¿Cuáles son más baratos?, ¿cuál dura más?, ¿cuál arbolito daña menos el medio ambiente? Expertos responden.
Ciudad de México, 11 de diciembre (SinEmbargo).- Se acercan las fiestas decembrinas y con ellas llegan los adornos navideños, enormes esferas de colores, flores de Nochebuena, coronas de adviento y muchos más, pero el rey de ellos, sin duda, es el árbol de Navidad.
Si queremos ayudar contribuir en el cuidado del medio ambiente, ¿qué es mejor elegir? ¿uno natural? ¿uno artificial?, SinEmbargo consultó a expertos y esto fue lo que encontró...
Los árboles artificiales duran mucho más tiempo, resultan más económicos si se toma en cuenta que pueden utilizarse durante varias navidades. Además no necesitan tantos cuidados, pero son más contaminantes y dañinos para la salud, al estar compuestos de resinas plásticas y materiales provenientes del petróleo.
La mayoría de las veces no están fabricados con materiales sostenibles y para poder comercializarlos a costos más bajos pueden llegar a contener mercurio y otras sustancias nocivas.
En cambio, los árboles naturales son 100 por ciento biodegradables y dependiendo de las condiciones de humedad, suelo y otros factores, pueden tardar en descomponerse aproximadamente 10 años, el artificial puede tardar hasta 100 años, señala Javier González, Coordinador del Programa Neutralízate de la asociación civil Pronatura.
Así, un arbolito artificial tendría que usarse por lo menos 12 veces para contaminar menos que uno natural.
Eso sí, un árbol natural debe ser rociado con agua para evitar que se seque rápidamente, comenta Adrián Mireles, quien desde hace diez años se dedica a plantar y vender en el Centro Piloto de Árboles de Navidad en Lomas de Tepemecatl Ajusco, durante esta temporada.
Asimismo, se debe tener especial cuidado con las luces, ya que pueden promover que se sequen con mayor rapidez y es necesario evitar exponerlos a fuentes de calor.
Un árbol natural, para ponerse a la venta, necesita entre cinco y siete años, dependiendo del tamaño que el consumidor prefiera, señala Mireles y hace hincapié en que por cada árbol talado son plantados otros tres.
Para venderse, el árbol es cortado en el momento que llega el cliente o hace un pedido, por ello no es tan común que sean arrancados de la tierra sin que lleguen a adornar la casa de una familia, dice Adrián Mireles y recuerda que el año pasado hubo un sobrante de seis árboles, mismos que fueron donados a la iglesia de San Miguel Ajusco.
De acuerdo con información de la agencia Notimex, la secretaria de Desarrollo Rural y Equidad para las Comunidades, Rosa Icela Rodríguez, subrayó la importancia de apoyar a los productores de árboles de temporada y resaltó que al adquirir un árbol en alguna de las plantaciones que cuentan con permiso oficial para esta actividad, se contribuye a mantener las zonas boscosas que proveen de oxígeno a la ciudad y a la reforestación.
Recordó que al comprar un espécimen de ese tipo “no se hace un daño a la naturaleza, al contrario, se favorece la calidad del aire que tiene la Ciudad de México”.
Con el fin de darle un respiro al planeta, al final de la temporada, autoridades de cada entidad habilitan centros de acopio instalados de forma estratégica, donde reciben los árboles. En el caso de la Ciudad de México, participan las 16 delegaciones y una cadena de autoservicio.
Este 2015, productores del paraje El Cofrecito, en la zona del Ajusco, tienen listos ya ocho mil árboles de Navidad para vender a los capitalinos y habitantes de las zonas cercanas, cada uno entre 450 y 800 pesos, según el tamaño que va desde 1.80 hasta 2.40 metros.
En cuanto a los artificiales, su costo puede ir de los 200 hasta los 3 mil pesos.