Eduardo Antonio Parra gana el Premio Bellas Artes de Narrativa Colima 2020 por su novela Laberinto

15/10/2020 - 12:00 pm

Laberinto confirma la madurez y la maestría de un autor con destacada trayectoria, mediante un realismo magistral”, declaró este jueves el jurado, integrado por la escritora Ana García Bergua y los escritores Fernando Lobo y César Anguiano Silva.

Esta novela, publicada por Literatura Random House, refleja el infierno que han vivido varias comunidades del país, sobre todo en la región norte, durante la llamada “guerra del narco”, hasta ver sus municipios convertidos en pueblos fantasma.

Ciudad de México, 15 de octubre (SinEmbargo).- El Premio Bellas Artes de Narrativa Colima para Obra Publicada 2020 es para la novela Laberinto, del escritor mexicano Eduardo Antonio Parra, otorgado por la Secretaría de Cultura del Gobierno de México y el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL), a través de la Coordinación Nacional de Literatura, en conjunto con la Universidad de Colima.

“Laberinto confirma la madurez y la maestría de un autor con destacada trayectoria, mediante un realismo magistral”, declaró el jurado, integrado por la escritora Ana García Bergua y los escritores Fernando Lobo y César Anguiano Silva, este jueves mediante una videoconferencia.

Detallaron que su obra “encuentra el lenguaje preciso para construir una metáfora de la situación que vive un país. Desde la perspectiva de los habitantes de un poblado sitiado por la narcoguerra, y con un realismo minuciosamente documentado, Parra introduce al lector en una atmósfera de terror que por momentos se torna surreal, en la que la violencia y el peligro no tienen rostro”.

El anuncio del galardón se realizó por esta ocasión en el marco de la campaña “Contigo en la distancia” de la Secretaría de Cultura del Gobierno de México.

Laberinto, novela publicada por Literatura Random House, refleja el infierno que han vivido algunas comunidades del país, sobre todo en la región norte, durante la llamada “guerra del narco”, hasta ver sus municipios convertidos en pueblos fantasma.

En este relato, dos náufragos, dos supervivientes con más ganas de ahogarse de verdad que de seguir respirando, se encuentran una noche en un bar. Se conocen de tiempo atrás, uno fue profesor de literatura y entrenador de futbol, el otro fue su alumno. Ahora, beben con la misma feroz disciplina, para apagar la memoria, pero ésta se alimenta de un dolor demasiado vivo: de una noche, hace nueve años, en la que dos bandas rivales de narcotraficantes acabaron con su pueblo.

La historia, al ser narrada por el profesor años después de ocurridos los hechos, permite al autor deslizar algunas reflexiones, críticas veladas y conclusiones sobre este momento crítico de la vida del país. La estructura de la novela no es lineal, pues la historia va de la conversación en la cantina a la noche de los hechos, una y otra vez, hasta las últimas palabras de Darío y los pensamientos finales del narrador.

Esta novela es una suerte de odisea a través del infierno; el viaje de ida y de regreso a la casa paterna en medio del caos y la muerte. Es un brillante artificio literario, un laberinto de ecos y a la vez, el implacable testimonio de la desolación que el narcotráfico ha sembrado en el norte de nuestro país.

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