Los investigadores se basaron en información médica, de estilo de vida y de empleo proporcionada entre 2007 y 2010 por 286 mil 825 participantes del Biobanco del Reino Unido. Todos estos participantes tenían entre 37 y 72 años, y tenían un empleo remunerado o por cuenta propia. Además, descubrieron que los trabajadores del turno de noche eran más propensos a tener peor salud.
Madrid, 14 de diciembre (EuropaPress).- Los trabajadores por turnos, especialmente los que trabajan en turnos nocturnos permanentes, pueden tener un mayor riesgo de asma moderada a grave, sugiere una investigación publicada en línea en la revista Thorax.
Dada la prevalencia tanto del trabajo por turnos como del asma en los países industrializados, las implicaciones para la salud pública de estos hallazgos son potencialmente “de gran alcance”, advierten los investigadores.
Aproximadamente 1 de cada 5 empleados en el mundo desarrollado trabaja en turnos nocturnos permanentes o rotativos. El trabajo por turnos hace que el reloj corporal interno de una persona (ritmo circadiano) no esté sincronizado con el ciclo externo de luz y oscuridad. Esta desalineación se asocia con un mayor riesgo de diversos trastornos metabólicos, enfermedades cardiovasculares y cáncer.
Los síntomas del asma, como sibilancias y silbidos en las vías respiratorias, varían considerablemente según la hora del día o de la noche, y los investigadores querían saber si el trabajo por turnos también podría estar asociado con un mayor riesgo de asma y/o su gravedad.
También estaban interesados en explorar cuán influyente podría ser el cronotipo (preferencia del reloj corporal individual por la actividad matutina (“alondra”) o nocturna (“búho'” y la predisposición genética al asma.
Se basaron en información médica, de estilo de vida y de empleo proporcionada entre 2007 y 2010 por 286 mil 825 participantes del Biobanco del Reino Unido. Todos estos participantes tenían entre 37 y 72 años, y tenían un empleo remunerado o por cuenta propia.
La mayoría (83 por ciento) trabajaba en horario regular de oficina, mientras que el 17 por ciento trabajaba en turnos, aproximadamente la mitad de los cuales (51 por ciento) incluían turnos nocturnos.
En comparación con los que trabajan en horario de oficina, los trabajadores por turnos tenían más probabilidades de ser hombres, fumadores y vivir en áreas urbanas y en vecindarios más desfavorecidos. También bebían menos alcohol, dormían menos horas y trabajaban más horas.
Los trabajadores del turno de noche eran más propensos a ser “búhos” y a tener peor salud. Y era más probable que trabajaran en trabajos de servicio o como operarios de procesos, plantas y máquinas; los que trabajaban en horario de oficina tendían a desempeñar funciones administrativas y ocupaban puestos profesionales.
Unos 14 mil 238 (alrededor del 5 por ciento) de todos los participantes del estudio tenían asma; en 4 mil 783 (casi el 2 por ciento) los síntomas fueron de moderados a graves (según sus medicamentos).
Los investigadores compararon el efecto de trabajar en la oficina con el trabajo por turnos sobre el diagnóstico de asma, la función pulmonar y los síntomas del asma.
Después de tener en cuenta la edad y el sexo, y una amplia gama de otros factores de riesgo potencialmente influyentes, hubo un aumento del 36 por ciento en las probabilidades de tener asma moderada a grave en los trabajadores del turno nocturno permanente en comparación con los que trabajaban en horas normales de oficina.
De manera similar, las probabilidades de sibilancias o silbidos en las vías respiratorias fueron entre un 11 por ciento y un 18 por ciento más altas entre los que trabajaban en cualquiera de los tres patrones de turno, mientras que las probabilidades de una función pulmonar más deficiente fueron aproximadamente un 20 por ciento más altas en los trabajadores por turnos que nunca o rara vez trabajaron de noche y en los que trabajaban turnos de noche permanentes.
Aquellos que definitivamente eran alondras o búhos, conocidos como “cronotipos extremos”, eran significativamente más propensos a tener asma incluso después de tener en cuenta una variedad de factores de riesgo potencialmente influyentes. Y las probabilidades de asma moderada a grave eran un 55% más altas entre las alondras que trabajaban en turnos irregulares, incluidas las noches.
Pero la susceptibilidad genética al asma no afectó las probabilidades de desarrollar asma entre los turnos de trabajo.
Este es un estudio observacional, por lo que no se puede establecer la causa, dicen los investigadores. “Sin embargo, es plausible que la desalineación circadiana lleve al desarrollo de asma”, señalan.
“Curiosamente, el cronotipo cambia con la edad, avanzando en la adolescencia y luego más temprano a medida que los adultos envejecen, lo que sugiere que las personas mayores pueden tener más dificultades para adaptarse al trabajo nocturno que los adultos más jóvenes”, explican.
“Las implicaciones para la salud pública de nuestros hallazgos son potencialmente de gran alcance, ya que tanto el trabajo por turnos como el asma son comunes en el mundo industrializado”, advierten. El asma afecta a 339 millones de personas en todo el mundo.
“No existen pautas clínicas nacionales específicas sobre cómo manejar el asma en los trabajadores por turnos”, destacan, pero la adaptación de los horarios de trabajo por turnos para adaptarse al cronotipo individual podría ser una medida de salud pública valiosa que vale la pena explorar más a fondo, sugieren.