ENTREVISTA | El pasado mexicano tiene mucho futuro por delante… no está cerrado: Villoro

07/10/2015 - 12:00 am
Juan Villoro en el Colegio Nacional, donde organiza las Jornadas Amado Nervo. Foto: Francisco Cañedo, SinEmbargo
Juan Villoro en el Colegio Nacional, donde organiza las Jornadas Amado Nervo. Foto: Francisco Cañedo, SinEmbargo

Las jornadas sobre Amado Nervo organizadas por Juan Villoro en el Colegio Nacional destacan el sentimentalismo y la cursilería que dan sustancia a la cultura pop mexicana

Ciudad de México, 7 de octubre (SinEmbargo).- Iniciaron ayer las conferencias tituladas «Este libro en que laten las orgías», Amado Nervo y la configuración del sentimentalismo mexicano, coordinadas por Juan Villoro en el Colegio Nacional.

Las charlas, que siguen mañana 8, el 20 y concluyen el 22 de octubre, a las 19 horas, en el Aula Mayor de la institución, cuentan con la participación del propio Juan Villoro, Carlos Pellicer y, para la conferencia-concierto, con Guillermo Zapata y Hernán Bravo Varela.​

Se trata de rescatar la cultura pop de nuestro país para adentrarse en lo que podríamos considerar la esencia de la identidad nacional, esa cursilería tragicómica que incluye las telenovelas, los boleros de Agustín Lara y por supuesto las canciones de José Alfredo para vivir la siempre atribulada experiencia amorosa.

Se trata también de hurgar en el pasado para saber quiénes fuimos y cómo eso que fuimos está metido en el ADN que nos da actualidad y consistencia como habitantes de un lugar determinado.

Así es que Juan Villoro, el que recientemente fue considerado por Elena Poniatowska “el mayor intelectual de la actualidad en México”, puesto que “se lo lleva de cabeza a todos”, se interesó por el poeta de Tepic, nacido como Juan Crisóstomo Ruiz de Nervo y Ordaz en 1870 y fallecido en 1919 en Montevideo, Uruguay.

El gran germanista, el experto en Ramón López Velarde (1888-1921), el experto en rock y en futbol, de pronto interesado en un poeta cursi, adaptado al sistema, nada combativo y defenestrado por toda una generación, la suya.

Para Villoro se justifica la elección. Mira más allá de los clichés de su cultura, para hallar primero unas cuantas obras rescatables –sobre todo en prosa– de Nervo y para construir con sus poesías masivas en su época el entramado que constituye la identidad emocional de sus compatriotas.

El tema bien vale una entrevista que, por tratarse de Villoro, incluye otros temas y otros paradigmas, siempre de interés placentero e iluminado verbo.

¿UN INTELECTUAL O UN POETA?

–¿Amado Nervo fue un intelectual o un poeta?

–Fue las dos cosas. Murió como representante del gobierno de Carranza en un momento que el Presidente había lanzado por primera vez en la historia de México una política exterior con raíz latinoamericana. Antes que Amado Nervo, en Buenos Aires y en Montevideo estuvo Isidro Fabela (1882-1964) como embajador, quien había sido Ministro de Relaciones Exteriores. Nervo se había peleado con el carrancismo, pero Carranza lo recupera, por su fama de poeta, para que ponga en práctica una política panamericana. Leopoldo Lugones había dicho en Argentina que los latinoamericanos somos tan pobres que lo único que tenemos para intercambiar son poetas. Es la época de la diplomacia de los poetas. Nervo murió escribiendo un ensayo sobre los derechos de la mujer, vivió escribiendo en los periódicos, desde crónicas sociales hasta artículos políticos. Claramente fue un intelectual y poeta de mucho éxito.

–¿Tenía una idea especial de México y una particular en torno a Nayarit, su estado natal?

–Él, como Rubén Darío, nació en la periferia de la cultura. Es de Tepic, una zona muy apartada de los centros culturales y a varias horas en diligencia de muchos lugares. Tenía, por supuesto una visión integradora de la cultura mexicana, un tanto demagógica, se convirtió en un poeta cívico. Mi generación se aprendió de memoria en la escuela su poema sobre los niños héroes, sobre la patria de bronce y contribuyó, en una de sus tantas facetas, a construir una mitología acerca de la patria mexicana. No fue un hombre político, más bien fue un hombre acomodaticio con el poder. Trabajó para Madero, Huerta y Carranza. Es decir, que se adaptó. Tuvo una función pública importante. Su obra más importante es la íntima, que lo convirtió en el gran proselitista del sentimentalismo latinoamericano.

