Después de pasar todo el día juntos, ahora “el reto está en que vuelvan a estar solos sin sufrir, y evitar que sientan un trastorno de ansiedad por separación”, dice el etólogo.
Por Eva San Martín
Madrid, 15 de mayo (ElDiario.es).- Si estás desorientado con respecto a lo que puedes hacer o no durante cada fase de la desescalada, no eres el único. Tu perro también se descoloca con los cambios bruscos de rutinas y horarios.
Durante estos casi dos meses de tiempo extraordinario marcado por el estado de alarma (más para áreas como Madrid o Cataluña) y la entrada progresiva en las fases hacia la “nueva normalidad”, nos hemos acostumbrado a trabajar a distancia y compartir el trabajo y “la oficina casera” con el perro o con el gato. Un sueño perruno (y, en la mayoría de los casos, también gatuno) hecho realidad: sus queridos humanos todo el día en casa para ellos.
Ahora toca desandar el camino. Poco a poco, volverán las salidas para ir a la oficina, y recuperaremos rutinas fuera de casa. Y el perro se volverá a quedar solo durante horas.
Pero dos meses, en el mejor de los casos, resulta un tiempo más que suficiente para que tu amigo peludo se haya acostumbrado a tenerte cerca todo el día. Por eso, mientras que todos estamos deseando que la pandemia se controle y recuperar nuestra vida preconfinamiento, tu camarada peludo puede que no esté tan contento.
De hecho, muchos perros se sentirán ansiosos cuando salgamos de casa sin ellos. Y pueden expresarlo de muchos modos: ladrando durante horas, destrozando los muebles o haciendo pis en sitios que no deben.
Según Tomás Camps, etólogo de la Asociación española de veterinarios de pequeños animales (Avepa) y director de Etovets, la desazón que puede experimentar tu amigo perruno cuando de nuevo le toque pasar tiempo solo será similar a la que experimentarán muchos niños al regresar al colegio.
“Tras meses de estado de alarma, los niños se habrán desacostumbrado a ir a la escuela durante varias horas al día y a despedirse de sus padres cada mañana. El niño tendrá que volver a aprender o a acostumbrarse a quedarse solo, y lo mismo pasará con los perros”, explica Camps. Después de pasar todo el día juntos, ahora “el reto está en que vuelvan a estar solos sin sufrir, y evitar que sientan un trastorno de ansiedad por separación”, dice el etólogo.
John Bradshaw, antroprozoólogo, o investigador de las interacciones entre humanos y animales, autor de Entender a nuestro perro (Paidotribo, 2013), y uno de los mayores expertos mundiales en la materia, estima que casi la mitad de los perros que viven en un hogar occidental “sufren un problema real consecuencia de quedarse solos” en un momento u otro de su vida; un problema que, como apunta Camps, bien puede comenzar ahora.
No es poca cosa: la ansiedad perruna puede implicar un detrimento muy real en el bienestar de tu amigo, (como ocurre con el estrés en los gatos); y los estudios confirman que también lo hace más propenso a sufrir determinadas enfermedades, como la dermatitis, e incluso puede reducir su esperanza de vida. Lejos de suceder una sola vez, el problema puede prolongarse durante semanas, meses e incluso años.
La buena noticia: igual que enseñas a tu perro a no hacer pipí en los sitios que no debe o a sentarse a cambio de un premio, también puede aprender a sobrellevar la soledad temporal. Y es bastante sencillo.
¿CÓMO LO HAGO?
La clave está en empezar cuando antes (mejor si es un cachorro) y practicar todos los días. Si tu amigo ya lo ha pasado mal o es adulto, os llevará algo más de tiempo; así que necesitas poner un poco más de tu parte.
Pero la teoría, dice Bradshaw, es simple: haz todo aquello que harías antes de irte de casa, “porque esos gestos se convertirán en señales para tu perro”.
Tu amigo de cuatro patas asociará esos movimientos -como tomar las llaves de casa o ponerte el suéter o los zapatos- con el hecho de que te marcharás de casa unos segundos después. Así que reproduce toda la escena, y ve hasta la puerta.
Después, vuelve a quitarte el suéter o chamarra. Y pon las llaves en mueble. Y vuelve a repetir todo el proceso. Pero esta vez, tal vez, puedes abrir la puerta, y después cerrarla, y volver a colocar todos tus objetos en su sitio.
La próxima vez que practiquen, sal por la puerta, regresa y repite la acción. Y la vez siguiente, ya puedes probar a quedarte diez segundos fuera antes de entrar otra vez. Así, tu perro aprenderá que no hay nada que temer.
Eso sí: si tu amigo se angustia, necesitarás llamar a un experto en comportamiento canino, porque requerirá ayuda profesional. Pero la mayoría de los perros puede aprender esta asociación positiva entre tu ausencia y tu regreso bastante rápido.
Y será, para muchos, suficiente para proporcionarles confort y confianza; y evitar la ansiedad. Poco a poco, puedes probar a dejarlo solo un poco más de tiempo, y tu amigo no tardará en aprender que no hay nada malo en quedarse solo durante algunas horas.
¡Bien! Acaba de aprender a asociar tus salidas (con todos los gestos que implican) con tu regreso. ¡E incluso se pondrá contento al verte entrar por la puerta! Y es genial: de este modo, dice Bradshaw, “tus salidas de casa se han convertido en algo placentero, en lugar de un motivo de pánico”.
PUZZLES DE COMIDA PERRUNA
Camps nos da otra pauta: “Dejar desde hoy mismo una habitación separada donde el perro tenga sus juguetes de olfato para favorecer que tenga actividades independientes dentro de casa sin que nosotros intervengamos”.
De este modo, “aprenderá o recordará que la soledad es algo positivo, que se puede disfrutar”, señala el etólogo. En esta habitación también podemos esconder premios o croquetas, poner puzzles de comida o sus juguetes perrunos caseros.
Estos juguetes sirven además para trabajar la escena de la puerta. Si cada vez que te preparas para salir, sacas sus juguetes, será más sencillo que tu perro lo asocie con una emoción positiva.
“De este modo, aprenderá que los juguetes son otra señal de que nos vamos al trabajo, y que se va a quedar solo”. Si esto lo hacemos de manera progresiva, las posibilidades de éxito son altas. No funciona tan bien, advierte Camps, si lo hacemos de forma brusca.
Aun así, hay algo del confinamiento que podemos recordar: lo importante que ha sido tenerlos tan cerca. Ojalá que no se nos olvide lo valiosa que es su amistad, y dediquemos a nuestros amigos peludos el tiempo de calidad que merecen cuando volvamos a normalidad.