CHARLES DICKENS: Una aventura de 200 años

07/02/2012 - 8:00 pm


Un niño es mandado a trabajar por su familia a una fábrica de grasa para zapatos cuando el padre es encarcelado por deudor. El niño deja la escuela. Realiza con tal destreza el trabajo, que lo acomodan delante del mostrador para que el cliente y el curioso lo miren llenar los envases de grasa y colocarles la etiqueta. Para el patrón es todo un espectáculo, para el niño de nueve años es la mayor de las humillaciones. Ese periodo negro marcará la vida del chico. Y, de alguna manera, la de millones de personas alrededor del mundo desde la llamada Época Victoriana hasta nuestros días.

Charles Dickens nació el 7 de febrero de 1812 en Portsmouth, ciudad portuaria inglesa, conocido por ser puerto militar. Su padre era empleado de la oficina de pagos en la Mariana. Cuando la familia consiguió pagar la deuda del padre y sacarlo de la cárcel, gracias al dinero que la abuelita de Charles les dejó, éste siguió trabajando porque su hermana, a la que quería tanto, tomaba clases de piano y había que costeárselas. A los 12 años regresa a la escuela. No hará grandes estudios. Lo elemental.

El padre, John, había obtenido un trabajo de reportero, y Charles se vuelve periodista de The Mirror Parliament y The True Sun, con el tiempo cubre las sesiones parlamentarias para el The Morning Chronicle, y su destino comienza a perfilarse. Los debates del Parlamento despiertan el talento de Dickens para el retrato y la caricatura escritos, mismos que publica en el Evening Chronicle bajo el seudónimo de “Boz”. Los sketches de Boz se vuelven muy populares.

El siguiente paso fue la publicación de Los cuadernos de Pickwick. A partir de entonces, 1836, recién casado con Catherine Hogart, la hija del editor, para el personaje que es Charles Dickens, no hubo punto de retorno en la historia que protagonizó.

 

REVISTAR AL SEÑOR DICKENS

El mundo de las letras universales dedica 2012 al Bicentenario de Charles Dickens; viajes a los lugares donde vivió y ambientó sus obras, visita a la Abadía de Westminster donde reposan sus restos, cenas conmemorativas, reediciones, conferencias, lecturas, exhibiciones, teatro, películas y series adaptadas de sus libros, y una mercadería de recuerdos, forman parte de los actos in memóriam.

Este medio consultó al British Council en México y a The Anglo Mexican Foundation, con ánimo de conocer su agenda cultural en torno al año mundial dedicado a Charles Dickens. Ambas instituciones coincidieron en señalar que no tenían nada contemplado, su presupuesto está destinado a actos para celebrar el Jubileo de la reina Isabel, los Juegos Olímpicos de Londres, y una olimpiada cultural en el marco de las Olimpiadas. El British Council matizó de forma vaga que quizá comenzarían a planear para los meses siguientes algunas mesas redondas con académicos de la UNAM.

En su ensayo El pacto verbal (1980), Octavio Paz hacía referencia a la crítica social, política, religiosa, e histórica de escritores como Charles Dickens. Señalaba que los narradores contemporáneos no habían explorado los nuevos medios de comunicación, o lo hacían de mala gana y manera insuficiente. Y que a su vez los medios y quienes tienen el control de éstos han desdeñado a la literatura. Paz, quien escribía estas palabras a raíz de un encuentro mundial de televisión en 1979, pensaba que el sistema de cable y el videocasete, habrían de cambiar las cosas y permitirían el encuentro entre la verdadera literatura, “que es crítica de la sociedad y de sí misma”, y la televisión.

Paz apuntaba que “tal vez la humilde telenovela, descendiente de las películas de episodios y de la novela de folletín, sea el embrión de una nueva forma artística”, aclaraba que su intención no era hacer dudosas profecías, sino señalar la posibilidad que representaban el cable y el videocasete: “el equivalente a la biblioteca y la discoteca. O sea: son el comienzo de la diversificación y, en consecuencia, del regreso al pacto verbal: múltiple y contradictorio”. Treinta años más tarde, la visión de Paz es más actual que nunca. El cable y el DVD nos ofrecen esa anhelada conjunción en grandes series, géneros híbridos, y películas, provenientes del extranjero principalmente.