–Hacía años que no hablábamos de Amado Nervo.

–No, porque era un poeta execrado por mi generación. Porque es muy cursi, ridículo en muchas de sus facetas. Pero al mismo tiempo es un buen escritor. Tanto Alfonso Reyes como José Emilio Pacheco siempre decían que hacía falta hacer una buena antología de Nervo, para recuperarlo como escritor. Él hizo el primer libro sobre Sor Juana en 300 años. Era una poeta olvidada cuando él la recuperó, por lo que valdría la pena hacer algo parecido con Nervo. Mi función no es la de un crítico literario. Me interesa mucho situar al poeta en su época y en su contexto. Su entierro fue el más concurrido de la historia de México, un entierro más tumultuoso que el de Pedro Infante y Agustín Lara. ¿Qué dice eso de nuestro país? Nunca este país se ha unido tanto como cuando murió Amado Nervo. Creo que él salta de la poesía y de la crítica literaria que lo considera cursi, meloso, un profeta de la autoayuda, y encarna en el bolero, la radionovela, la telenovela, la publicidad romántica de los vestidos de moda que contribuyen a crear los protocolos del sentimentalismo latinoamericano y muy especialmente del mexicano.

–¿Con qué espíritu entonces organizas estas jornadas en el Colegio Nacional?

–Con la idea de conocer mejor esta recóndita alma de la cursilería mexicana que nos define tanto. El sentimentalismo que está presente en muchas zonas de nuestra vida y que no siempre nos atrevemos a mencionar. Cómo desde la literatura hay fenómenos que encarnan en cosas que hoy podemos ver más en la música de Juan Gabriel, de Roberto Cantoral, que propiamente en la creación literaria. Amado Nervo, por otro lado, es el primer autor de ciencia ficción en nuestro país, lo cual lo hace muy interesante. Como suele ocurrir con quienes manejan los dobleces del sentimentalismo, escribe poemas de amor fácilmente aceptados que se sustentan en la transgresión sexual muy fuerte que forma parte de una obra más restringida, para un público minoritario. Tiene una novela que para mí es el antecedente de El beso de la mujer araña, de Manuel Puig, llamada El donador de almas y que trata, en una gran tensión gay, de una transmigración de almas, desde el cerebro de un hombre donde habita el de una mujer y hay muchas reflexiones de transgénero. Es una novela hermafrodita. Tiene un poema de amor a un andrógino, cosa que en aquella época era algo totalmente descomunal.

Creo que el pasado de México tiene mucho futuro por delante. La verdad es que el pasado no está cerrado. A veces pensamos que debemos ver lo que sucedió con una idea de clausura, que no puede ser modificado, pero todos estamos reconfigurando el pasado. Foto: Francisco Cañedo, SinEmbargo
Creo que el pasado de México tiene mucho futuro por delante. La verdad es que el pasado no está cerrado. A veces pensamos que debemos ver lo que sucedió con una idea de clausura, que no puede ser modificado, pero todos estamos reconfigurando el pasado. Foto: Francisco Cañedo, SinEmbargo

–¿Hay tres obras para leer sí o sí de Amado Nervo?

–Recomendaría la citada El donador de almas, los poemas “Jardines interiores”, “La amada inmóvil”, “Plenitud”, “Místicas”, “Perlas negras” y hay un personaje del que él habla, que es Tello Téllez, su álter ego, con el que reflexiona de forma muy interesante. Está también la novela breve El bachiller, que termina con una castración, un fuerte sacrificio sexual. En fin, es un autor mucho más complejo de lo que pudiera pensarse en primera instancia. Hay mucho que recuperar en Nervo, no tanto a partir de la crítica literaria, sino a partir de los estudios de género y los estudios culturales.

–Una mirada sociológica, diríamos.

–Sí, su repercusión en la cultura pop. Por ejemplo, los libros Vaquero vienen de una novela como Pascual Aguilera, de alto tema erótico.

