Ciudad de México, 19 de septiembre (SinEmbargo).- Desde hace siglos, la actividad tectónica ha contribuido a la desaparición de innumerables edificaciones y ser parte importante de la transformación radical de muchas culturas. Sin embargo, a pesar de que la técnicas de construcción y planeación urbana hayan recorrido un amplio trecho desde la Edad de Bronce hasta ahora, seguimos siendo tan susceptibles hoy en día a las secuelas de los terremotos de gran alcance como en los albores de las civilizaciones.
Cuando son expuestos a las fuerzas laterales bruscas producidas por las ondas sísmicas, incluso los edificios y puentes más modernos pueden fallar por completo y colapsarse, aplastando a la gente sobre y alrededor de ellos. Pareciera que la tecnología puede contribuir a que los estragos se reduzcan, pero, irónicamente, el problema se ha agravado a medida que más personas viven en entornos urbanos y las estructuras han crecido.
Afortunadamente, en las últimas décadas, arquitectos e ingenieros han diseñado una serie de tecnologías inteligentes para asegurar que casas, unidades habitacionales y rascacielos cedan pero no se rompan. Esto último es importante sobre todo cuando un segundo extra es la diferencia entre la muerte y poder salir ileso de una construcción.
Después de tres décadas, es mucho lo que la Ciudad de México y sus habitantes han aprendido tras el terremoto del 19 de septiembre de 1985. Luego de enfrentarse a miles de muertos, el país no sólo tuvo que reconstruirse anímica sino arquitectónicamente.
Los códigos de construcción, sobre todo, fueron los que mayores cambios sufrieron. Desde entonces hay muchas más obligaciones que cumplir al momento de erigir un edificio aunque, como es de esperarse, a veces el sistema de verificación no sea muy eficiente. Simultáneamente, en el mundo entero, las innovaciones técnicas también ponen de su parte día a día para asegurar un futuro con construcciones más resistentes.
NUEVAS TÉCNICAS
Durante años, ingenieros y sismólogos han favorecido el aislamiento de base como un medio para proteger los edificios durante un terremoto. Como su nombre indica, este concepto se basa en la separación de la subestructura de una construcción de su superestructura.
Una alternativa cuyo sistema implica flotar un edificio por encima de su base sobre cojinetes de caucho-plomo, los cuales contienen un núcleo de plomo sólido envuelto en capas de caucho y acero alternadas entre sí.
Las placas de acero unen los cojinetes al edificio y a sus cimientos y luego, cuando un terremoto ocurre, permiten que los cimientos se muevan sin afectar la estructura por encima de ella.
Ahora, algunos ingenieros japoneses han tomado aislamiento de base a un nuevo nivel, mediante un sistema que permite levitar un edificio sobre un colchón de aire. Con este sistema, los sensores en el inmueble detectan la actividad sísmica de un terremoto y se comunican con un compresor de aire, que tarda medio segundo en ser alertado y fuerza el aire entre el edificio y su cimientos. El colchón de aire levanta la estructura hasta tres centímetros del suelo, aislándola de las fuerzas que podrían destrozarlo. Finalmente, cuando el terremoto cesa, el compresor se apaga, y el edificio se asienta de nuevo.
Se trata de una nueva idea. No obstante, abundan muchas en su tipo que han surgido en los últimos años ante la necesidad de crear más y más construcciones elevadas. De esta manera, de la absorción de choque, tan popular en la industria automotriz, también tiene su aplicación estructural por medio de amortiguadores, los cuales pueden ser útiles en el diseño de edificios resistentes a los terremotos, al colocarse en cada nivel de un edificio, con un extremo unido a una columna y el otro extremo unido a una viga.
Así mismo, otra variante de los amortiguadores implica suspender una masa enorme cerca de la parte superior de la estructura. En este caso, cables de acero soportan dicha masa, mientras que amortiguadores de fluidos viscosos se encuentran entre la masa y el edificio que está tratando de proteger. Cuando la actividad sísmica hace que el edificio se balancee, el péndulo se mueve en la dirección opuesta, disipando la energía.
MAYOR INFORMACIÓN
La información que llega a los ciudadanos, sin duda, es mayor hoy en día que hace 30 años. Junto con los letreros que cuelgan de cada edificio y que explican qué hacer en estos casos, la tecnología móvil se ha convertido en una herramienta para estar al tanto de los sismos y su magnitud.
Actualmente hay apps especializadas para prevenir e informar a la población sobre los sismos que ocurren en su localidad o en áreas cercanas. Las hay para todos los gustos y sistemas operativos, no obstante, hay unas que destacan sobre las otras. Estas son tres de las de las aplicaciones gratuitas más populares:
Skyalert
Esta aplicación sirve para dispositivos con sistemas operativos iOS de Apple, Windows Phone y Android, la cual emite la alarma alrededor de 60 segundos antes de que suceda el temblor y permite tener una base de contactos para que el usuario se comunique en caso de emergencia, además de brindarle números clave de servicios dependiendo de su localidad. No obstante, un inconveniente es que las alertas son en ocasiones sólo simulacros.
UrbanDF
Esta aplicación no sólo ofrece información sobre sismos sino también noticias de la Ciudad de México referentes al tránsito vehícular. La app disponible para iOS y Android retransmite la alerta sísmica en coordinación con el Centro de Instrumentación y Registro Sísmico (Cires). Sin embargo, sólo detecta temblores originados en las costas de Guerrero y la costa de Oaxaca.
Earthquake Alerts
Disponible para iOS y Android. Esta app le permite al usuario rastrear sismos alrededor del mundo y le avisa cuando ocurre un temblor dependiendo de las magnitudes y frecuencias preseleccionadas en la herramienta.
Los recursos móviles se han convertido en parte importante de la vida cotidiana y una contingencia de este tipo no podría quedar fuera de dichas contemplaciones. Por otra parte, la información impresa, por televisión y radio, además de los simulacros con la que han crecido las generaciones nacidas después del terremoto de 1985 ha preparado a la población para saber qué hacer antes, durante y después de una situación así y con ello reducir los daños.
MEDICIÓN DE RIESGOS
En México, una de las primeras consecuencias fue la creación del Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred). Un órgano que nació precisamente a raíz del terremoto de hace 30 años, pero lo realmente importante es que ahora se encarga también de estudiar los riesgos hidrometeorológicos (inundaciones, ciclones) o químicos. Es decir, todos los aspectos que suponen un riesgo. Además de este organismo, también se creó un sistema de Protección Civil que se encarga de informar y hacer un balance ante este tipo de eventos, además de evaluar los daños una vez que ocurren.