ONU rechaza la postura de Siria al decir que va “ganando”

15/08/2014 - 8:07 pm

México, 15 Ago (Notimex).- Siria, país soberano del Medio Oriente en la costa oriental mediterránea se encuentra sumido en una guerra civil desde hace casi cuatro años.

Su forma de gobierno es la de una república socialista semipresidencialista. Ha sido un territorio codiciado e invadido durante milenios por egipcios, asirios, babilonios, macedonios, romanos, bizantinos, sarracenos, turcos otomanos, ingleses y franceses.

No fue sino hasta 1946 que la ONU reconoció al territorio como la República Árabe Siria. Hoy comparte fronteras con Turquía por el norte, Irak por el este, Israel y Jordania al sur, y Líbano por el oeste.

En el año 2011, tras fuertes y revocadas manifestaciones, parte de la población civil, sumada a desertores presumiblemente apoyados por potencias occidentales iniciaron una lucha armada con el apoyo de fuerzas mercenarias para derrocar al gobierno encabezado por Bashar Al-Assad.

El conflicto fue dando pie a enfrentamientos con violencia, por lo que para fines de ese año la situación se había convertido en una guerra civil. En muchas ciudades sirias, los “rebeldes”, como se conoce a los opositores al gobierno, habían mantenido fuertes combates que se han cobrado ya cientos de muertos.

La violencia se propagó por todo el país y estos grupos insurgentes comenzaron a tomar posiciones, por lo que el ejército gubernamental se vio obligado a tomar medidas más drásticas de actuación militar.

Para el año 2013, todo el país estaba inmerso en una guerra brutal; cada rincón de Siria era escenario de disputa entre los rebeldes y el gobierno, lo que traía consigo batallas desproporcionadas y bombardeos indiscriminados.

Naciones Unidas ha informado que los muertos en el país son más de 150 mil y el número de refugiados asciende a dos millones, convirtiendo a esta guerra civil en una de las peores crisis de nuestro siglo.

La horrenda guerra que se libra en la República Árabe Siria sigue recrudeciéndose y empieza a propagarse más allá de las fronteras del país. Y al parecer se va extendiendo un frío cálculo: poco puede hacerse, salvo armar a las partes y presenciar el encarnizamiento del conflicto.

La comunidad internacional no debe abandonar al pueblo sirio y a la región ante oleadas sin fin de crueldad y crisis.

Ban Ki-Moon, secretario general de la Organización de las Naciones Unidas, ha mencionado seis puntos que deben seguirse para trazar el rumbo a seguir de manera integral y respetando determinados principios.

En primer lugar, poner fin a la violencia. Es irresponsable que las potencias extranjeras sigan dando apoyo militar a las partes en la República Árabe Siria que cometen atrocidades y violan de forma flagrante los principios fundamentales de los derechos humanos y el derecho internacional.

En segundo lugar, dar protección a las personas. Las Naciones Unidas siguen realizando un enorme esfuerzo de socorro humanitario.

El gobierno, sin embargo, sigue imponiendo restricciones irrazonables al acceso; ha retirado suministros médicos de los convoyes de ayuda y de manera deliberada ha privado de alimentos y castigado colectivamente a las comunidades que considera simpatizantes de la oposición.

En tercer lugar, iniciar un proceso político serio. Las partes beligerantes bloquearon sistemáticamente las incansables iniciativas de dos de los diplomáticos más destacados del mundo, el señor Kofi Annan y el señor Lakhdar Brahimi.

La elección presidencial celebrada a principios de este mes, que no cumplió ni siquiera las normas mínimas de una votación auténtica, constituyó un nuevo golpe.

En cuarto lugar, asegurar que quienes cometan delitos graves rindan cuentas de sus actos. El mes pasado, no llegó a aprobarse en el Consejo de Seguridad una resolución que tenía por objeto remitir el conflicto a la Corte Penal Internacional. El pueblo sirio tiene derecho a la justicia y a luchar contra la impunidad.

En quinto lugar, concluir la destrucción de las armas químicas en la República Árabe Siria. Las Naciones Unidas y la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas han trabajado de consuno para destruir o transportar fuera del país todos los materiales declarados de lo que otrora fue un gran arsenal.

En sexto lugar, abordar las dimensiones regionales del conflicto, incluida la amenaza extremista. Hay combatientes extranjeros que combaten en ambas partes, lo que aumenta el nivel de violencia y exacerba los odios sectarios.

Si bien no debemos aceptar ciegamente la demonización por el gobierno de la República Árabe Siria de todos los elementos de la oposición como terroristas, tampoco debemos cerrar los ojos ante la amenaza real que suponen los terroristas en Siria.

Las Naciones Unidas han trabajado con denuedo por abordar las raíces profundas del conflicto y hacer frente a sus repercusiones devastadoras. Los esfuerzos humanitarios y de otro tipo están salvando vidas y mitigando el sufrimiento.

Sin embargo, el objetivo fundamental -poner fin al conflicto- sigue sin cumplirse. Las inciertas perspectivas de paz se han ensombrecido aún más con el estallido de la violencia y las tensiones sectarias en Irak. La cohesión y la integridad de dos grandes países, no de uno solo, están en juego.

Ban Ki-Moon dijo que por el momento, el mayor obstáculo para poner fin a la guerra radica en la idea de que se puede ganar por la vía militar. Rechazo la narrativa actual de que el gobierno de Siria está “ganando”.

La conquista de territorios mediante bombardeos aéreos de barrios civiles densamente poblados no es una victoria.

Privar de alimentos a comunidades asediadas para que se entreguen no es una victoria. Incluso aunque una de las partes se imponga a corto plazo, el número devastador de víctimas habrá sembrado la semilla de un futuro conflicto.

“Las peligrosas tensiones sectarias, el desplazamiento en masa de refugiados, las atrocidades que se cometen a diario y la propagación de la inestabilidad hacen que la guerra civil en la República Árabe Siria se convierta en una amenaza mundial”, indicó.

Sostuvo que “todos los valores que defendemos y todos los motivos por los que existen las Naciones Unidas, están en juego en el desolador panorama de la Siria de hoy. Ya es hora de que la comunidad internacional, en particular el Consejo de Seguridad, asuma sus responsabilidades”.

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