Como lo ha hecho durante décadas, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) volvió a cumplir con el tradicional acarreo para los eventos de sus gobernantes. Gente traída de distintos estados (indígenas, mujeres, ancianos, niños, hombres, incluso afiliados a programas sociales), pero sobre todo del Edomex, llegaron al Centro Histórico de la capital mexicana para “festejar” el Grito de Independencia con el Presidente Enrique Peña Nieto.
Es el quinto Grito de la presente administración, y es la quinta ocasión que el Gobierno federal recurre a su estructura partidista para llenar de aplaudidores uno de los eventos más significativos de los mexicanos.
Por Dulce Olvera y Daniela Barragán, con fotos y videos de Sandra Sánchez y Cri Rodríguez
Ciudad de México, 15 de septiembre (SinEmbargo).- El Zócalo se va llenando. La imagen de los asistentes al Grito de Independencia no cambia con el paso de los años en la administración de Enrique Peña Nieto: son gente de otros estados que llegó en camiones; tienen una pulsera roja para entrar a la plancha y una calcomanía en el pecho donde viene el número de su autobús; llegan en grupo y son ancianos, hombres, mujeres y niños.
Unos vienen porque quieren festejar la Independencia y otros, porque esta es una oportunidad para salir de paseo.
Los invitados, como ellos se denominan, vienen de varios estados. Unos son de Tlaxcala y bajan de su camión con la duda de cargar o no chamarra por la lluvia.
Los provenientes de Puebla empiezan a caminar para el Palacio de Bellas Artes y al final del grupo van unos indígenas sin zapatos.
Los de Hidalgo vienen con bebés en brazos y aseguran que no les dieron ningún apoyo de por medio; ellos vienen a ver el grito.
Pero hay unos grupos en los que el ambiente es festivo, justo los que provienen del Estado de México, los fieles que no han abandonan a Peña Nieto, su paisano.
Hoy ese estado estrena Gobernador: Alfredo del Mazo Maza, primo del Presidente, llega para darle al PRI 94 años de poder en esa entidad.
Los mexiquenses que vienen al grito y que cargan un recipiente que contiene una torta, una manzana, un refresco de lata y amaranto, parecen contentos y más, si se les pregunta por su nuevo gobernador.
En su camino al Zócalo, lucen todavía gorras que dicen “Salario Rosa”, que fue la principal promesa de campaña de Del Mazo. Las coordinadoras, por su parte, liderando el grupo y enfrente del Palacio de Bellas Artes, van consumiendo bebidas alcohólicas.
La mayoría de los entrevistados por SinEmbargo son residentes de Tecámac y Nezahualcóyotl.
“Venimos por cuenta propia, sin ningún apoyo ahorita”, comentó una mujer. Al cuestionarle sobre su nuevo gobernador se limitó a decir que estaba muy bien y que estaban contentos por ese logro.
Otro grupo de mujeres vino con alegría a ver el grito y sobre la toma de protesta de Del Mazo gritaron que “viva” y que “es el mejor”.
Dos jóvenes no sabían que hoy estrenan gobernador. “Ah, ¿sí?”, respondieron.
Otro joven, proveniente de Neza, dijo que la llegada de Del Mazo era buena, “es un cambio… aunque es del mismo partido político, tiene ideas nuevas y frescas. Y supongo que está bien”, comentó.
–Venimos a ver, a conocer –dijo una mujer de la libre Puebla mientras caminaba por Donceles junto con cientos y cientos más de “invitados”, algunos beneficiarios de SEDESOL.
Una anciana con rebozo, de Hidalgo, vivirá por primera vez un Grito de la Independencia en la capital.
–¿A qué viene?
–Pues a… (Mira a su esposo). Nos invitaron aquí a lo del rato.
–¿Qué va a haber?
–Lo del Presidente.
La invitó “una señora de Prospera”. Es beneficiaria del principal programa social del gobierno contra la pobreza.
Vienen de Guanajuato, Puebla, Querétaro, Tlaxcala, Estado de México, Hidalgo y pueblos de la Ciudad de México.
Las hileras de niños, mujeres (algunas cargando bebés), hombres y ancianos ingresaron, con desconcierto, por República de Guatemala solo si mostraban su brazalete rojo en la muñeca. Caminaron -algunos con huaraches o descalzos- desde la lateral de la Alameda, donde se estacionaron muchos autobuses.
Al cuestionarles a los organizadores por qué los cientos de personas conducidas “en dos filas y con pulsera en mano” portaban etiquetas de identificación, fingían no saber nada.