En el año 1931 se instituyó el 12 de noviembre como el día del cartero en México. Este oficio sustenta a un servicio que se consideró durante muchos años un sector estratégico del país, porque durante muchísimo tiempo fue la única manera de transmitir mensajes u objetos. A lo largo de la historia de la humanidad, prácticamente todas las culturas han instituido sus propias estrategias para el correo, que en el pasado solía estar a cargo de redes de atletas capaces de trasladarse largas distancias. De ahí la palabra “correo”, que se deriva de “correr”.
En México el servicio postal tiene sus orígenes en un decreto del rey Felipe II, quien eligió en 1579 a don Martín de Olivares como el “Correo Mayor de Hostas y Postas de la Nueva España”, que recibió el cargo en 1580 por parte del virrey don Martín Enríquez de Almanza. Sin embargo fue hasta el siglo XVIII que se colocaron oficialmente los buzones y se establecieron las rutas postales. En aquél tiempo, una carta tardaba aproximadamente dos meses en viajar de Nueva España a la Península Ibérica. El tiempo corría mucho más lento.
El trabajo de los carteros es el alma del servicio postal, y su figura ha sido reconocida socialmente como parte de los oficios tradicionales del país. En el cine mexicano quedaron registradas las peripecias de este trabajo en algunas películas que tenían a un cartero como protagonista, como la divertida cinta “El cartero del Barrio”, protagonizada por Adalberto Martínez “Resortes”, Yolanda Varela y Germán Valdés “Tin Tán”; la de Cantinflas “Entrega inmediata” o el western cómico de Gaspar Enaine “Capulina” llamada “Speedy González”.
A lo largo de la historia del país, el correo ha estado primordialmente en manos del estado, aunque en ocasiones han ingresado empresas privadas a prestar este servicio. De forma ininterrumpida fue uno de los principales mecanismos para transmitir información, sin embargo, paulatinamente se añadieron el telégrafo, el teléfono, el correo electrónico, el chat, los SMS y el Whatsapp.
Los enormes avances tecnológicos han transformado las telecomunicaciones, y al ritmo que lleva parecería que lo virtual está desplazando irremediablemente a lo físico. Ejemplo de ello es el uso del correo electrónico que ha sustituido gran parte de la tradicional forma de intercambiar mensajes a través de cartas escritas. En la reciente película futurista “Her”, el protagonista se dedica a escribir cartas bajo pedido, que parecen estar hechas a mano y emulan una experiencia ya perdida.
Esta perspectiva que prefigura la inminente desaparición de las cartas forma parte de una transformación más profunda de las relaciones sociales, pues pareciera que con el uso de las tecnologías las personas están alejándose cada vez más y más aunque literalmente podrían nadar en un mar de mensajes virtuales. No podemos predecir si el ritual de escribir cartas, introducirlas en un sobre, llevarlas al buzón y esperar una respuesta esté llegando a su fin; pero considerando el enorme valor de ver las palabras trazadas en papel, en contraste con las frías pantallas de los dispositivos electrónicos, podemos intuir que el valor agregado de una carta reside en la evocación y el sentimiento, por lo que es atemporal y no desaparecerá.
Si no has vivido la experiencia de enviar o recibir una carta, el día del cartero puede ser un gran momento para hacerlo.
Publicado por Wikimexico / Especial para SinEmbargo
