fueron las que se vieron beneficiadas, destacó el informe, por los estímulos financieros que diversos gobiernos implementaron, provenientes de fondos públicos, para tratar de sobrellevar los efectos de la pandemia por coronavirus, que a pesar de que buscaba ayudar a toda la sociedad terminó por beneficiar, especialmente a unos cuantos: los más ricos del mundo.
“El análisis de Oxfam a partir de los datos de Credit Suisse muestra que, desde 2020, la súper concentración de riqueza por parte de los súper ricos se ha intensificado. Desde entonces, dos tercios de la nueva riqueza generada a nivel global han ido a parar al 1 por ciento más rico, casi seis veces más que la que acaba en manos del 90 por ciento más pobre de la humanidad”, refiere el documento.
“La riqueza de los milmillonarios aumentó enormemente durante la pandemia. Los grandes planes de estímulo que se activaron entonces, con la inyección de fondos públicos para ayudar al conjunto de la sociedad, han tenido como efecto colateral el repunte a su vez de los precios de los activos y la riqueza en manos de una élite. Como resultado, y favorecidos por una insuficiente tributación de la riqueza y el capital de forma generalizada, los súper ricos han podido amasar fortunas sin precedentes”, se agregó.
En su informe, Oxfam señaló a estas estrategia implementadas por los gobiernos y bancos centrales con uno de los factores principales para que las riquezas de unos cuantos crecieran enormemente, al implementar paquetes de estímulo fiscal que sólo beneficiaron a unos cuantos, situación que ya se había suscitado luego de la crisis financiera de 2008, lo que se repitió nuevamente tras estallar la pandemia.
“Los gobiernos y bancos centrales han contribuido a la reciente explosión de riqueza, al inyectar billones de dólares de dinero público en la economía mundial tras la crisis económica de 2008, el mismo fenómeno que se ha producido tras la irrupción de la pandemia con los paquetes de estímulo fiscal”, subrayó la organización.
Ahondó que esta inyección, que se llevó a cabo con fondos públicos, incrementó el precio de los activos, lo que a su vez permitió el aumento de “las fortunas de las personas más ricas del mundo. Si bien los gobiernos han hecho lo correcto al apoyar a sus economías durante las crisis, apenas han tomado medidas para garantizar que los más ricos no sean quienes acaparen los beneficios indirectos de estos paquetes de estímulo”.
La afirmación de la Oxfam se basa en el artículo titulado “El gobierno lucha contra la pandemia, el retorno del mercado de valores y el brote del virus COVID-19”, publicado el 9 de abril de 2021 en la revista de divulgación científica Comercio y finanzas de mercados emergentes, cuyos autores, Chun Ping Chang, Gen Fu Feng y Mingbo Zheng, advierten que tras el estallido de la pandemia por COVID-19, la respuesta de los gobiernos benefició a los rendimientos del mercado de valores.
Lo anterior, debido a que la riqueza de los hombres más ricos del mundo “está estrechamente vinculada al comportamiento de los mercados financieros, ya que la mayor parte de su patrimonio consiste en activos financieros”, por lo que los activos financieros de esta élite aumentaron su valor de manera significativa, “especialmente de los rendimientos de los mercados de valores”, y por lo tantos sus respectivas fortunas.
Esta situación, a su vez, no impactó de manera positiva al combate de la pobreza extrema, que si bien iba reduciéndose, con la llegada de la pandemia por COVID-19, cambió, ya que la misma “ha contribuido al primer aumento de la pobreza extrema global en más de dos décadas”, según un estudio del Banco Mundial del 2022, denominado Pobreza y Prosperidad Compartida 2022.
La organización recordó que en momentos de “crisis económica, las y los trabajadores son los primeros en sufrir las consecuencias, en forma de reducciones salariales y pérdida de empleo”, y refirió un análisis que en 2022, reveló cómo “el salario de al menos mil 700 millones de trabajadoras y trabajadores creció menos que la inflación, lo que redujo su capacidad para comprar alimentos o pagar las facturas energéticas”.
Reiteró que “mientras las grandes empresas y las personas más ricas siguen prosperando”, la crisis afecta cada vez más a las personas más pobres, así como a los proyectos dirigidos al combate de la “pobreza y el hambre”. “Además de aumentar el desempleo y reducir los salarios, y dar lugar a un ajuste fiscal que está amenazando las vidas y los medios de vida de las personas en mayor situación de pobreza del mundo”, añadió.
“Por primera vez en veinticinco años, la riqueza y la pobreza extremas han aumentado notablemente de forma simultánea. En 2020, más de 70 millones de personas más se vieron empujadas a la pobreza extrema (es decir, a vivir con menos de 2.15 dólares al día), lo cual supone un incremento del 11 por ciento”, detalló la Oxfam.
Ya que pese a que los intentos por reducir la pobreza en el mundo, estos se han visto frenados por la crisis energética y de alimentos por la que atraviesa el mundo. Y ejemplificó con una situación en la India, en donde antes del inicio de la guerra de Rusia contra Ucrania, una ama de casa lograba comprar gas de uso doméstico con 450 rupias, sin embargo, actualmente este combustible tiene un costo de más de mil rupias.
