La inclusión financiera es una tarea en la que se enfocaron los países en al menos las dos últimas décadas. En México aún falta para alcanzar el objetivo y como muestra están los índices de pobreza, desigualdad e informalidad laboral. De acuerdo con analistas, el plan del nuevo Gobierno federal es sensato, adecuado y urgente, el problema es que puede enfrentar en el corto plazo obstáculos para sostenerse.
Ciudad de México, 15 de enero (SinEmbargo).- El problema de la inclusión financiera en México puede verse reflejado en los niveles de pobreza, de desigualdad, de crecimiento económico e informalidad laboral. El programa del Gobierno de Andrés Manuel López Obrador, a decir de especialistas en el tema, es más que adecuado, pero el hecho de que repose en programas sociales podría hacer de éste una política poco sostenible para el erario y que dé, en corto plazo, números engañosos.
El Programa de Impulso al Sector Financiero presentado por la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), parte de que la tenencia de cuentas de ahorro en México es baja comparada con países similares. Y aunque los pagos con tarjeta –débito o crédito- aumentaron entre 2000 y 2016, todavía es bajo como proporción del Producto Interno Bruto.
El 40 por ciento de los adultos en México tiene una cuenta de ahorro para el retiro o Afore y el 4.9 por ciento hace aportaciones voluntarias a su cuenta de ahorro para el retiro. El 49 por ciento de los hombres y el 31 por ciento de las mujeres tienen una cuenta de ahorro para el retiro, lo que representa una brecha de género de 18 puntos porcentuales.
El uso de efectivo en México es considerablemente alto y así se pagan la mayoría de los bienes y servicios: es de alrededor de 93 por ciento.
Hacienda buscará impulsar la inclusión financiera mediante el desarrollo de la banca digital, fortalecer y mejorar las condiciones en que los trabajadores mexicanos acceden a los créditos de nómina, permitir que los mexicanos entre 15 y 17 años puedan abrir cuentas bancarias en su propio nombre y sin tutor, fortalecer el régimen de inversión de las Afores y el ahorro voluntario
El Secretario de Hacienda, Carlos Urzúa dijo en la presentación del programa que se buscará la reconfiguración para atender a la población donde la banca comercial no puede llegar, ya que hay muchísimos lugares en México donde no hay bancos, donde no se puede realizar “casi” ninguna actividad financiera.
“La idea es tratar de alcanzar a 15 millones de nuevos clientes en zonas rurales, antes que clientes yo diría usuarios, en zonas rurales, municipios marginados y áreas semiurbanas, a través de la dispersión de pagos, en particular los programas sociales, que son muy ambiciosos en este Gobierno”, dijo.
Como señala el Consejo Nacional de Evaluación de la Economía Social (Coneval), si se habla de la necesidad de “incluir” a un sector de la población a un servicio es porque hay un grupo que ha sido excluido: “los segmentos más pobres de la población carecen de acceso al sistema financiero formal o, en caso de gozar de este acceso, no hacen un uso educado del mismo. Existe evidencia empírica que sugiere que los segmentos de población más pobres buscan, acceden y utilizan instrumentos financieros de carácter informal”.
De acuerdo con la definición que da el Coneval, la inclusión financiera busca que la población mejore la administración de sus recursos a través del acceso y uso de productos y servicios financieros como el ahorro, crédito, seguros y ahorro para el retiro, por ello, la inclusión financiera puede ser clave para reducir los niveles de pobreza de la población.
En teoría, se fortalece la capacidad de las personas para ascender en la escala socioeconómica y mejora su calidad de vida al facilitar el acceso a productos y servicios para su desarrollo. El Centro Estudios Espinosa Yglesias (CEEY) sostiene que incrementar la inclusión financiera trae como consecuencia una reducción en la informalidad, lo que a la larga impacta positivamente al desarrollo económico y a la prosperidad de la sociedad, “generando un círculo virtuoso en el que las desigualdades y las brechas en oportunidades y resultados se minimicen, permitiendo que los individuos exploten adecuadamente su talento y sus capacidades potenciales, sin barreras innecesarias impuestas por su hogar de origen o su condición socioeconómica”.
Y entre la causas que provocaron este escenario están la falta de educación financiera, los bajos salarios y el nivel de confianza que hay con las instituciones financieras.
En 2015, expone el Coneval, el 23.5 por ciento de personas entre 18 y 70 años reportó no ahorrar en lo absoluto, ya sea por imposibilidades para hacerlo o por elección. A pesar de sus desventajas, 32.4 por ciento reportó ahorrar únicamente por medio de mecanismos informales de ahorro como tandas o guardado en casa. Finalmente, 44 por ciento utilizó medios formales para canalizar sus ahorros.
Datos de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV), la inclusión financiera creció en el periodo de 2012 a 2018, dado que el número de adultos con al menos un producto financiero creció en 14.6 millones, al pasar de 39.4 a 54 millones, lo cual equivalente a 68 por ciento del total de adultos.
