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​​ENTREVISTA | Los años 90 tienen el mismo compás que 2023 y 2024: Pablo Berthely

15/10/2023 - 12:05 am

Pablo Berthely Araiza habló en entrevista con SinEmbargo sobre su más reciente novela, una historia que sigue los pasos a la pérdida de la inocencia de dos amigos que dejan atrás la infancia, en una analogía que alcanza lo ocurrido en el México de la década de los 90.

Ciudad de México, 15 de octubre (SinEmbargo).– El México contemporáneo perdió su inocencia durante los primeros años de la década de 1990, especialmente entre 1993 y 1994, en donde se dieron una serie de cambios políticos como el levantamiento del EZLN, la llegada del TLCAN y el asesinato de Luis Donaldo Colosio que pueden explicar el origen de muchas de las cosas que hoy tenemos, planteó en entrevista el escritor y periodista Pablo Berthely Araiza.

Berthely Araiza ahonda, precisamente, en esta época de cambios en su novela El silencio que nos une (Tusquets), una historia en la que Carlos y su amiga de la infancia Lucía dejan atrás la infancia para adentrarse a esa primera juventud donde hay una ruptura con la inocencia, justo cuando todo el país atraviesa por una situación similar.

“Hay un momento histórico del país, donde yo creo que fue, es una hipótesis personal, uno de los puntos de inflexiones, donde el México contemporáneo perdió su inocencia y se entiende muchas de las circunstancias y de las cosas que estamos viendo actualmente en la realidad, creo que 93-94 nos pueden explicar el origen de muchas de las cosas que hoy tenemos. En ese sentido, me gustaba hacer esta analogía y en esta unión que tienen la historia de Carlitos y Lucía con la pérdida de la inocencia que está teniendo México”, comentó el autor en entrevista con SinEmbargo.

—¿Es difícil deshacernos de ese periodo de la historia?— se le preguntó.

—Los 90 no se van, es que tienen una resonancia impresionante, la historia yo no creo que se repita pero sí rima, como decía Mark Twain, y creo que los 90 tienen el mismo compás del año, o 93-94, tienen el mismo compás que 2023 y 2024, más allá de que sean un año electoral, más allá de que el movimiento Zapatista otra vez está dando señales y proyectando en toda la República el olvido que hemos tenido y la falta de compromiso en cumplir los acuerdos del Estado mexicano, en los últimos 30 años, la moda, el caso Colosio y Mario Aburto, pero va mucho más allá de eso, creo que además nos instaló en un momento histórico.

Esta historia resalta además con un estilo peculiar en el que Pablo Berthely Araiza narra lo ocurrido a través de tres diferentes narradores que recurren a tres diferentes tiempos, un aspecto que dota a la narrativa de un estilo trepidante y cinematográfico, que se complementa con “fichas criminales” de cada uno de los personajes que desfilan en la novela.

“Se me ocurrió meter de manera didáctica y un poquito para romper los ritmos narrativos, este artefacto que son ciertas fichas criminales, para introducir a los personajes y la propia narración después justifica su inclusión, en las que voy presentando a todos mis personajes, no sólo a los protagonistas también secundarios, y creo que funciona bastante bien”, comentó.

Otro tema que toca la historia es el de la memoria, una cuestión que influye en cada uno de los personajes y determina la manera en cómo afrontan su realidad. ”Uno de los temas centrales de la novela, más allá de toda la temática política o de la historia de adolescencia, de amor que puede tener, digamos, de los temas profundos que yo quería reflejar en la novela, es el uso de la memoria, y para mí la memoria no es otra cosa que la imaginación y crear, es algo muy parecido a la ficción y a la creación, porque es imposible”.

“Lo que nosotros creemos recordar como una verdad absoluta es un capricho y un artilugio que nos pone por ahí nuestro cerebro, y el proceso que estamos haciendo en realidad es muy parecido a la creación, entonces para mí era muy importante poner a todos mis personajes en sus distintas facetas memorísticas, creyendo recordar”, ahondó.

—¿Por qué duele tanto la memoria?

—Creo que nos duele tanto la memoria porque no hemos sabido decirla, nombrarla, comunicarla. Los muertos o las violencias que tenemos siempre las dibujamos y las representamos como cifra pero no les decimos ‘nuestros muertos, aquel muchachito que mataron en Lagos de Moreno o aquella muchachita que secuestraron, violaron y torturaron en Tamaulipas’, a mí me representa simplemente un número o una cifra, no la siento como mía, como mi muerta, como mi muerto, y, el día que podamos cambiar ese chip sin perder, obviamente, eso lindo de nuestras tradiciones pero hacernos cargo de la realidad, y de entender la memoria como un proceso que es nuestro, como país, me refiero, creo que podremos solventar mucha de nuestra realidad y tener un mejor lugar para habitar.

Obed Rosas
Es licenciado en Comunicación y Periodismo por la FES Aragón de la UNAM. Estudió, además, Lengua y Literatura Hispánicas en la Facultad de Filosofía y Letras.
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