Lo extraordinario de todo es que la obra de Charles Dickens permanece. No cesa de ser revisitada, adaptada a los nuevos formatos audiovisuales. Dickens, que en el momento histórico que le tocó vivir, revolucionó el formato del folletín y de la adquisición de libros.

 

INICIARSE EN EL UNIVERSO DICKENSIANO

SinEmbargo.mx acudió por separado con Hernán Lara Zavala y Jesús Calzada, dickensianos de corazón, a propósito del bicentenario del escritor inglés. El primero es académico en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, con maestría en estudios sobre la novela en The University of East Anglia, y autor de libros como El mismo cielo, Después del amor y otros cuentos y la Antología del cuento inglés del siglo XX.  El segundo ha estudiado teatro y Teoría del Arte en la Université Sorbonne Nouvelle, es autor de los melodramas Alcanzar una estrella, Retrato de familia, Vivir un poco, Al norte del corazón, Código postal, El Secreto, y Palabra de mujer.

Calzada dice que Dickens no tiene novela mala: “Metes la mano en su literatura y la sacas llena de joyas. Estamos en una época en que cuesta trabajo hacer que la gente lo lea, se privilegia el audiovisual; yo recomiendo la última versión sobre Nicholas Nickleby; los Oliver Twist de David Lean y de Roman Polanski; Grandes esperanzas, también del primero, y las dramatizaciones de sus novelas por la BBC”.

 

Para Lara Zavala leer toda la obra de Dickens constituye un gran arco de la sociedad Victoriana: “Yo empezaría con Los papeles de Pickwick; pero tiene por lo menos 10 obras maestras, las más populares han pasado al cine, hasta [Alfonso] Cuarón hizo una versión moderna de Grandes esperanzas. La novela que más me gusta es ésa. Decía Octavio Paz que dos novelas habían firmado al siglo XIX, una es Ilusiones perdidas de (Honoré de) Balzac, y la otra es Grandes esperanzas. Estas esperanzas son de carácter individual, Pip no alcanza a ser arquetipo porque es un muchacho común, como Fabrizio del Dongo, o Julian Sorel, personajes de Stendhal, que son tan humanos, que no se pueden convertir en arquetipos como Don Juan, Fausto, o Lolita”.

Por su parte, Calzada siente especial debilidad por Cuento de Navidad: “Es una joya pulida. Una novela corta que escribió en unas semanas porque necesitaba dinero. Cuando lo escribió, la Navidad era una festividad sin la trascendencia espiritual que hoy se le atribuye, esa estatura se la dio Dickens, revitalizó la Navidad que llevaba cerca de 600 años adormecida”.

De sus novelas, elige Nicholas Nickleby, donde hace un paralelo entre el teatro y la vida, “y crea un monstruo humano que recibe un castigo ejemplar, el tío de Nicholas Nickleby, al dañar a su entorno, sin saberlo, se está haciendo daño a sí mismo. A mí me gustaría ser como Mr. Pickwick, un hombre que en el ocaso de su vida descubre que todavía tiene mucho por celebrar, y se lanza a reinventarse, a encontrar el gusto y los placeres, confiar en quien no debe y aconsejar mujeres. Fue tal su éxito, que hubo varios escritores que hicieron falsos Mr. Pickwick sin el pudor de cambiarle el título, y puestas en escenas sin autorización”.

 

LITERATURA DE LOS SENTIMIENTOS: CALZADA

“El principal mérito del diseño de personajes de Dickens —comenta Calzada en su piso con vista a un Parque Hundido entre la neblina—, es que pierden la dimensión heroica tipo griega, para ser monumentales perteneciendo a la clase trabajadora, al hombre común inglés. Antes de Dickens los personajes eran gente de las casas reinantes de Europa; nobles caídos en desgracia, todo ocurría dentro de ambientes de elite.

