Desde que una sección del Metro de la Línea 12 colapsó, la vida de las habitantes y trabajadoras de Tláhuac cambió. Sus tiempos de traslado incrementaron así como el temor a ser víctimas de algún delito durante sus viajes, por ello exigen transportes seguros.
Ciudad de México, 15 de mayo (SinEmbargo).– Para las mujeres de Tláhuac el colapso de un segmento de la Línea 12 del Metro de la Ciudad de México no sólo significó aumentar el tiempo de traslado desde sus casas hasta sus lugares de trabajo, el uso de otros servicios de transporte también ha incrementado su preocupación a ser víctimas de acoso y distintos tipos de violencia. Para ellas, al dolor que les dejó el derrumbe y las víctimas que causó se suma su exigencia por transportes seguros.
Con el Metro sin operar, Guille, una enfermera que labora en el Hospital General Tláhuac, usa el Servicio Emergente de transporte público que la Secretaría de Movilidad de la Ciudad de México (Semovi) activó con distintas rutas que van de Tláhuac hasta Mixcoac y que estarán operando hasta que la Línea 12 funcione, pero lo hace con temor, pues considera que no son espacios seguros.
“En los camiones ahora viajas cuidándote porque no falta el señor que es abusivo y te va acercando sus partes, a mí me ha pasado. Antes, en el Metro, al menos teníamos ese espacio para mujeres, con todo lo que hemos vivido pues estaba muy bien y ahora te subes a la combi y ya nada más te vas cuidando de las personas, de quién se sube al lado de ti, que si te asaltan. Porque hay muchas personas que están maleadas y hasta que abusen de nosotras en el medio de transporte”, narra.
El Servicio Emergente es usado por cientos de personas en Tláhuac, entre ellas las mujeres que viajan con el temor por ser víctimas de acoso y a quienes les preocupa trasladarse con sus hijas e hijos menores de edad en espacios inseguros.
Este sector de la población usa el transporte público en una ciudad donde se estima que el 83.5 por ciento de las mujeres de 15 a 29 años teme a ser agredidas sexualmente en estos espacios, según muestra la Encuesta sobre la violencia sexual en el transporte de la capital, un diagnóstico elaborado por ONU Mujeres en 2018.
Cuestionada por SinEmbargo, la Semovi informó que para hacer frente a la problemática de las habitantes de Tláhuac está trabajando con la Secretaría de las Mujeres de la Ciudad de México, la Secretaría de Transporte Colectivo Metro y la Secretaría de Seguridad Ciudadana “para poder dar una respuesta de manera oportuna ante situaciones de acoso sexual”.
“Se preparó de manera conjunta una Guía de Actuación para hacer frente a las situaciones de acoso sexual para el equipo en campo y se está capacitando al personal que está apoyando en las paradas del servicio emergente. Asimismo se realizará la difusión de los contactos y teléfonos de apoyo por parte de SeMujeres (Secretaría de las Mujeres) para poder denunciar mediante letreros en las unidades”, detalló a este diario digital.
También informó que por el momento no contempla habilitar unidades exclusivas para mujeres, niñas y niños, pero recordó que los RTP que están dando servicio en Tláhuac sí cuentan con asientos exclusivos para mujeres y personas de la tercera edad, aunque por sus dimensiones no pueden tener una separación como en Metro o Metrobús.
“SOLO QUISIERA UN TRANSPORTE SEGURO”
Para Ana, una comerciante y vecina de Tláhuac, el colapso de una trabe del Metro también significó perder su fuente de ingresos, ya que vendía peluches y los entregaba en estaciones de la Línea 12. Ahora sus gastos incrementaron al hacer entregas en otras zonas de la ciudad, por lo que sus ganancias, que de por sí son pocas, quedaron más limitadas, por ello cuenta que tendrá que buscar otra fuente de empleo.
