Carlos A. Pérez Ricart
15/02/2022 - 12:05 am
La geografía de la violencia en México
“Si los mexicanos fuéramos ‘violentos en su conjunto’, el país entero sería un polvorín. Y no lo es. Somos mejores de lo que pensamos: ahí están cientos de municipios y millones de mexicanos y mexicanas para demostrarlo”.
¿Es México un país violento? Si lo medimos en función de homicidios la respuesta es sí, definitivamente. A pesar de la débil, pero importante tenencia en la reducción de homicidios durante los últimos dos años, México continúa siendo un país violento. [1] Negarlo es absurdo; no hay matiz posible. Basta una mirada al mapamundi para frustrarse ante la comparación.
En México ocurren en tres (¡tres!) días la misma cantidad de homicidios que en todo un año en Japón, país con más o menos la misma cantidad de habitantes que México. En una semana no especialmente violenta en nuestro país ocurren la misma cantidad de homicidios que todo un año en Inglaterra. ¿Más equivalencias? Tan solo en Celaya —con una población de medio millón de personas— se cometieron más asesinatos que en toda Alemania en 2020. ¿Una más? Tan solo en la ciudad de Tijuana fueron asesinadas más o menos el mismo número de personas que en Turquía o Egipto en 2020, países considerados como violentos en sus respectivas regiones.
En definitiva, México es un país considerablemente violento. Un vistazo más atento hacia la distribución geográfica de homicidios obliga, sin embargo, a ser algo más cuidadosos en nuestra aseveración. La mirada no matiza lo obvio; solamente hace zoom y nos salva de absurdos esencialismos.
Los homicidios en México se concentran en unos pocos estados de la República. En cinco se concentra poco menos de la mitad: Guanajuato, Chihuahua, Estado de México, Baja California y Michoacán. ¿Son los estados federales demasiado grandes? Pensemos en municipios, nuestra unidad básica de división territorial.
México está compuesto por 2471 municipios. En cinco de ellos (Juárez, Tijuana, Celaya, León e Irapuato) se concentran alrededor del 17 por ciento de los asesinatos. Esto es: en el 0.2 por ciento de los municipios del país tuvieron lugar algo así como una sexta parte de todos los homicidios en el país. El otro lado de la moneda pinta un panorama menos aciago: en más de una tercera parte de los municipios del país —exactamente en 908— no se reportó ninguna defunción por homicidio en 2020. Además, en otros mil 072 municipios ocurrieron apenas entre uno y diez homicidios ese mismo año. Esto significa que en 1980 de los 2471 municipios que hay en el país, es decir, en el 80 por ciento, se vivió un ambiente de relativa paz.[2]
El fenómeno de concentración geográfica de la violencia no es exclusivo de México. En el resto el mundo la tenencia es similar. Gracias al uso de herramientas de análisis espacial y de complejos sistemas de información geográfica sabemos que el 50 por ciento de los crímenes en América Latina se concentran entre el tres y el 7.5 por ciento de los “segmentos de vía” (pequeñas unidades de análisis utilizadas para el estudio espacial de microcomunidades y que refiere a una calle entre dos avenidas) del continente.[3] En Cali, Colombia, por ejemplo, la mitad de los homicidios se cometen en poco más de los 600 de los casi 50 mil “segmentos de vía” que hay en esa ciudad, un 1.28 por ciento del total.[4] Los porcentajes no son muy diferentes en el resto de las grandes urbes el continente.
México es un país violento, sí, pero de ello no se deriva que los mexicanos seamos violentos. Vuélvase a leer la oración con cuidado. Otra vez. Una mirada a las geografías de la violencia en México nos enseña que la violencia es resultado de situaciones muy específicas: preeminencia de mercados ilegales, ausencia de infraestructura estatal, esquemas nocivos de gobernanza criminal, etc.
Centrar el análisis en una explicación culturalista —como muy a menudo suele hacer la prensa— solo oscurece aún más las relaciones y desigualdades económicas y sociales que provocan la emergencia de dinámicas violentas. Si los mexicanos fuéramos violentos en su conjunto, el país entero sería un polvorín. Y no lo es. Somos mejores de lo que pensamos: ahí están cientos de municipios y millones de mexicanos y mexicanas para demostrarlo.
[1] En mi columna de la semana pasada hice énfasis en la débil tendencia, pero importante, de reducción de homicidios en México desde hace dos años. Véase: Carlos A. Pérez Ricart, Homicidio en México, 2021: https://www.sinembargo.mx/08-02-2022/4119058
[2] Los datos los obtuve de: México Unido contra la Delincuencia, Atlas de Homicidios México 2020, 2021, 19.
[3] Laura Jaitman y Nicolás Ajzenman, Crime Concentration and Hot Spot Dynamics in Latin America (Inter-American Development Bank, 2016).
[4] Mejía, Ortega, y Ortíz, “Un análisis de la criminalidad urbana en Colombia”, 8.
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