“Dickens inventó para la literatura de los sentimientos (lo que hoy se llama) el suspenso de viernes; publicaba sus historias quincenalmente a lo largo de año y medio. La gente se pasaba 15 días comentando lo que había leído, interpretado y dilucidado del episodio, a la expectativa del siguiente. Hubo quien quiso caracterizar la novela de sentimientos de Dickens, como literatura femenina,  su éxito trascendió el ámbito doméstico del ama de casa, llegó a todos los sexos y oficios.

“Cuando arribaba un barco procedente del Reino Unido, el marinero que estaba en el muelle recibiendo las amarras preguntaba cómo le iba a tal personaje, ‘¿Vive todavía la pequeña Nell?’, y el marinero de abordo, que ya se había leído el fascículo, le respondía: ‘¡Todo el mundo temía que la pequeña Nell fuera a morir!’, lo cual demuestra que Dickens conocía a fondo los mecanismos del melodrama. La pequeña Nell, de The Old Curiosity Shop (La tienda de antigüedades, por su título en español), muere al final del relato; es un personaje químicamente puro y noble, por ello la gente la volvió entrañable, parienta suya.

“El editor se enteró que en el último episodio Dickens iba a matar a la pequeña Nell, y le pidió que no lo hiciera temiendo que destruyera la ilusión de los lectores; Dickens le aseguró que sería una muerte grandiosa, nadie que leyera el último capítulo dejaría de romper en llanto. Hasta la fecha, es difícil leer la página y media de la descripción de la muerte de la pequeña Nell, sin que broten las lágrimas, así de poderosos son los personajes.

“Dickens recuperó el sentido del arquetipo, volvió a buena parte de la galería de sus personajes arquetipos funcionales. No son el arquetipo bidimensional que caracterizaría al melodrama de bajo cuño. Es el hombre más su circunstancia; una vez que empiezan a funcionar como arquetipo conductual, el juego de pasiones genera el deslumbramiento de la trama.

Calzada, quien como autor de melodramas ha buscado inspiración en las atmósferas de Dickens, considera que “la literatura de los sentimientos te educa; el problema ahora es que la literatura de los sentimientos que nos llega es de muy baja calidad, y no está bien estructurada como para constituir una verdadera didáctica emotivo-pasional.

“A mí me sirvió Dickens para formar una galería de comportamientos y conductas asignables a personajes. Como modelo me ayudó la pequeña Nell para escribir personajes de telenovela en Alcanzar una estrella; mi protagonista tenía la ingenuidad de la pequeña Nell, capaz de creer que existe la bondad y la virtud a pesar de que las evidencias parecieran estar en contra. Yo creo que todos los escritores de melodrama hemos tratado de generar un Oliver Twist, una ave que cruza el pantano y jamás mancha su plumaje, y un villano como Bill Sikes, una máquina de hacer daño.

“Si algo se le puede reprochar es que sus finales suelen ser precipitados. Típico de las novelas por entregas, necesitas concluir tu relato y tienes que atar cabos rápido, y dar un ejemplo moral; nadie como él comprendió que el melodrama es una herramienta social, y consiguió incidir en la sociedad de su época”.

 

NOVELAS MELODRAMÁTICAS: LARA ZAVALA

La entrevista con Lara Zavala ocurre en un cubículo de la UNAM, a donde llega cargando bajo el brazo algunas novelas del autor inglés y ensayos sobre la obra de éste, y un artículo firmado por el propio Lara Zavala sobre el Cuento de Navidad, aparecido en Letras Libres.

El académico de la UNAM comenta que Dickens realizaba lecturas en voz alta y era excelente personificando, que imitaba voces y acentos, casi como una puesta en escena, “una lectura de atril novelística; llenaba teatros y le pagaban. Otra cosa que le ayudaba (a ganar dinero) era que escribía por entregas, era como cuando salía (la revista) Paquín de (Yolanda) Vargas Dulché; como las telenovelas, te quedas en una parte y estás esperando la siguiente. Desde que escribió Los papeles de Pickwick había gente desesperada esperando la siguiente entrega.

