La seguridad ha sido tan estricta en la plaza principal que se enviaron soldados para brindar seguridad y evitar reuniones.
Por Mark Stevenson
CIUDAD DE MÉXICO (AP) — Los mexicanos se aprestaban a celebrar su Día de la Independencia sin grandes ceremonias por primera vez en 153 años debido a las restricciones actuales a las reuniones públicas, aplicadas a fin de evitar el contagio del coronavirus.
Cada año, el Presidente toca por la noche una campana que se alza en el ßa fin de recordar el llamado a las armas que hizo Miguel Hidalgo para iniciar la lucha de 1810-1821 y lograr su independencia de España, cerrando con el grito ”¡Viva México!”.
El Día de la Independencia es formalmente el 16 de septiembre, pero durante más de un siglo el presidente da el “grito” la noche anterior, frente a una atestada plaza principal de la Ciudad de México, el Zócalo. Sin embargo, la ceremonia programada para este año se celebrará sin la acostumbrada multitud de unos 100 mil asistentes.
El evento no ha sido cancelado desde 1847, año en que las tropas estadounidenses ocuparon la Ciudad de México durante la Guerra México-Estados Unidos.
El Presidente Andrés Manuel López Obrador prometió realizar el “grito” el martes por la noche, pero frente a un número selecto de invitados.
López Obrador generalmente no tiene problemas con las multitudes y no le gusta usar mascarillas, pero con 676 mil 487 casos de COVID-19 y 71 mil 678 muertes, el cuarto número más alto del mundo, el Presidente aparentemente lo pensó dos veces antes de encabezar el “grito” de este año.
“Es una ceremonia que se puede ver por televisión... Podemos participar desde nuestras casas” dijo López Obrador el martes.
Dijo que durante la ceremonia de este año mencionará la pandemia de coronavirus. “Vamos a recordar a los fallecidos y a sus familias... Vamos a encender una antorcha en el Zócalo, una antorcha de la esperanza”.
La seguridad ha sido tan estricta en la plaza principal que se enviaron soldados para brindar seguridad y evitar reuniones. Las autoridades eclesiásticas advirtieron que las fuerzas militares habían tomado el control del área que rodea la Catedral Metropolitana, en el extremo norte de la plaza, pero la arquidiócesis aclaró luego que se permitiría el acceso a los fieles al templo.