Este incremento en los costos de energía responden a la inflación, que, nuevamente, golpea a los más pobres, y juega un papel muy importante en esta crisis económica, al determinar el aumento en el precio de bienes y servicios básicos para la población, pero a su vez está beneficiando a un selecto grupo: sí, otra vez los más ricos del mundo, quienes logran aumentar sus márgenes de ganancia, lo que, “como un ciclo interminable, incrementa la inflación”.
“Un gran número de mega empresas se está aprovechando de la crisis del coste de la vida, al utilizar el aumento del crecimiento de los costes externos para justificar la subida de precios mientras amplían en realidad sus márgenes de beneficio; esto es lo que en verdad está alimentando la espiral de inflación. Y quienes salen beneficiados son los millonarios propietarios de estas mega empresas y sus ricos accionistas”, sostuvo Oxfam en su informe.
Lo anterior, explica, porque la energía y los alimentos “son dos de los principales factores que contribuyen a la inflación”, sin embargo, estos sectores se encuentran dominados por un número de empresas muy reducido que funcionan como “oligopolios”, los cuales determinan elevar los precios de estos bienes y servicios “sin miedo a verse perjudicadas por la competencia”, lo que de manera irónica justifican por la inflación.
“Cuando los costes externos caen, el ahorro de dinero resultante beneficia a los accionistas, y no a los consumidores; sin embargo, cuando aumentan los costes, son los consumidores quienes asumen este incremento en los precios que pagan. Esto explica por qué, a pesar de que el precio de la gasolina esté bajando, el precio del combustible en las gasolineras sigue siendo elevado”, ahondó la Oxfam.
Añadió que cada vez más investigaciones evidencian “cómo los beneficios empresariales y sus elevados márgenes son un factor que está contribuyendo significativamente a elevar la inflación”, ya que, además, capitalizan las crisis, al utilizarla como “cortina de humo para aplicar precios aún mayores”. “Empresas de los sectores de la alimentación y la energía baten récords de beneficios y pagan dividendos históricos a sus ricos accionistas y sus propietarios milmillonarios”, sostuvo la Oxfam en su informe publicado el presente mes de enero.
Por ejemplo, el organismo no gubernamental señaló que “estudios realizados en Estados Unidos, Reino Unido y Australia han revelado que el 54 por ciento, el 59 por ciento y el 60 por ciento de la inflación en estos países, respectivamente, se debe al incremento de los beneficios empresariales”. Mientras que “en España, Comisiones Obreras (CCOO, uno de los mayores sindicatos del país) concluyó que los beneficios empresariales han sido responsables del 83.4 por ciento de la subida de los precios durante el primer trimestre de 2022.”
Pero para contrarrestar esta situación, el estudio sugiere algunas estrategias, principalmente la de obligar a esta reducida élite de millonarios a pagar más impuestos. “La solución a las múltiples crisis a las que nos enfrentamos en la actualidad pasa por elevar la tributación de los ultra ricos y de las grandes empresas. Esta medida puede contribuir a evitar la austeridad, así como contener la inflación y la subida de los precios”, sostiene.
La Oxfam explicó que esta fiscalización “puede, por un lado, redistribuir y reducir la desigualdad de forma directa y, por otro, generar ingresos que los Gobiernos pueden invertir en políticas que a su vez reducen la desigualdad” como en servicios de salud, de educación, investigación científica, educación ambiental, entre otras, lo que a su vez garantiza “que haya gobiernos eficientes y competentes”.
La organización argumentó que el sistema fiscal juega un “papel fundamental en la reducción directa de la desigualdad”, por lo que exhortó a construir “sistemas tributarios progresivos” los cuales, afirmó, tienen la “capacidad de reducir la desigualdad de manera directa” gracias a que, no sólo logran “disminuir el porcentaje de riqueza nueva que va a parar a manos de los más ricos”, también permiten la redistribución de “esta riqueza de manera más equitativa, se acelera el ritmo de reducción de la pobreza”.
“Gravar el reparto de dividendos con tipos altos puede desincentivar que las empresas sigan llenando los bolsillos ya rebosantes de sus accionistas”, enfatizó y refirió, como ejemplo, a los países escandinavos, en donde “han conseguido mantener niveles de desigualdad bajos gracias, en gran medida, a regímenes fiscales progresivos a lo largo de muchos años”
Un segundo argumento en favor de gravar la riqueza señala que con esta medida los gobiernos lograrían “incrementar la recaudación de recursos públicos para financiar políticas que reduzcan la desigualdad y contribuyan a construir sociedades más igualitarias y sostenibles” para toda la población, “además de proporcionar una financiación adicional muy necesaria para luchar contra la pobreza, la desigualdad, el cambio climático y las crisis humanitarias”, subrayó la Oxfam en su documento.