Según las investigaciones, "cada uno de los cinco grupos arquitectónicos aloja, a su vez, decenas de estructuras" en las que investigadores emprenden mapeos y registros gráficos y planimétricos, entre otros procedimientos, además de la detección y medición a través de la luz que penetra la vegetación junto con el trabajo de exploración en tierra.
Para los especialistas, conocer conjuntos habitacionales como estos, vinculados a una rejollada que habría sido usada con fines de cultivo, "significa saber más de la población común que habitó las ahora zonas arqueológicas, y de la cual se sabe muy poco".
México, 13 dic (EFE).- La localización de cinco grupos arquitectónicos, uno de uso ritual y el descubrimiento de una mesa de piedra, con representaciones de cautivos en sus cantos, son los hallazgos registrados en los últimos meses en la zona arqueológica de Chichén Itzá, en el estado de Yucatán, informó este viernes el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) de México.
También se descubrió un disco de pirita que, junto con la mesa de piedra son elementos que datan, respectivamente, de entre los años 850 y 1200 d.C. y 900 y 1000 d.C.
Mediante un comunicado, el INAH dijo que esos hallazgos se dieron como resultado de la colaboración entre el Instituto y el Gobierno del estado de Yucatán.
En el espacio que media entre los conjuntos conocidos como de las Monjas y Serie Inicial, "se ubicaron los cinco grupos arquitectónicos mencionados, como parte de un estudio del patrón de asentamiento de la urbe prehispánica maya".
Según las investigaciones, "cada uno de ellos aloja, a su vez, decenas de estructuras" en las que investigadores emprenden mapeos y registros gráficos y planimétricos, entre otros procedimientos, además de la detección y medición a través de la luz que penetra la vegetación junto con el trabajo de exploración en tierra.
"Cuatro conjuntos parecen ser habitacionales, mientras que uno, dado que posee una pirámide pequeña, de alrededor de cinco metros de alto, un cuarto doble en su parte superior y una escalera asociada, nos indica que pudo haber tenido un uso ritual", indicó el arqueólogo Francisco Pérez.
Explicó que para los especialistas, conocer conjuntos habitacionales como estos, vinculados a una rejollada (depresión notablemente circular y muy fértil, resultado del derrumbe de la bóveda de un cenote, en cuyo subsuelo permanece el agua de manera subterránea). que habría sido usada con fines de cultivo, "significa saber más de la población común que habitó las ahora zonas arqueológicas, y de la cual se sabe muy poco".
Recordó que cuando se hizo el primer levantamiento de Chichén Itzá, en los años 30 del siglo pasado, se cubrió los conjuntos más grandes "y no se detalló los pequeños grupos intermedios".
En tanto, el arqueólogo José Osorio explicó que una ventaja del proyecto es que, al realizarse en áreas no accesibles a la visita turística de la zona, permite a los expertos tener un control total de la exploración de los edificios.
Además de los citados descubrimientos, se incluyen labores de conservación especializada, a cargo de la restauradora del INAH Natalia Hernández, los cuales también aportan notables hallazgos.
Un ejemplo es la citada mesa de piedra, que se ubicó reutilizada como banqueta dentro de la Casa de los Caracoles.
La estructura mide 1,66 metros de largo por 1,27 de ancho, y se integra por cuatro cuadrados simétricos que, una vez unidos, revelan una escena en sus respectivos cantos exteriores, en la que aparecen 34 personajes tallados.
"Hasta ahora es la única mesa de piedra, con estas características y aún con restos de policromía, que hallamos en Chichén Itzá", destacó Osorio.
Explicó que de la treintena de individuos, 18 representan cautivos que aparecen atados de manos con una soga, en tanto que los 16 restantes son sus captores, ataviados como guerreros.
La pieza, cuya antigüedad aproximada está entre los años 900 y 100 d. C. debió pertenecer a alguna construcción previa, la cual no se ha localizado dentro del conjunto de Serie Inicial.
Otro hallazgo es el de la Galería-Patio de la Luna, colindante con el Palacio de los Falos y la Casa de los Caracoles, donde se encontraron vestigios de otro caso poco visto en Chichén Itzá: un amplio salón de columnas con una techumbre plana que estuvo sostenida por vigas de madera y tenía aplanados interiores estucados.
Algunos fragmentos de cerámica asociados apuntan que dataría del año 900 d.C., aproximadamente.
También se halló un disco de pirita, de 30 centímetros de diámetro, como pieza única de una ofrenda que pasó inadvertida cuando el Instituto Carnegie, en la década de 1930, exploró la edificación, una de las más representativas del estilo maya-tolteca que distingue a Chichén Itzá.
"Estos discos eran objetos importantes para la élite maya, en Chichén Itzá se han encontrado tres que se resguardan el Museo Nacional de Antropología y este es el cuarto", refirió el arqueólogo Marco Antonio Santos, director de la zona arqueológica.
Precisó que actualmente el disco, que se estima data del periodo Posclásico Temprano (850 y 1200 d.C.), se atiende en el Taller de Restauración del Centro INAH Yucatán.