LA “DIRIGENTA”, AL ALCANCE DE UN iPHONE

15/11/2011 - 12:00 am

El personaje se llama Lucrina y comparte con la líder chilena la máscara antigás, el aro en la nariz, su batalla contra el lucro y el escenario de pelea: la Plaza Baquedano de la capital de Chile, desde donde arrancan, como la primera vez desde hace seis meses ya, las manifestaciones de estudiantes que se levantaron de su pupitre para convertirse, sin saberlo, en el primer movimiento de indignados en América, encabezados por una joven que, como su propio personaje de juego, es top ten en las preferencias populares en Chile y otros países de Latinoamérica y Europa.

Como Camila, Lucrina también tiene enemigos. Al personaje de video lo atacan oleadas de monedas, billetes, monederos y carteras cargados con el poder destructor del lucro. Al personaje de la vida real lo acecha “la derecha”; esto es, el poder, que la tilda de intransigente, intolerante y protagónica. Al coro se unen los sectores más conservadores de la prensa en su país y grupos de estudiantes inconformes con la suspensión de clases, quienes a través de las redes sociales la ha calificado de “loca” o convertido en “un demonio comunista” en un video de YouTube.

Hasta amenazas ha recibido “la dirigenta”, como la llaman los estudiantes. Un página de Facebook anunció, en agosto pasado, un evento para “matar a Camila Vallejo”, y en Twitter la cuenta @derechatuitera, de sus opositores, difundieron la dirección de su casa y número telefónico, a partir de otro tuit que salió de una cuenta que aparecía como @el_yorchi –la cual ya no existe. Desde entonces, Camila evita contestar su teléfono celular y a su alrededor los estudiantes refuerzan la seguridad, sobre todo en las manifestaciones.

De las amenazas ya tiene conocimiento la policía.

 

I.

El creador de Lucrina se llama Felipe Hermosa, un joven chileno que hace unos seis meses se lanzó al diseño de aplicaciones para App Store, con una idea novedosa en el mercado: “Rescatar temáticas nacionales en las aplicaciones para App Store, que es algo que no está desarrollado en Chile ni en muchos lugares del mundo”.

Su primera aplicación se llamó Piñerín, nada menos. Un juego inspirado en el presidente chileno, Sebastián Piñera, que salió al mercado el 17 de septiembre pasado. Apenas tres semanas después apareció Lucrina, su contrincante en ventas: Piñerín fue durante tres días el número uno en el top chileno de App Store. Pero Lucrina no va mal: a la semana de su lanzamiento ya estaba entre los 10 juegos favoritos y avanzaba.

En la vida real, los personajes también se miden. En un reciente sondeo de preferencias políticas, que nominaba a Piñeira, la ex presidenta Michelle Bachelet y Camila Vallejo, la “dirigenta” estudiantil rebasó a al presidente chileno: Ella obtuvo 68% de aceptación y él, apenas 26 por ciento. Prueba superada y siguiente nivel.

Felipe quiso que Lucrina apareciera como Camila Vallejo ante los ojos de sus seguidores y admiradores: “Se ve como una figura del pueblo, que defiende intereses comunes y tiene la fuerza para reclamar por una necesidad social, porque en Chile hay consenso de que la educación debe mejorar, pero quizá no había habido una persona dispuesta a pelear y manifestarse con tanta fuerza”.

Así vista, Felipe quería para su aplicación “un personaje simpático, tierno, que se viera bonito, como la dirigenta”. Y es que en el caso de Camila, militante comunista, la belleza es atributo político: atrae atención, simpatías y seguidores.

Para la prensa internacional no pasó desapercibida la personalidad de esta chica de 23 años, egresada de la carrera de Geografía, a la que algunos diarios han llamado “La Indignada” (Le Monde) y “El rostro de la Primavera Chilena” (Página 12). La revista francesa Courrier incluso la llevó en su portada como icono de las revueltas sociales que atraviesan el planeta: “De Chile a la India y de Túnez a Madrid”, consignó la publicación.

Todos los periódicos internacionales más importantes han estampado su rostro en la portada, como Der Zeit, en Alemania; The New York Times, The Washington Post y The Wall Street Journal, en Estados Unidos; El País y El Mundo, en España. Clarín, Página 12 y La Nación, en Argentina; O Globo, en Brasil… Y la lista se extiende por toda América Latina.

En cambio, otro ha sido el trato de la prensa chilena, más corrosiva hacia la persona de Camila y la estatura del movimiento estudiantil, que constantemente comparan con el rescate de los mineros, por ejemplo. El primero es mala imagen para el país, mientras el segundo es orgullo.

A ella la han acusado de recibir dinero, de cobrar las entrevistas con la prensa. Han urgado en su vida privada y en su relaciones con Francisco Figueroa, su antecesor en la Federación de Estudiantes de Chile (Fech) y también dirigente del movimiento estudiantil.

Recientemente, incluso, la acusaron de desprestigiar a Chile frente a naciones y organismos internacionales, a propósito del viaje a Suiza y Francia que realizó entre el 13 y el 19 de octubre pasados, para reunirse con autoridades de la Unión Europea y la ONU, acompañada del propio Figueroa y de Giorgio Jackson, otro dirigente de la Confederación de Estudiantes de Chile (Cofech), que congrega a los representantes de las universidades de todo el país.

En Europa, los tres jóvenes expusieron el origen del descontento estudiantil y promovieron su causa. Su gira cerró en París en un acto público.

Los medios chilenos levantaron suspicacias, como El Diario de Santiago, que escribió: “Con una sonrisa de oreja y con una cara de haberlo pasado muy bien en París, los dirigentes Camila Vallejo, Giorgio Jackson y Francisco Figueroa arribaron a las 08:49 horas desde la capital francesa, en un vuelo Air France”.

