Pocos acarreados llegan al Zócalo de la Ciudad de México para presenciar el último Grito de Enrique Peña Nieto. Hace un año la fiesta era diferente: el Partido Revolucionario Institucional (PRI) había logrado retener el Estado de México. Pero hoy, y tras la derrota electoral frente a Andrés Manuel López Obrador, la torta no llena.
Ciudad de México, 15 de septiembre (SinEmbargo).- Todavía hace un año, cientos de personas caminaban con destino al Zócalo de la Ciudad de México, con sus características playeras color rojo, con un rostro festivo e incluso gritando vivas al Presidente Enrique Peña Nieto.
Hace un año, el priismo estaba de fiesta: había logrado conservar el Estado de México y justo ese día tomaba protesta Alfredo del Mazo Maza. Lo habían logrado a pesar de un resultado que avisaba que había ya un partido que le pisaba los talones.
Hoy la fiesta es distinta. Donde hace un año faltaba espacio para estacionar camiones, hoy hay un espacio vacío, silencioso. A un costado del SAT, sobre la calle Valerio Trujano, no hay matracas y trompetas.
De un camión bajan personas provenientes de Cuautitlán, Estado de México. No son más de 30. El hombre que lidera al grupo admite que este año hay menos gente. Apenas suelta palabras y se ríe. “¿A qué crees que se deba que hoy hay menos invitados al grito?”, se le pregunta. Ríe otra vez y dice que no sabe.
Rezagados, dos hombres del mismo grupo dicen que son trabajadores del Ayuntamiento de Cuautitlán.
Más adelante, la señora María Luisa Reina Flores, quien también venía de Cuautitlán, se mostró más sincera. Dijo que sí, que evidentemente había menos “de los suyos” este año, “pero estamos los que somos fieles al partido y aquí estamos”.
Acompañada de sus dos hijas, la señora “Ma Luisa”, como le gusta que le digan, regresará a su casa a las 2 de la madrugada. Vive en la comunidad de El Machero. Junto con otros vecinos rentó una combi que los esperará donde los deje el camión. Luego les espera otra hora de camino.
Dice que viene a despedir a Peña Nieto, con el que no está contenta.
“Venimos a despedirlo pero no le aplaudimos todo lo que hizo… aunque ¿quién dice que Peña no será mejor que otros?”.
Los rostros de los que caminan hacia el Zócalo son inexpresivos. Con el Grito de Independencia del día de hoy se cumplen seis años de esta misma coreografía a la que se le fue acabando la chispa. Con el Grito del día de hoy, el priismo se despide para refugiarse en los espacios que logró conservar.
Hoy habrá tres conciertos en la plancha del Zócalo para esperar a que la familia presidencial salga al balcón de Palacio Nacional.
Es una incógnita el precio que el tradicional acarreo costó al país, es más, ni siquiera se sabe de dónde salieron los recursos para esta logística que incluye transporte ida y vuelta, alimentos y hasta artículos patrios.
Pero de que se necesitan recursos para la logística es evidente: cada camión tiene la misma cartulina, cada persona tiene una pulsera y una etiqueta en el pecho que no se debe confundir porque es su llave de acceso a la parte del Zócalo más cercana al balcón donde estarán Peña y familia. Todo eso es trabajo, dicen los del Estado Mayor Presidencial, que se hizo desde los municipios.
Solo de esta manera el Presidente Peña logró tener cuórum para dar su grito. Poco valieron los 46 mil millones de pesos que se invirtieron -hasta el momento- en publicidad en medios. El quiebre que hubo luego de la desaparición de los 43 normalistas y el caso “casa blanca”, no logró sanar a tal grado que la proyección del grito por televisión, se hace con imágenes muy cuidadas, mostrando gente feliz, y con un sonido, que no es de ambiente, sino sobre puesto.
Aún es muy temprano para saber cómo pasarán a la historia estos eventos de septiembre de los últimos seis años en los que el PRI secuestró este cuadro de la Ciudad.
Hoy se nota que es el grito del adiós. Hace un año los priistas acaparaban los alrededores del Zócalo. Hoy ya no.
El día de ayer hubo otros gritos en los que también salió a tema el Presidente Peña Nieto. En los diálogos por la paz que organizó el equipo de Andrés Manuel López Obrador con familiares de las víctimas de la violencia, una madre que tiene a su hijo desaparecido gritó: “estamos viviendo un dolor que no tiene nombre […] no hay nombre. Día y noche, de rodillas rogándole a dios para saber qué hicieron con mi hijo. […] De frente le dije a Peña Nieto que hiciera algo por mi hijo. Le di el expediente y lo tiró a la basura. Ese presidente nos dejó hechos una ruina. Dejó al país convertido en un maldito cementerio”.
Eso fue ayer. Hoy, el Zócalo se va llenando a marcha forzada.