–¿Cómo será tu libro sobre Amado Nervo?

–Bueno, no sé si será un libro…

–Elena Poniatowska nos contó que estás haciendo un libro sobre Nervo.

–Elena siempre piensa que puedo hacer mejores cosas de las que hago. Lo cierto es que ojalá llegue a hacer un libro, una crónica de este poeta que llegó a ser el más famoso de su tiempo. Gustavo Jiménez Aguirre, el máximo especialista en Nervo, lo llama el primer escritor de masas de la cultura mexicana. Entonces, cómo interpretar esto, se trata de la época en que en México hay 16 escuelas preparatorias y 26 seminarios; la mayoría de los discursos espirituales se dice en las iglesias. Los recitadores de poesía se convierten en los primeros emisarios laicos de la espiritualidad de nuestro país y ofrecen una alternativa a los sacerdotes. Nervo es un grandísimo recitador, se vuelve tan exitoso que empieza a adelgazar su mensaje. Empieza como gran amigo de Rubén Darío, milita en el modernismo, tiene una búsqueda muy compleja en la poesía y la va simplificando en aras de un mensaje casi de autoayuda. Su sinceridad es la razón de su éxito inmediato. Escribe poemas como “En paz”, que según Octavio Paz es la versión española de la canción “My Way”. Su simpleza lo vuelve muy exitoso entre el gran público. Por eso los escritores se alejaron de él. Curiosamente, uno de sus mejores discípulos fue Ramón López Velarde, el poeta más alabado y mejor leído de la literatura mexicana.

–Sobre el que escribiste un libro (El testigo)

–Exacto, por eso me interesó más. Velarde admiraba mucho a ese poeta que luego sería execrado por la generación siguiente. Agustín Lara tiene 22 años en los momentos funerales de Amado Nervo y pasa a ser su gran heredero.

–Tu interés es la cultura pop

–Sí, cómo nos enamoramos y cómo nos atrevemos o no a ser cursis los mexicanos. Hay algo ahí que siempre es enigmático y muchos de esos recursos vienen de la poesía de Amado Nervo.

–Alberto Barrera, que acaba de ganar el premio Tusquets, dice que hay una historia no escrita de la cursilería latinoamericana

–Tiene toda la razón. Y una de las mejores frases de Alberto Barrera es cuando dice que los latinoamericanos sólo creen en lo que sienten. No les basta explicar o entender las cosas de un modo racional, las tiene que sentir. Alberto ha sido además un gran autor de telenovelas, entiende muy bien el repertorio emocional. La telenovela, como tantos poemas de Amado Nervo, se basa en esa tensión extraña entre lo que puede ser dicho y circula como el amor aceptado y las causas de ese amor, que muchas veces son horrendas, truculentas, sórdidas, distorsionadas. Esa doble moral que tanto nos determina a los latinoamericanos, el gusto de la caída y el temor de que se sepa, está perfectamente cifrada en el personaje de Nervo y en su poesía.

–Produce mucha emoción, en este estado de crispación en México, reencontrarse con ese pasado de su cultura popular inmediata.

–Creo que el pasado de México tiene mucho futuro por delante. La verdad es que el pasado no está cerrado. A veces pensamos que debemos ver lo que sucedió con una idea de clausura, que no puede ser modificado, pero todos estamos reconfigurando el pasado. Quién fue verdaderamente Amado Nervo y qué legado nos deja creo que son cosas que iremos redefiniendo con el tiempo. Por eso hay autores que durante un tiempo se eclipsan y luego emergen.

Tiene pendiente terminar el libro sobre la ciudad de México que inició hace 17 años. Foto: Francisco Cañedo, SinEmbargo
Tiene pendiente terminar el libro sobre la ciudad de México que inició hace 17 años. Foto: Francisco Cañedo, SinEmbargo

–A uno lo calma encontrarse con ese pasado…

–Y sí, porque es importante reconocer que las cosas tienen historia. Me gusta la etimología por eso, detrás de una palabra, por ejemplo, hay una novela de aventuras que llegó a definirla y lo mismo pasa con el sentimiento, hay una serie de protocolos que nos permite aceptar una frase como la de Roberto Cantoral: “Hoy quiero saborear mi dolor”. No es una idea del vacío, viene del modernismo, pasa por Agustín Lara cuando dijo “mi novia es la tristeza” y entronca en la canción romántica contemporánea.

