El Secretario de Gobernación dijo ayer que en el quinto autobús no venían estudiantes. El GIEI dice que sí había; también los normalistas que estaban en él la noche trágica.
Ciudad de México a 30 de septiembre (SinEmbargo).- Alex, uno de los 14 sobrevivientes del quinto autobús que fue “borrado” por la Procuraduría General de la República (PGR), llamó al Secretario de Gobernación Miguel Ángel Osorio Chong a ir a Ayotzinapa para entrevistarse con los normalistas que estuvieron en la unidad la noche trágica del 26 de septiembre de 2014 en Iguala y sobrevivieron a las balas y la persecución de policías federales y municipales.
“Que venga a la escuela, aquí estamos todos los sobrevivientes, salvo dos que ya salieron. Los demás pueden confirmar lo que yo dije y lo que dijeron los expertos”, dijo Alex.
El joven normalista era estudiante de primer grado cuando ocurrieron los hechos y narró a SinEmbargo hace una semana lo que vivió aquella noche del 26 y la madrugada del 27 con otros 13 jóvenes, cuando fueron detenidos por la policías municipales frente al Palacio de Justicia de Iguala y luego perseguidos a punta de balazos por federales.
Ayer Osorio Chong negó ante senadores que en el quinto autobús hubiera estudiantes, a pesar de que los testimonios recabados tanto por periodistas como por expertos internacionales establecen que sí.
Estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa, sobrevivientes de la tragedia, brindaron testimonios de que estuvieron en un quinto autobús que fue desalojado por policías. Otros testimonios del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI) de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) confirmaron que incluso los estudiantes que salieron de ese quinto autobús vagaron toda la noche, perseguidos por agentes, y sobrevivieron.
El reporte de los expertos internacionales da hora y nombre de testimonios e incluso habla de civiles que dieron asilo a esos estudiantes mientras eran acosados. Al menos uno de esos estudiantes ha hablado con la prensa.
Fuentes consultadas por SinEmbargo revelaron que varios de los normalistas sobrevivientes declararon ante la PGR los hechos sobre el quinto autobús, en presencia del grupo de expertos de la CIDH.Es decir, en el expediente de la PGR sobre el caso Ayotzinapa, están las versiones de los estudiantes que Osorio Chong parece negar.Pero una comunicación de hoy mismo, la Secretaría de Gobernación aclaró a SinEmbargo que el titular se refería a que en ese camión no viajaban los 43 normalistas desaparecidos, aunque la transcripción y lo dicho ante legisladores sugieran otra cosa.
–¿Está mintiendo Osorio Chong?, se le preguntó a Alex, uno de los sobrevivientes.
–Sí, pues sí. Por algo no quieren que salga a la luz ese autobús, la historia de lo que pasó esa noche, contestó.
“En ese informe [del GIEI] se mencionaba el autobús número 5, pero además dentro del expediente que obra en manos de la Procuraduría General de la República, se señala el autobús número 5, al que usted hace referencia. Y ahí mismo se señala que nunca hubo un estudiante que estuviera en algún momento dentro de este autobús”, dijo el Secretario de Gobernación a senadores.
Durante su comparecencia en el Senado de la República, el titular de la Secretaria de Gobernación (Segob) indicó que el autobús que se menciona en el Informe del GIEI, presentado el pasado 6 de septiembre, se señala también dentro del expediente que obra en mano de la Procuraduría Genera de la República (PGR).
Alex, el sobreviviente del quinto autobús, afirmó que él personalmente fue uno de los normalistas que declaró el 27 de septiembre por la mañana lo sucedido aquella noche ante la Procuraduría General de Justicia de Guerrero y ante personal que identifica como de “derechos humanos”. Ellos se quedaron con copias de todas las declaraciones y documentos.
El sobreviviente aseguró que él y otros tres normalistas del quinto autobús viajaron al Distrito Federal y declararon ante un Ministerio Público federal los sucesos del 26 y 27 de septiembre. Ese día estuvieron presentes los abogados del Centro de Derechos Humanos de la Montaña (Tlachinollan). Eran varios MP, y eran mujeres, recuerda.
