Por J. Tadeo
Ciudad de México, 11 de julio (SinEmbargo/Global Voices).– Aunque para muchos, el deporte más popular en México sea el futbol, la charrería es considerada por algunos como el único deporte nacional mexicano. La charrería es una actividad que involucra al charro o jinete, y a distintos animales como el caballo, el novillo o la yegua. En la charrería, a diferencia de otros deportes, las mujeres tienen también plaza y se les conoce como escaramuzas. Sus defensores lo consideran como una actividad ancestral y fundamentalmente mexicana.
La charrería puede ser ejecutada como mero espectáculo, o bien, en competencia; en cuyo caso deben observarse las formalidades que prevé el reglamento. La actividad se desarrolla a través de diversas “suertes charras” o acrobacias que combinan la pericia del charro con el entrenamiento del animal. Entre dichas acrobacias se encuentran las denominadas “jineteo de toro” y el “paso de la muerte”. Ésta última consiste en que un jinete que monta un caballo a gran velocidad salte directamente hacia otro (llamado caballo “bruto”), que está también en movimiento, y que está a su vez, siendo arreado por otros charros.
La Federación Mexicana de Charrería A.C., con sede en el Centro Histórico de la capital mexicana, es una de las autoridades en la materia. La Federación, además de fomentar la “paracharrería” (que es la misma actividad, pero ejecutada por personas con capacidades diferentes), se encarga también de buscar la inclusión en la actividad y evitar la discriminación. Según este grupo, la misión es:
Participar en la prevención y eliminación de la discriminación de las personas con discapacidad, así como en su integración a la sociedad, favoreciendo su participación en el deporte en general y de éstos la charrería en particular por ser el único deporte 100 por ciento nacional y dar la oportunidad de que los Charros y Charras puedan seguir participando activamente aún cuando, por algún accidente dentro de este deporte, hayan quedado con alguna discapacidad.
A pesar de su fuerte tradición, la charrería no es apoyada por todas las personas en el país, pues hay quienes sostienen que se trata de una actividad que promueve el abuso o maltrato de los animales implicados. En el portal Derecho Animal puede encontrarse una explicación de la oposición a esta práctica, algo que ha trascendido a las fronteras del país vecino: Los Estados Unidos. La Charrería […] se ha convertido en una fiesta cada vez más popular en los Estados Unidos.
Langan, el presidente de una de las asociaciones defensoras, comenta que tienen mucha preocupación por estos eventos: “el número de animales que esta siendo expuesto a lesiones es cada vez mayor” advirtió.
The Humane Society ha solicitado a los gobiernos estatales y locales que prohiban este tipo de práctica, que tiene como consecuencia el maltrato de muchos animales. La organización ha sido escuchada en lugares como Nebraska, Colorado y California.
En la ciudad de Omaha y Nebraska, se analiza prohibir este espectáculo, tras escuchar los argumentos a favor y en contra de esta tradición.
Y concluye: "al ser una tradición que es realizada [desde] hace mucho tiempo es de esperarse que los mexicanos defiendan la misma y aseguren que las charreadas son eventos culturales importantes y no peligrosos".
La asociación Unidos Para Proteger a los Animales ha expresado su postura al respecto desde el portal Angel Guardián:
"La charrería es mal llamada “El deporte nacional”, y digo mal llamada porque el Comité Olímpico define claramente que para poder considerar deporte cualquier práctica, los contendientes deben estar en igualdad de condiciones y el caballo no tiene ni remotamente las mismas oportunidades de su oponente el hombre.
Al igual que la tauromaquia y las peleas de gallos, la charrería es otra forma de maltrato animal. Sí, la charrería es una tradición y una costumbre. Pero no es universal, por lo tanto no es patrimonio cultural ni deporte, tan sólo es una expresión del folklore mexicano".
Éstas son pues, las dos caras de una misma moneda: una antigua práctica regional mexicana que emplea animales y se ha convertido en un espectáculo y acaso deporte; o bien, una actividad que debe ser considerada a la par de la tauromaquia. Sin embargo, es de resaltar que en la charrería el objetivo no es ultimar al animal con una “estocada perfecta”.
Esta dicotomía será probablemente discutida a la luz del contexto legislativo actual, con el que se ha buscado erradicar la participación de animales en espectáculos públicos del país.
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