Londres, 17 Nov (Notimex).- Policías fuertemente armados custodian la seguridad en las terminales del tren rápido de pasajeros Eurostar que conecta a las ciudades de Londres y de París a través del Eurotúnel que cruza el Canal de la Mancha.
La travesía de la ciudad del Big Ben a la Ciudad Luz inicia en la estación internacional de King’s Cross St. Pancras, donde policías con armas largas vigilaban ayer el reducido tránsito de personas, mientras en Francia se vive un estado de emergencia.
Un uniformado de la Policía Metropolitana Scotland Yard tranquiliza a los pasajeros que manifiestan sus dudas sobre la seguridad del Eurotúnel tras los ataques terroristas del viernes en París, que dejaron al menos 129 personas muertas.
“Es seguro”, señala el policía con una leve sonrisa, mientras desea a los temerosos e indecisos “un buen viaje” en el trayecto a París, que tiene una duración de dos horas con 17 minutos.
Las escenas de trenes vacíos del fin de semana comienzan poco a poco a llenarse con profesionistas, familias, y turistas de diversas nacionalidades que antes de abordar los vagones pasan por un estricto control de vigilancia y una doble inspección fronteriza.
Los agentes de migración de Gran Bretaña y Francia revisan minuciosamente los pasaportes. En particular, un joven francés de pelo oscuro que podría pasar por marroquí o sirio es interrogado brevemente para luego proseguir a la sala del tren.
El administrador del único bar que existe en la sala de espera comenta a Notimex que los empleados son inspeccionados rigurosamente antes de comenzar a trabajar. “Incluso me revisan cuando salgo a fumar un cigarro y regreso”.
En el subconsciente colectivo prevalece el nerviosismo y se puede notar en las caras largas y el silencio de los vagones. La gente se distrae en el tren con sus teléfonos celulares, leyendo, durmiendo y escuchando música.
Una vez en la capital francesa, el ambiente es sombrío en medio del tercer día de luto nacional. La algarabía parisina fue sustituida por rostros reflexivos en los vacíos restaurantes, cafeterías y hoteles de un lunes a la medianoche.
Los parisinos parecen más amables: desde los taxistas que no te regañan por no hablar francés, el barrendero que ofrece a los pocos turistas tomarles una foto frente al Arco del Triunfo y la recepcionista del hotel.
La escenas tristes son una constante, principalmente en las inmediaciones del Teatro Bataclán, escenario de la ejecución de la mayoría de las víctimas, así como en la Plaza de la República.
En el trayecto de vuelta a la Gare du Nord las sirenas de la policía dominan el ambiente parisino, en el recorrido desde el elegante Champs Elysées, pasando por los antiguos barrios, iglesias y edificios que caracterizan a la ciudad de la emblemática Torre Eiffel.
La presencia policíaca es discreta en la terminal de trenes parisina, las filas son cortas y el personal de Eurostar permite a pasajeros que perdieron su tren abordar el siguiente sin costo alguno.
La compañía también ha flexibilizado su política para los usuarios que por miedo decidieron cancelar su viaje y les permite hacer cambios sin recargos para viajar en otra fecha.
El paso por seguridad y el control migratorio es expedito a diferencia de otras veces cuando las filas son interminables.
Un policía francés armado instruye en perfecto inglés a los paseantes que tienen que colocar sus pertenencias por la banda de los rayos equis.
Una vez en la sala de espera, los anuncios a través de los altavoces que alertan a los pasajeros “no dejar paquetes o bolsos desatendidos o de lo contrario serán removidos”, es un recordatorio permanente de que un nuevo atentado es posible, en cualquier lugar, en cualquier momento.
De vuelta en Londres, la Policía Metropolitana distribuye volantes a cada uno de los pasajeros que arriban a los andenes y, para nuestra sorpresa, no los desechan, sino que los leen.
El panfleto pide que aquellos que tengan fotografías, videos o que hayan sido testigos de los ataques del viernes 13 de noviembre en París se comuniquen, sin costo alguno, a la línea antiterrorismo 0800 789321.