–Dice también Elena Poniatowska que eres el intelectual más importante de México en este momento.

–[Risas] Bueno, pero Elena es una gran autora de ficción y esa frase lo demuestra.

–¿Te preocupa lo que dicen de ti?

–Bueno, explorar la figura de Nervo es explorar la figura de un escritor que estuvo voluntariamente en el ojo público, que construye un personaje para satisfacer ese ojo público y eso en parte lo destruye. Eso desde luego es una preocupación para cualquier escritor y en mi caso estoy lejísimos de encarnar esa figura, más allá de las buenas intenciones de Elena.

–Pensaba cuáles serían tus deseos más íntimos, que no dirás claro en el contexto de una entrevista, pero debe de haber alguna ambición escondida que podrás confesar.

–Claro, terminar el libro sobre la Ciudad de México que comencé a escribir hace 17 años. El año que viene mi libro pendiente cumplirá 18 años, será mayor de edad.

–A lo mejor se escribe solo, entonces.

–Ojalá. Me he visto limitado por una serie de circunstancias, pero sobre todo por un sentido de pertenencia al tema que tiene que ver con que es imposible abarcar toda la Ciudad de México. En lo personal, mis ambiciones más íntimas tienen que ver con mis hijos, que crezcan bien. Siento que hay muchas cosas en el tintero y siempre recuerdo que Miguel de Cervantes escribió la segunda parte de El Quijote a los 68 años, así que hay esperanzas todavía.

–¿Qué reflexión tienes para la muerte reciente de la agente literaria Carmen Balcells?

–Es increíble, porque Carmen Balcells representó el nacimiento de una época y muere cuando acaba esa época. El momento en que la industria editorial está en crisis absoluta, en que los grandes grupos se hacen cargo del mercado, cuando Cataluña tiene un proyecto de independentismo, lo que hace pensar que Barcelona ya no será el centro editorial en español…

–¿No te parece también que terminó con ella la idea del escritor como rockstar, al menos en nuestro idioma?

–Exactamente, esa idea del escritor como prócer cultural, como posible Presidente de su país, el último de los cuales es Mario Vargas Llosa, ya no existe en la actualidad. Representa el fin de toda una época. Ella fue muy importante para dignificar el papel del escritor y ayudó mucho, de eso se habla poco, a los autores de novelas populares a los que nunca les pagaban nada y les robaban todas las regalías.

–¿Y la muerte de Henning Mankell?

–Uy, no sabía que murió Mankell…

–Sí, hoy a la mañana [el lunes pasado].

–Qué tristeza, no era tan mayor. Me gustaron mucho las novelas de Wallander y también me gustaba mucho el hecho de que hubiera diseñado una novela policial en un país que no asumíamos como un país del crimen, revelando con ello que la condición humana es igual en todas partes, incluso en Suecia, que parece de antemano el mejor de los mundos posible.

–Aunque sea una pregunta política tengo que hacerte, Juan, para concluir esta nota. ¿Crees en «El Bronco» más que en ti mismo?

–[Risas] No, para nada. Creo que es importante que «El Bronco» haya llegado a ser Gobernador porque se trata de un candidato independiente. Ojo, no es un candidato ciudadano y en México debemos aprender a hacer esa distinción. Para ser candidato independiente hay que cumplir tantos requisitos que los único que lo logran son los políticos profesionales que encuentran en la candidatura independiente un plan B. «El Bronco» ha sido un priísta de toda la vida, veremos si es capaz de romper con esa tradición y hacer una política ciudadana, ayudando también a que exista una legislación que permita las candidaturas ciudadanas. Eso lo tiene que demostrar. El hecho de que haya llegado al poder de manera heterodoxa, como miembro del sistema, todavía no nos dice mucho de él.

Mónica Maristain
Es editora, periodista y escritora. Nació en Argentina y desde el 2000 reside en México. Ha escrito para distintos medios nacionales e internacionales, entre ellos la revista Playboy, de la que fue editora en jefe para Latinoamérica. Actualmente es editora de Cultura y Espectáculos en SinEmbargo.mx. Tiene 12 libros publicados.
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