“Todas sus novelas son melodramáticas, pero como yo siempre explico, la novela en sí misma siempre es un poco melodramática, tiene que ver con problemas del corazón, cómo se resuelven los problemas de amor, pero yo hago una diferenciación, hay melodramas profundos y hay melodramas corrientes. Las de Jane Austen parecerían novelas rosa, pero si se lee con atención, ella se plantea quién debe casarse con quién y por qué; la mujer va encontrando su equivalente moral, no es lo superficial de la novela rosa donde el guapo se casa con la guapa y viven felices.

“E. M. Foster (el escritor inglés) dice: “Los personajes de las novelas son o planos o redondos”. El personaje plano es el sencillo, es el cómico en general; el redondo es el que a lo largo de la novela cambia de una postura a otra, aprende, hay cambio interno, y eso es algo muy interesante de los personajes de Dickens, que maneja bufos y cómicos, y esos no cambian, pero sus protagonistas cambian en la medida que avanza la novela. Novelas muy extensas; para dejarles Grandes esperanzas a los alumnos de Letras siempre les digo que empiecen a leerla desde ya, porque tienen que concentrarse, no puede leerse en una semana”.

 

GALERÍA DE PERSONAJES

Entre los objetos preciados que conserva Calzada se encuentra un plato decorativo con la imagen de Charles Dickens al centro, rodeado de sus personajes principales; un grabado de 1860 que consiguió en el mercadillo de Portebello, y un muñeco de colección con la figura del escritor, el segundo de ocho hermanos, hijos de un “papá expansivo y una madre contenida, sufre dolores enamorada del marido —relata Calzada—, los papás de Dickens se encuentran en muchas de sus novelas: Mr. Micawber (de la novela David Copperfield), los patrones de Scruch en Cuento de Navidad; convirtió a su familia inmediata en moldes iconográficos de personajes.

“Transformó sus dolores de infancia en una serie de símbolos literarios antes que a Freud se le ocurriera deducir que los primeros años formativos del ser humano son definitivos para la personalidad futura. El hallazgo de Freud comprobó el talento de Dickens. A los nueve años lo sacaron de la escuela y tuvo que trabajar porque al papá lo encarcelaron por deudas.  Esto tuvo dos efectos: primero generarle una enorme resistencia a la adversidad y voluntad de sobrevivencia, y segundo, una enorme imaginación redentora, imaginar personajes capaces de vileza y capaces de nobleza.

“Las frustraciones de la infancia, añoranzas, anhelos, tristezas, alegrías, amarguras, y sinsabores, y los años de reportero en que tuvo que rozarse con todo tipo de personas, le sirvieron de ilustración inestimable –Calzada agrega que Dickens se inspiraba caminando al borde del Támesis, presente en todas sus novelas, en una época en que era exponerse a todo, desde que lo mataran hasta que lo desmayara el mal olor porque el río era el vertedero de inmundicias–: Dickens entendía el Londres profundo y de allí absorbía su galería de personajes.

“Era un protofeminista antes del movimiento de las sufragistas. Bleak House (Casa desolada), Old Curiosity Shop, Nicholas Nickleby, rebosan de mujeres capaces de tomar las riendas del mundo en sus manos. Great Expectations (Grandes esperanzas, por su título en español), comprendió el daño que se hace de forma sexista a las mujeres que no se casan y se abandonan; la quedada como un fenómeno sexista, del cual Dickens muestra que no hay un equivalente masculino de Miss Havisham. La quedada en Great Expectations es sobrecogedora, es una muerta en vida; una mujer convertida en paria porque el prometido la dejó plantada el día de la boda.

Oliver Twist cambió la legislación sobre el trabajo infantil en Europa. A partir de ahí no se permitió que la infancia fuera expuesta a vejaciones laborales como las expuestas en esa novela”.

 

RADIOGRAFÍA DE LA SOCIEDAD

“Charles Dickens –reflexiona Lara Zavala–, fue un parteaguas en la literatura del siglo XIX. En Inglaterra, después de William Shakespeare, es el autor más leído y connotado. Las dos figuras que marcan el siglo XIX inglés son Jane Austen y Charles Dickens; el mundo de Dickens es más complejo y más abierto. Londres era la gran ciudad mundial, acaba de ocurrir la Revolución Industrial y tenían colonizado al mundo, estaban en China, India, Egipto, África. Era un mundo fascinante para que alguien como Dickens pudiera ilustrarlo. Se ha comentado mucho: Jane Austen se circunscribía a un grupo de mujeres buscando pareja en una sociedad muy cerrada. En el caso de Charles Dickens, en novelas como Historias de dos ciudades, ves la ebullición que había en el mundo en ese momento, muchas cosas suceden en la calle, y se nota el fenómeno que estaba ocurriendo, que era el paso del campo a la ciudad”.