El joven lamentó que Osorio Chong pretenda “borrarlos”, como borraron al quinto autobús del expediente.
“No sé porqué lo hace. Es como si no importáramos, como si no fuéramos víctimas del atentado. Para ellos no importan los 14 que estuvimos ahí”, dijo.
El normalista sobreviviente reveló a SinEmbargo hace una semana que había recibido amenazas a través de su celular.
Las amenazas cesaron, porque cambió de número y aseguró que otros sobrevivientes del quinto autobús, también fueron amenazados en el pasado, por personas desconocidas.
¿UN ERROR?
Osorio Chong se contradijo incluso con la declaración que tiene la PGR: la del chofer del quinto autobús.
El 6 de septiembre el grupo de expertos interdisciplinarios de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) presentó un informe final sobre sus investigaciones en México en torno al caso y reveló que PGR, bajo el mando del ex Procurador Jesús Murillo Karam, pasó por alto y omitió en el expediente, la existencia del quinto autobús en el caso Ayotzinapa, un Estrella Roja con 14 normalistas, que fue vaciado a punta de balazos por la Policía Federal a la altura del Palacio de Justicia, en la salida Iguala-Chilpancingo.
De acuerdo con los expertos del GIEI, luego de que cuestionaron a la PGR la omisión en el expediente de los hechos relacionados con el quinto autobús, la dependencia mostró la declaración del chofer, la cual coincide en una parte con la de los 14 sobrevivientes: los estudiantes subieron a la unidad y la sacaron de la terminal de autobuses.
La PGR informó a los expertos que omitió esos hechos, bajo el pretexto de que ese camión fue abandonado por los normalistas inmediatamente después de sacarlo de la Central de Camiones de Iguala, porque se pusieron nerviosos y pensaron que no servía, de acuerdo con la declaración del conductor de la unidad.
Esa declaración bastó para que la PGR desechara ese quinto autobús como evidencia y no consignara el hecho ni considerara ese autobús como escena del crimen, lo que sí quedó expuesto por los normalistas sobrevivientes.
De acuerdo con el informe de GIEI la declaración del chofer del autobús Estrella Roja, contradice la versión del grupo de normalistas sobrevivientes.
“Los testimonios de los sobrevivientes son consistentes entre sí, en que fueron obligados a bajar del bus, estando a unos 100 metros del autobús, Estrella Oro, y que huyeron a un cerro. Existen varias evidencias en el C-4 de llamadas sobre movimientos de jóvenes en dicha zona y la colonia Pajaritos y la colonia 24 de febrero que concuerdan totalmente con las declaraciones de nos normalistas y que fueron finalmente confirmadas ante la propia PGR en declaración nuevamente rendida en julio de 2015. Un testigo señala que en ese escenario, a unos 100 metros del autobús, antes de donde se encontraba el autobús, Estrella de Oro, el autobús, Estrella Roja fue detenido por una patrulla de la Policía Federal. Una declaración manuscrita en el expediente de otro testigo lo señala también. Estas circunstancias no se han investigado hasta ahora”, dice el informe.
El transporte existió, aceptó después de la PGR, pero no fue escena del crimen porque fue abandonado por los estudiantes, casi inmediatamente después de sacarlo de la Central de Autobuses.
Al presentar el autobús Estrella Roja que habría sido abandonado, los expertos del GIEI determinaron a través de un peritaje, que podría no tratarse del mismo camión que fue tomado por los 14 estudiantes y que aparece en un video que lograron recuperar del momento en que salen los autobuses de la central camionera de Iguala.
“El hecho de que el autobús no apareciera registrado en la investigación y se hubiera narrado sobre el mismo un suceso que no ocurrió (que fue destruido a la salida de la estación) es en sí mismo un elemento de sospecha. ¿Por qué se omitió? ¿Por qué no se procesó, por qué no se tomaron evidencias? ¿Por qué no se identificó hasta que el GIEI señaló su existencia?”, cuestionan los expertos.