No es extraño. En Chile, como en el resto del mundo, las corporaciones de medios se extienden hacia otros negocios. La editora de El Mercurio, por ejemplo, comparte propiedades con uno de los bancos que asigna préstamos a los estudiantes. Se trata de la familia Edwards cuya institución bancaria lleva como nombre Edwards Citi.

Lo estudiantes reclaman la parcialidad de los medios, niegan entrevistas y acusan desinformación. Hemos reunido 120 mil personas en las manifestaciones y lo único que cosignan son los 120 detenidos por disturbios. La molestia es evidente.

 

II.

La causa de Camila Antonia Amaranta Vallejo Downling es la educación en su país. Su demanda: que el gobierno asuma los costos de la matrícula universitaria para descargar a los jóvenes chilenos de la deuda que deben pagar por los préstamos bancarios para cursar sus estudios.

“En Chile hay tres tipos de instituciones de educativas superiores, creadas durante la dictadura de Augusto Pinochet: hay centros de formación técnica, institutos profesionales y universidades. Estas últimas se dividen en tradicionales –con aportes estatales– y privadas. La postulación a las mismas está sujeta a créditos muy poco regulados y de condiciones muy disímiles, que terminan con los estudiantes pagando su deuda y sobrecostos a lo largo de toda su vida laboral. Todo para recibir a cambio una educación que, además, es de baja calidad. El estallido era entonces inevitable tarde o temprano. Ya la ex presidenta Michelle Bachelet sufrió en 2006 el llamado pingüinazo de los alumnos secundarios. A Piñera le explotó un conflicto mayor con Camila Vallejo como figura central”, explica el periodista Carlos Vergara, corresponsal del diario argentino La Nación en Chile.

Hija de Reinaldo Vallejo y Mariela Dowling, militantes de las Juventudes Comunistas, Camila es nieta además de un ex miembro del Movimiento Izquierdista Revolucionario. Nació en una pequeña zona urbana llamada Macul, en la zona centro oriente de Santiago, pero hoy vive en La Florida, “símbolo nacional de una nueva clase emergente aspiracional asociada al consumo masivo y cuyos hijos se convertirían en la primera generación en ingresar a la universidad”, escribe Vergara, autor de uno de los más completos perfiles de la líder estudiantil, quien despacha en una pequeña oficina de la Fech, custodiada por un poster de Carlos Marx que cuelga de la pared de fondo de su escritorio.

Al llegar a la dirigencia de la Fech, sin embargo, desplegó primero la bandera de las mujeres. Ella, la segunda de su género en presidir la Federación, leyó en noviembre de 2010: “De la mujer se sospecha cuando es joven porque desestabiliza a la manada y se le rechaza cuando los años pasan porque ha perdido competitividad. Es ex comulgada por fea y también cuando es bella. En el primer caso se dice que es repulsiva, en el segundo provocadora. Cuando no es lo uno ni lo otro la tildan de mediocre”.

 

III.

Camila Vallejo enfrenta actualmente un dilema: presentar su postulación para repetir al frente de la Fech. Debe decidirlo cuanto antes porque la elección será a finales de este mismo mes y el relevo en diciembre.

Hasta ahora nadie sabe el camino que elegirá “la dirigenta”. Entre los estudiantes hay expectación. No es la única de las cabezas del movimiento que deberá elegir entre el relevo o la reelección. Su situación también la comparte Giorgio Jackson y el resto de los presidentes de las federaciones de estudiantes de universidades, pues su mandato sólo dura un año.

La situación no es fácil. En estos momentos entre el Legislativo y el Ejecutivo chilenos se negocia el presupuesto para la educación, y tras ellos, vigilantes, están los líderes estudiantiles, que demandan incrementos para reducir el peso de las deudas bancarias.

Por lo pronto, las movilizaciones seguirán. Y ya a punto de concluir el ciclo escolar, en las facultades y universidades los estudiantes votan el paro de labores. Unos siguen activos, otros ya decidieron perder éste y el siguiente semestre.

A Camila, mientras, tanto, ya la comparan con Gladys Marín, líder del Partido Comunista chileno durante la dictadura de Pinochet. Ella, sin embargo, tiene como ejemplo a Evo Morales, presidente de Bolivia, y se desmarca de la línea del venezolano Hugo Chávez. En su iPod hay música de Radiohead y su película favorita es “El Club de la Pelea”.

Aunque su futuro político ya es tema de especulación, por ahora Camila Vallejo es la joven heroína de una generación que combina la indignación y la política de masas con música de rock, películas de Hollywood y juegos de video: en su iPhone, Lucrina avanza hacia el nivel 10.

 

Elia Baltazar
Elia Baltazar es periodista freelance, ha sido reportera, editora, jefa de redacción, jefa de información, maestra de periodismo, tallerista y conductora del programa de radio en internet Ponte en Medio. Escribe en blogs y está en twitter como @eliabalta- zar. Ganó el premio latinoamericano de periodismo UNIFEM ONU en la categoría de reportaje, y el Premio de Periodismo sobre Seguridad Informática en 2011. Ha colaborado en dis- tintas investigaciones y publicaciones internacionales sobre la situación de los periodistas en México, entre ellas, en la revista Nieman Reports (Universidad de Harvard) y recientemente en el libro No Woman’s Land, coordinado por INSI (Internatio- nal News Safety Institute). También ha colaborado con artí- culos y reportajes en los libros Migraciones vemos... infancias no sabemos (Ririki), 72 migrantes (Almadía, fronterapress) y 012-018: Ejes y Transición de la República (UAM Xochimil- co). Colabora en el Huffington Post Voces y forma parte de la Red de Periodistas de a Pie desde su fundación.
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