“Este Metro yo lo ocupaba a diario. Hago ventas a fuera o dentro del Metro, era mi medio donde yo me sostenía, ahora la gente ya no va a acercarse tan acá, la que estaba muy lejos, y ya para mí irme hasta la estación Constitución, que es el Metro más cercano y queda como a una hora desde aquí, se me hace más retirado, ya voy a pasar más tiempo, voy a gastar más dinero en algo a lo que ya le ganaba poquito. Tengo que ver a qué me dedicaré ahora”, cuenta mientras observa, aún sin creerlo, el lugar del derrumbe, que queda a pasos de su casa.
La noche del 3 de mayo, Ana esperaba afuera del Metro Olivos a una de sus compradoras. “Ella estaba por llegar, le tocó estar en la estación Periférico cuando todo se cayó, por suerte no le pasó nada. Hasta me sentí mal por insistirle que viniera. Por eso me da coraje, no puede ser que no le dieran mantenimiento al Metro si es algo que todos usamos”.
Sin el Metro, los tiempos de traslado prolongados y la percepción de inseguridad son problemas latentes en Tláhuac. “Con los camiones, ahora a donde voy me tardo casi dos horas”, lamenta Ana y también coincide Lorena, quien desde hace 23 años trabaja en la zona, actualmente está en el área de intendencia de Plaza Tláhuac, ubicada frente al lugar donde colapsó el Metro. Los últimos años se benefició del transporte que le permitía viajar desde su casa en Milpa Alta hasta la estación Olivos, ahora tarda aproximadamente una hora y media, cuando antes se hacía la mitad.
“Moverse con los camiones, con los RTP es más relajo porque se van parando, subiendo pasaje, viajamos más amontonados. El Metro era más cómodo, más rápido, [el derrumbe] nos afectó a todos. Y el dolor de toda esa gente”, lamenta.
Además de la preocupación de estas mujeres por la violencia sexual y los tiempos de traslado está el temor constante por la delincuencia. Datos de ONU Mujeres estiman que 54 por ciento de las capitalinas que utilizan el transporte público se sienten “muy inseguras”.
Las 823 carpetas de investigación que la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México inició por robos en el transporte público colectivo solo de enero a marzo de este año, según datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, dan cuenta de este contexto.
“Al menos en el Metro te daba más tranquilidad porque obviamente arriba no se van a subir a asaltarte y en las combis o en los camiones sí, ya agarrar el transporte público es muy inseguro, de por sí aquí la zona es muy insegura, siempre hay asaltos, atropellados. Siempre hay todo, no hay seguridad para nosotras, nunca”, reclama Ana, por ello dice que lo único que espera es que las autoridades se comprometan a garantizar transportes seguros.
“Solo quisiera que no robaran, que hicieran un transporte seguro, que estuviéramos vigilados, algo que sea tan eficaz como el Metro, pero bien hecho”.
El mismo reclamo hace la enfermera Guille, quien considera que el derrumbe de la sección del Metro entre las estaciones Tezonco y Olivos no solo marcó la vida de las familias de las víctimas –muchas de las que llegaron a su centro de trabajo para ser atendidas la noche del 3 de mayo–, dice que el colapso también dejó una tristeza que se nota entre las y los habitantes de la zona.
“Paso diario por aquí, este es mi camino y ya no es lo mismo. Ver que las estaciones están apagadas. Cada que paso y veo que está derrumbado el Metro se me eriza la piel. Se nota una tristeza… es muy feo”, narra.
Por su parte, Ana no sabe si siente “más tristeza que coraje” por lo sucedido y espera que de a poco ella y las y los demás habitantes vuelvan a confiar en el transporte. “No sé si volvería a tomar el Metro, no me da nada de confianza”, reconoce.
El incidente causó la muerte de cinco mujeres y 21 hombres, actualmente 16 personas continúan hospitalizadas y otras 81 ya registraron altas hospitalarias, de acuerdo con los últimos datos del Gobierno de la capital.