Alex, el joven sobreviviente, reveló que llevó personalmente a las autoridades y a quienes se identificaron como defensores de derechos humanos hacia la salida a Chilpancingo, frente al Palacio de Justicia, para indicarles cómo llegaron hasta ahí en un autobús Estrella Roja y la forma en la que desapareció antes de las 11 de la noche.
“Fui yo y otro compañero sobreviviente quienes declaramos y llevamos a personal de derechos humanos a una reconstrucción. Ellos, los de derechos humanos, se llevaron las declaraciones, los informes, todo lo que declaré en la procuraduría, por eso se me hace extraño que no se haya investigado eso”, dijo.
El joven normalista fue uno de los ocho estudiantes que en un primer momento arribaron a la central de autobuses en un Costa Line y que fueron encerrados por el chofer del vehículo.
Luego de que el resto de los normalistas arribaran al lugar en dos autobuses Estrella de Oro en apoyo de sus compañeros, decidieron llevarse otros tres autobuses. Uno de ellos un Estrella Roja que estaba a punto de salir de la terminal sin pasajeros.
“El Estrella Roja ya había prendido, se estaba empezando a mover cuando lo paramos. Yo fui el penúltimo en subirse. El chofer nos dijo: ‘sí vámonos. Yo tengo familia en Tixtla, ahorita nos vamos”, relató.
Los estudiantes se relajaron. Empezaron a bromear, iba contentos. Entonces el chofer recibió una llamada, afirmó Alex:
–Nos vamos para Tixtla con los chavos de la escuela de Ayotzinapa. Me agarraron y llevo un Estrella Roja, dijo al teléfono.
Después de la llamada, el chofer les dijo a los 14 jóvenes que debía detenerse para entregar unos documentos. Llevaba un sobre de papel manila cerrado.
–Ya no voy a ir a donde iba. Les pido un favor: va a venir una persona por estos documentos, les indicó.
–Está bueno, le damos cinco minutos parece por ahí, esperamos que vengan, contestó el líder del grupo de los estudiantes.
Una mujer y un hombre llegaron enseguida en una motoneta, recogieron el sobre cerrado y se retiraron.
–Ahora sí vámonos. Yo tengo familia en Tixtla. Vámonos ya quiero tomar unas vacaciones, les dijo el chofer cuenta Alex.
El autobús Estrella Roja siguió su camino y tomó Periférico Sur. Antes de llegar al Palacio de Justicia el chofer se detuvo. A unos 500 metros había alrededor de 10 patrullas y uno de los autobuses Estrella de Oro detenido. Varios policías municipales bajaban a los estudiantes y se los llevaban en las unidades.
En ese momento los 14 normalistas del Estrella Roja ya sabían que uno de sus compañeros estaba muerto.
El quinto autobús desapareció antes de las 11:00 de la noche.
El chofer se detuvo y se bajó del autobús para hablar con los policías que se encontraban en el lugar. Mientras ellos hablaban, los municipales apuntaron con sus linternas y sus armas a los rostros de los estudiantes. Empezaron a insultarse mutuamente.
–Son unos perros, ya mataron a uno de nosotros. Jálale, Jálale, a ver si van a matarnos a nosotros también, les gritó uno de ellos.
Los jóvenes empezaron a retroceder y a alejarse poco a poco del autobús. Caminaron dos cuadras. Los policías no los siguieron en ese momento. Entonces echaron a correr por el periférico y luego se escondieron en el monte. Empezaron a caminar alrededor y un poco antes de las 11:00 de la noche bajaron de nuevo a la carretera. El autobús Estrella Roja ya no estaba. Sólo permanecía en el lugar el Estrella de Oro con los cristales rotos y no había ni un alma.
Se reunieron los 14 estudiantes y decidieron caminar hacia el escenario de la Bodega Aurrerá, en donde fueron detenidos tres de los autobuses.
Caminaron sobre la carretera y vieron pasar las dos camionetas tipo van que entraban a Iguala para apoyar a los normalistas y ofrecer una rueda de prensa, en donde serían asesinados dos de ellos más tarde a quema ropa.
Entonces miembros de la policía federal vieron a los normalistas a bordo de sus patrullas y empezaron a perseguirlos a punta de balazos.