LAS CAUSAS QUE GENERARON EXCLUIDOS
En entrevista con SinEmbargo, Enrique Díaz-Infante Chapa, director del CEEY y especialista en el sector financiero y en seguridad social, explicó que entre los principales factores que tienen a México con bajos niveles de inclusión financiera están el alto costo del crédito y el bajo ingreso, porque la gente no ve posible hacerse de un crédito. Están también la informalidad, la infraestructura bancaria que es costosa y en consecuencia abrir un banco en una zona rural no es opción.
Mencionó también las figuras de Sociedades de Ahorro y Crédito Popular, las cajas de ahorro y las cooperativas, que han funcionado, pero que resultaron insuficientes y con poca penetración en zonas rurales.
Héctor Villarreal Páez, director del Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP), coincidió en este punto: “somos un país muy desigual y tuvimos en algún punto banca de desarrollo pero estaba más preocupada por apoyar a las empresas, a que se desarrollaran, por sobre la bancarización de la población con escasos o medios recursos. Luego tuvimos la tremenda crisis bancaria de los 90 y surgió un nuevo sistema financiero, pero no le interesaba tener una profundidad o alcance muy grande en la población, era un sistema financiero de otro tipo”.
En este sentido, Abraham Vergara Contreras, coordinador de la Licenciatura en Contaduría y Gestión Empresarial y la Licenciatura en Finanzas de la Universidad Iberoamericana, detalló que el sistema financiero del país es grande –con más de 40 bancos, cajas de ahorro, cooperativas, almacenes de depósitos, las afores, las aseguradoras– pero lo que ocurrió es que esos servicios bancarios no llegaron a toda la población, “ya sea porque a los bancos no les interesa ese mercado o porque se les hacen muy caros los costos operativos, que son tan altos que se inhibe invertir en ciertas poblaciones y tanto a través de los bancos llegar a un mayor número de personas”.
Ese grupo excluido tiene que afrontar obstáculos para emprender un negocio, para acceder a un ahorro o a un crédito, lo que puede tener implicaciones directas en la movilidad social ascendente.
“La falta de inclusión financiera provoca que el ahorro tenga que hacerse a través de tandas o arreglos informales que tienen el riesgo de que se pueda perder el dinero. El ahorro que se tenía destinado para funciones específicas, se utiliza para financiar educación y salud y el pago a la vivienda. […] El no tener acceso al ahorro, al crédito que no permita financiar la vivienda, afecta el resto de las capacidades de tener movilidad social ascendente”, explicó Díaz Infante.
Sin embargo, también están las fallas del sistema financiero en México. Vergara Contreras dijo al respecto que si hay países que están pensando en ya no tener papel moneda y tener dinero completamente electrónico es porque cuentan con una estructura y una seguridad cibernética avanzada y en México aún no está en esos niveles de seguridad para las operaciones electrónicas.
“Aún hay problemas de bancos a los que se les cae el sistema, algunos fraudes en el tema de transferencias”, señaló.
Villarreal agregó que se tienen que desarrollar en paralelo sistemas de seguridad muy buenos, que cuiden de todo tipo de fraude. “Vamos a tener que observar el comportamiento de bancos porque estaban muy cómodos con un sistema financiero mucho más controlado por ellos, más concentrados. Espero que el sector privado esté a la altura y no vea en esto una amenaza a un poder de mercado que ha sido muy lucrativo en los últimos 10, 15 años”, agregó.
EL PROGRAMA DE AMLO
Los analistas coincidieron en lo necesario y sensato que es el programa de Impulso al Sector Financiero presentado por las autoridades del nuevo Gobierno, pero pronostican problemas a largo plazo.
Para Villarreal, el programa es viable pero recalcó en que no se verán resultados en corto plazo. “La idea de iniciar es buena. Estuvo bastante bien pensado, pero la implementación es importante, esperemos que esté a la altura de una política pública de alto potencial”, dijo.
Díaz Infante también confía en que el programa ayudará a la inclusión financiera y al otorgamiento de crédito, pero lo ve insostenible.
“Es un programa de inclusión financiera muy bueno para complementar el programa social de Jóvenes Construyendo el Futuro y el de Becas. Este programa de impulso al sector financiero es un complemento necesario y fundamental para ambos programas, porque si se quiere operar tienen que hacer las transacciones financieras. Si la gente va a tener dinero tiene que tener un cuenta, un sujeto de crédito”, explicó.
El problema, agregó, puede ser que sea insostenible en el tiempo porque la fuente de pago, del crédito o del ahorro, es inestable porque son programas de un año y que dependen de que hayan recursos fiscales.
“Por lo tanto subirán los números de inclusión financiera y la penetración, se aperturarán muchas cuentas bancarias, se van a dar muchos créditos, habrá impacto positivo en las Afores, eso es excelente. ¿Pero cuánto dura? Depende de si estos programas de Mi Primer Empleo sean sostenibles y tengan recursos fiscales suficientes y si no se ha hecho una Reforma Fiscal, ¿de dónde se va a sacar el dinero? ¿A qué se le va a quitar presupuesto para seguir manteniendo ese programa? Los indicadores van a subir mucho, pero el reto será si eso se va a sostener al tercer o cuarto año. Los datos de corto plazo serán engañosos”, concluyó.