Ya en El banquete y el ermitaño, Octavio Paz escribe que Dickens y (Émile) Zolá han dejado descripciones terribles de lo que fue la vida de la clase obrera en las grandes ciudades, y que el tránsito de la vida rural a la urbana produjo, entre otras consecuencias atroces, una ruptura de los lazos tradicionales y, por tanto, de la comunicación.

Lara Zavala recuerda que el crítico norteamericano Edmund Wilson decía que dos cosas reconocían a Dickens: era un rebelde crítico de la de la sociedad, y la inclinación hacia lo criminal. “En casi todas sus novelas siempre hay algo que tiene relación con el crimen, o con el orden jurídico judicial. Dickens tenía también especial inclinación por el tema de los huérfanos. Él no fue huérfano, pero su padre tuvo un problema de carácter financiero y a Dickens lo metieron a trabajar, eso lo marcó. En novelas como Grandes esperanzas, Oliver Twist, David Copperfield, hay una gran incidencia hacia ese tema, igual que hacia el bajo mundo, que conocía muy bien.

“La manera en que Dickens escribe, y el mundo que describe, tiene influencia sobre otros grandes escritores, incluido (Fiodor) Dostoyevski. La influencia de Dickens sobre Dostoievski es más obvia porque a éste le gustaba el tema del crimen, que para Dickens era importante.

“Dickens hace una radiografía de la sociedad –continúa Lara Zavala–, una caracterización tan fina que sus personajes se convierten en arquetipos, pero dos son impresionantes: la señora quedada de Grandes esperanzas, Miss Havisham, que la dejan plantada el día de su boda y nunca se vuelve a quitar el vestido; deja podrir el pastel que se está llenando de ratas; su casa, que es una buena casa, está toda a oscuras. Miss Havisham es una persona amargada. Y Scruch, de Cuento de Navidad, un judío que se parece un poco a los judíos que describe William Shakespeare, que son los avaros.

“Dickens tenía un gran sentido del humor. En casi todas sus novelas hay personajes que hacen reír de forma espontánea; como el personaje de Los papeles de Pickwick, un poco como Don Quijote y Sancho Panza.

“Los personajes principales de Dickens son jóvenes, están buscando su destino; a veces lo encuentran a pesar de ellos mismos. Tienen que pasar por una prueba como en el caso de Pip, de Grandes esperanzas. Es un huérfano que quiere ser un caballero en el sentido inglés de la palabra; el gentleman tenía varias implicaciones, no sólo era un hombre bien vestido, era un hombre que no tenía necesidad de trabajar, era rico, y se sabía comportar en sociedad; Pip no sabe que quien lo protege es un fugitivo de  la ley, cuando lo descubre se avergüenza de su protector, y comienza una revaluación de su vida; llega a ser un caballero y se da cuenta que su vida anterior, cuando era un paria, a lo mejor era más valiosa. Ese periplo también lo recorre Oliver Twist y David Copperfield”.

Charles Dickens murió de un derrame cerebral a los 58 años tras un día de arduo trabajo. En esos días estaba escribiendo El misterio de Edwin Drood. Corría el verano de 1870.


Jesús Calzada recomienda sobre el autor: Dickens, Peter Ackroyd (1990); Charles Dickens: una vida, Claire Tomalin (2011); Conociendo a Dickens, Rosemary Bodenheimer (2007); El hombre que inventó la Navidad, Les Standiford (2008).

 

Hernán Lara Zavala recomienda del autor: Los papeles de Pickwick, Oliver Twist, Historia de dos ciudades, David Copperfield, Grandes esperanzas y El cuento de Navidad.

 

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