Cíbolo, el bisonte americano que mostró la forma adecuada de producir alimentos

15/01/2021 - 12:01 am

El cíbolo migraba buscando pastizales para comerlos (pasto viejo) y con esto dar paso a un nuevo crecimiento, con sus pesuñas aflojaba la tierra compactada por los fríos para que pudiera recibir la fertilización de su excremento y orina, una vez completado este ciclo viajaba al sur para repetir esta función en otro territorio, un camino de aprovechamiento y enriquecimiento.

Por Fernando Rubí León

A toda el personal medico, administrativo, intendencia y afanadores de los hospitales, como a los de planeación del sector salud.

Ciudad de México, 15 de enero (SinEmbargo).- Cíbola, la que sería parte de las Siete Ciudades construidas por obispos que lograron escapar del domino de los árabes en la península ibérica, ciudades que se encontraban, según el mito construido por los religiosos, en occidente en donde se encontraba algo que despertaba la codicia de los hombres para embarcarse en su búsqueda: oro.

Este mito sirve para denominar a un verdadero tesoro vivo que no hemos sabido valorar ni atesorar, un coloso que según versiones cruzó por el estrecho de Bering de Asia a América, seguido por los nómadas que poblaron la parte Norte de nuestro conteniente sabiendo que este noble ser les proveería de alimento y vestido para soportar las frías temperaturas: el bisonte los guío hacía climas más benévolos. Estos colosos en tiempos lejanos llegaban a migrar y poblar no solo las grandes llanuras, en el norte de nuestro país se podían encontrar, en el territorio de lo que hoy es Durango.

El cíbolo migraba buscando pastizales para comerlos (pasto viejo) y con esto dar paso a un nuevo crecimiento, con sus pesuñas aflojaba la tierra compactada por los fríos para que pudiera recibir la fertilización de su excremento y orina, una vez completado este ciclo viajaba al sur para repetir esta función en otro territorio, un camino de aprovechamiento y enriquecimiento.

Hoy uno de los rumiantes mas representativos de Norte América es amenazado por la caza, su caza ya no representa la sobrevivencia del ser humano sino el vulgar ego de quienes practican esta actividad para mostrar sus inseguridades y complejos de superioridad, supuestamente racional, un ser vivo al que nuestros antepasados le deben su subsistencia.

Es fácil suponer que las tribus nómadas observaron el beneficio que traía la presencia de los bisontes al fertilizar esos pastizales, como consecuencia pudieron sembrar semillas e iniciar con la agricultura, lo cual produjo que su andar errante se detuviera, mucho se debe haber escrito sobre el respeto de los nativos de Norteamérica y Aridoamérica hacia estos gigantes de la naturaleza.

Los bisontes son muestra de cómo los animales llevan a cabo su función en los ecosistemas y en la naturaleza, algo que el homo sapiens ha desvirtuado y abusado, al grado de producir en tierras sin la posibilidad de recuperarse durante el ciclo que marca la naturaleza, esto debido al uso excesivo e intensivo de agroquímicos para mantener la producción de alimentos que ayuda a cubrir la demanda de los consumidores o para acaparar las opciones con una falsa disponibilidad en todo momento.

Lo que significan los bisontes para los grandes pastizales y llanuras fue señalado con gran exposición con los lobos de Yellowstone, los lobos son un regulador (depredador) natural de los siervos que consumen los pastos de esa zona, los lobos al cazar a los siervos permiten que el ecosistema se pueda recuperar de manera natural, es decir, regulan la población que consume los pastos de forma intensiva, la humanidad no ha sabido entender el papel de la naturaleza como su gran regulador.

La producción de alimentos y bebidas que consumimos a diario esta manejada por un puñado de compañías agroalimentarias que imponen sus (malas) practicas en la producción de hortalizas, vegetales, frutas, carne y bebidas con la excusa de satisfacer la demanda de sus productos.

En la producción masiva e intensiva es escaso encontrar un manejo sustentable, la mayoría de la producción se basa en el valor comercial de cada cultivo (plátano cavendish, aguacate hass, frutilla, jitomate saladet, etc.) lo que va en contra de la diversidad de los lugares donde se cultiva e incluso del fruto o vegetal. Dados estos métodos de producción, el intercambio genético natural se socava privilegiando el volumen de ventas sobre las terribles consecuencias de este sistema de producción sobre la tierra, forzando con el uso de agroquímicos e insecticidas la sobreexplotación de las tierras sin considerar las consecuencias perjudiciales para la salud de los jornaleros.

Lo anterior nos hace ponderar el valor de respetar los ciclos de la naturaleza para una producción adecuada de alimentos y bebidas, optar por los productos locales no solo por ser cercanos sino porque usan un sistema de producción que evita los agroquímicos, no desperdicia agua, respeta la diversidad de su cultivo y ayuda a mantener este balance complejo que la naturaleza nos muestra cada vez que podemos observarla con detenimiento.

Los recientes sucesos en el Capitolio de Estados Unidos me hacen recordar que el término despectivo: "Republica bananera", que fue impuesto por los gobiernos, académicos y agencias de ese país para señalar la corrupción en otras naciones, lo que omiten declarar y difundir con la misma vehemencia es el hecho de que fue una compañía estadounidense, la United Fruit Company, la que corrompía y auspiciaba políticos o militares afines para que está pudiera seguir explotando a las personas como a los campos con tal de mantener los precios bajos de sus productos en el mercado estadounidense (¿subsidio?).

En el libro Naufragios se relata una expedición fallida en busca de Cíbola, en particular los devenires de uno de los sobrevivientes: Álvar Núñez Cabeza de Vaca en compañía de un esclavo llamado Esteban, ambos recorren de la actual Florida hasta la costa de Sinaloa, esta novela acrecentó el mito de las Siete Ciudades, llenas de oro, sin duda el oro que encontraron estos dos errantes en su travesía fue al Cíbolo, el bisonte americano que recorría el continente mostrando desde esos tiempos la forma adecuada de producir alimentos y aprovechar las condiciones de la naturaleza, algo que la humanidad a pesar de los avances tecnológicos no ha podido (o querido) entender.

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