“Nos alcanzaron las patrullas. Luego llegaron camionetas de Protección Civil y se nos pusieron a los lados. Por detrás llegaron otras tres patrullas. Quedamos encapsulados en un espacio de 50 metros”, narra Alex.
Había entre los policías, hombres armados vestidos de civil apuntándoles, afirma el joven.
A un lado de la carretera había un arroyo y unas tablas. Los estudiantes se echaron a correr en medio de los vehículos.
–¡Ahora sí ya valieron madre! ¡Pinches chamacos cabrones!, les gritó uno de los federales.
Alex relata: “empezaron a aventar piedras y corrimos. Hubo insultos de ambas partes y nos empezaron a tirar y corrimos. Había un callejón y nos metimos por ahí, apenas alcanzamos a salir del callejón porque venía otra patrulla para encapsularnos, pero no alcanzó a llegar”.
Los normalistas corrieron despavoridos hacia un cerro y empezaron a subir unas gradas como pudieron. Se empujaban, gritaban, el miedo se apoderó de todos.
Una mujer gritaba desde los lejos: “¡No les hagan nada, los muchachos son inocentes no les están haciendo nada!”, recuerda Alex.
Entonces pasaron frente a la casa de la mujer que lloraba y gritaba y le pidieron auxilio. La mujer abrió la puerta y 10 de ellos se refugiaron, los otros cuatro, presos del terror, continuaron corriendo.
–¿Por qué vinieron a Iguala muchachos? No hubieran entrado aquí. Ese pendejo del presidente tiene bien vigilado todo. No hubieran entrado a Iguala, les dijo la mujer.
Entonces les ofreció agua y accedió a que los jóvenes se quedaran hasta las cuatro de la mañana, escondidos en su casa.
Había un ventanal y desde ahí se podía ver hacia la carretera. Había patrullas rondando. Los estudiantes se acostaron en el piso. Algunos se quedaron dormidos, otros se mantuvieron en vela. A las cuatro de la mañana Alex se puso en pie y salió a buscar al monte a los cuatro normalistas que hacían falta. No los encontró y regresó.
A las cuatro y media de la madrugada salieron de la casa que fue su escondite y bajaron las gradas.
Caminaron agotados, hambrientos y asustados por la carretera, cuando sonó un celular.
Era uno de los normalistas que le avisaba al líder del grupo que una patrulla blanca los recogería y así fue. La unidad pasó delante de ellos y se estacionó 20 metros después. Luego dio reversa.
–¡Súbanse chavos!, les dijo un oficial.
“Teníamos miedo, ¿cómo nos íbamos a subir a una patrulla si nos habían perseguido?, luego vimos que venían otros dos compañeros nuestros ahí y nos subimos. La verdad yo tenía mucho miedo y mientras avanzaba yo pensaba en cómo le haría si nos querían hacer algo. Me iba a tirar de la patrulla”, dice Alex.
Los jóvenes fueron trasladados a las instalaciones de la PGJEG para que rindieran su declaración.
Ahí había sólo 60 de los más de 100 estudiantes que habían salido de Ayotzinapa el 26 de septiembre por la tarde.
Les dieron café y pan. Alex empezó a declarar lo sucedido en el quinto autobús. Más tarde empezaron a llegar los padres a preguntar por sus hijos.
Muchos se dieron cuenta, entrada la mañana, como a las nueve –doce horas después de la persecución–, que sus hijos estaban desaparecidos.
43 normalistas que viajaban en los dos autobuses Estrella de Oro, se esfumaron esa noche.
El quinto autobús que desapareció de la escena, que nunca investigó la PGR, ni consignó en su expediente, pudo ser el detonante de la agresión a los estudiantes, al ser un vehículo posiblemente cargado con droga o con dinero, según el informe de los expertos.
“La acción de tomar autobuses por parte de los normalistas, a pesar de que tenía otros objetivos, como era obtener transporte para que los normalistas provenientes de diferentes escuelas normales pudieran participar en la marcha del 2 de octubre, podría haberse cruzado con dicha existencia de drogas ilícitas (o dinero) en uno de los autobuses, específicamente en ese autobús, Estrella Roja”, dice la investigación.