Para los científicos, el desafío consiste en “determinar si los peces sufren y demostrarlo científicamente a base de estudios neurológicos, farmacológicos y del comportamiento”.
Por Cristian Vázquez
Madrid, 15 noviembre (ElDiario. es).- Junto con ciertas aves y roedores, los peces constituyen -después de los perros y los gatos- el segundo grupo de animales más elegidos como mascotas. Existen muchos mitos acerca de los peces. Tal vez el más extendido sea el de su escasa memoria: estudios científicos han comprobado que pueden recordar información al menos durante varios días. Otra creencia muy extendida es que pueden vivir sin problemas en peceras, incluso aunque sean pequeñas, siempre y cuando se mantenga el agua en buen estado. ¿Es esto cierto? ¿Pueden ser felices los peces en un acuario?
“En el entorno académico, de los grupos animalistas y de las administraciones reguladoras existe ahora mismo una polémica viva y un seguimiento activo sobre el tema del bienestar en peces”, explica Lluís Tort, doctor en biología y coordinador de la Unidad de Fisiología Animal de la Universidad Autonóma de Barcelona (UAB). “De la misma manera que ha pasado con los animales terrestres de granja y de compañía, los peces ahora mismo están en el punto de mira de estos tres sectores”.
Tort añade que, para los científicos, el desafío consiste en “determinar si los peces sufren y demostrarlo científicamente a base de estudios neurológicos, farmacológicos y del comportamiento”. Para los grupos animalistas, “tratar de disminuir el número de peces implicados en acuicultura, pesca y acuariología”. Por su parte, para las administraciones, el reto es “asumir qué regulación hay que promover o dictar para evitar malas prácticas respecto al bienestar de los peces”.
LA FELICIDAD DE LOS PECES
Los grupos animalistas y antiespecistas se oponen a toda clase de domesticación. “A nivel etológico, no se establece una relación entre peces y humanos, o en algunos casos sí pero siempre con relación a nosotros como fuente de comida”, señala la Asociación Madrileña Antiespecista. “Por lo tanto -asegura- un pez no podría ser feliz o vivir plenamente en un entorno creado por humanos, donde las condiciones las ponemos nosotros. La domesticación es meramente un cautiverio”.
En todo caso, lo que también es necesario definir es el concepto de “felicidad” aplicado a los animales. Lluís Tort especifica que “los conceptos que utilizamos para los humanos son generalmente inadecuados para asociarlos a los animales, aunque sean animales de compañía, porque es muy difícil demostrar que ellos experimentan sentimientos como la felicidad”. En todo caso, propone Tort, la pregunta debiera limitarse a si se pueden tener en casa como mascotas o no. Su respuesta es que en general sí, en tanto en cuanto se cumpla con cuatro requisitos esenciales:
1. Adecuar el medio ambiente del pez a condiciones cercanas a su medio natural.
2. Darle acceso a la comida que necesita.
3. Mantener al pez libre de enfermedades.
4. Permitirle desarrollar su comportamiento básico.
La prueba de que estos cuatro aspectos se cumplen radica en que el pez tenga un comportamiento normal, coma con regularidad y crezca. “Esos son signos de que no hay alteraciones importantes -señala Tort-, ya que, si no fuera así, no crecería”. En tal caso, por consiguiente, “podemos considerar que el pez está adaptado y en buenas condiciones”.
EL ENTORNO ADECUADO PARA LOS PECES EN UN ACUARIO
¿En qué consiste adecuar el medio ambiente del pez a condiciones cercanas a su medio natural? Se debe tener en cuenta, sobre todo, las características de cada especie de pez. En función de eso, lo más importante es el tamaño de la pecera o el acuario: que el animal tenga espacio suficiente para desarrollar su vida. Hay, además, otras condiciones fundamentales que el entorno debe cumplir para ser apropiado: la temperatura y la calidad del agua, la aireación, la cantidad y la calidad de la alimentación, la iluminación.
Existe un tipo particular de peceras especialmente criticadas desde los sectores animalistas: las de forma semiesférica o “redondas”. Algunas agrupaciones, como Animal Freedom, las califican de “instrumentos de tortura”. ¿Por qué? Sobre todo, por su reducido tamaño: según el mismo organismo, estas peceras pueden contener unos 10-15 litros de agua, cuando el mínimo necesario para garantizar las buenas condiciones para el animal sería de 250 litros.
De acuerdo con Animal Freedom, además, “el entorno de estas peceras no ofrece a los animales variación ni interés. No pueden recluirse de otros peces ni buscar comida como les gusta. Tampoco ofrece gran posibilidad de movimiento. Ciertos peces están preparados para nadar distancias considerables, y en una pecera redonda solo pueden ir en círculos”. Por lo tanto, concluye, “la típica pecera circular es absolutamente inadecuada” para la vida de estos animales.
Al respecto, Lluís Tort apunta que “no existe una respuesta definitiva global que pueda aplicarse a todas las especies, de todos los tamaños y en todas las circunstancias”. “Lo que sí es verdad -detalla el catedrático de la UAB- es que las peceras tipo bola o jarrón redondos son muy pequeños y ello implica una situación de estrés para el pez y puede llegar a producir la muerte”. Sin embargo, añade, “es más un tema de tamaño que de forma del contenedor. De hecho, muchos de los tanques de sistemas de cría y cultivo industrial de peces en sistemas de recirculación suelen ser redondos, y las jaulas marinas de producción también, pero obviamente de diámetros muy grandes”.
Por lo tanto, la falta de variación y la imposibilidad de recluirse o de buscar comida, problemas señalados por Animal Freedom, no tienen que ver tanto con la forma redonda de las peceras sino con su reducido espacio, y también podrían producirse en acuarios rectangulares.
Para evitarlos, Tort recomienda “el enriquecimiento ambiental (refugios, piedras, plantas, etc.) para que los peces dispongan de un entorno lo más natural o adecuado posible”. Para este especialista “es muy importante que, cuando se decida traer peces a casa, se tengan en cuenta esas condiciones y se prepare ese entorno y los complementos necesarios. Si no es así, mejor no traer peces. No porque llamen la atención a niños o mayores se pueden dejar de atender esas condiciones”.
CUANDO SÍ HAY CRUELDAD ANIMAL
¿Se puede hablar entonces, ante ciertas prácticas con los peces en el hogar, de crueldad animal? Sí: cuando no se prepara un entorno adaptado para el ejemplar que se acoge. Es decir, puntualiza Tort, cuando se lo obliga a vivir en un recinto demasiado pequeño, con agua en malas condiciones, sin el alimento que necesita. “En esos casos, mantener los peces en condiciones inadecuadas sería perjudicial y si estas condiciones se mantienen, la salud se deteriora y no se toman medidas, ya se podría hablar de crueldad”.
Por lo demás, hay otro aspecto importante, que se podría considerar la “trastienda” de tener peces como mascotas: cómo llegan esos ejemplares a los acuarios. También en este sentido se realizan, desde luego, buenas y malas prácticas. “Mientras que existen centros de cría en buenas condiciones, hay también otras áreas de mundo, como Sudamérica o el sur de Asia, donde se pescan los peces en los ríos o mares, y su transporte y aclimatación pueden ser muy deficientes y causar importantes perjuicios”.
“Lo ideal sería no tener peces”, enfatiza la Asociación Madrileña Antiespecista, pero, si se han de tener, “que sean aquellos que lo necesiten: existen peces en adopción”. Y, en tal caso, “lo ideal es informarse muy bien para poder crear un acuario con los litros de agua necesarios y cuidar mucho su enriquecimiento ambiental y la alimentación de los animales”.