En el evento estuvieron presentes la Secretaria de Cultura, Alejandra Frausto; el productor Nicolas Celis; las protagonistas del filme, Yalitza Aparicio y Marina de Tavira, además del actor Marco Graf, sin embargo, el director de la cinta Alfonso Cuarón no pudo asistir y envió un mensaje a las personas que acudieron a la proyección de Roma en Los Pinos.
Ciudad de México, 14 de diciembre (SinEmbargo). – “¿Todavía huele a azufre o ya se aireó?”, preguntó Alfonso Cuarón, quien no pudo estar presente en la proyección de su película en Los Pinos, pero que a través de un video se comunicó con los asistentes.
Este jueves por la tarde miles de personas se dieron cita en el jardín del Helipuerto Presidencial del Centro Cultural Los Pinos, para ver la cinta Roma. Un hecho histórico en la casa que albergó por décadas a los ex Presidentes de México.
La Secretaría de Cultura proyectó la cinta para que 3 mil personas pudieran estremecerse con el filme situado en la colonia Roma de los años 70, que hoy se estrena en Netflix, disponible para 130 millones de miembros en 190 países.
Pasaban las 16:30 horas y la fila para entrar al recinto llegaba a la entrada de las instalaciones que hasta el 30 de noviembre pasado albergaba al ahora ex Presidente, Enrique Peña Nieto, y su familia.
Niños, adolescentes, madres de familia, parejas y personas de la tercera edad se formaron para entrar a la multitudinaria función. A la altura de la entrada a la ex residencia presidencial, sobre la calle de Gandhi dentro del Bosque de Chapultepec, se contaban aproximadamente 750 personas.
Quince minutos después de las 17:00 horas, un par de voluntarios equipados con altavoces informaban, a lo largo de la cola, que se entregaría un boleto por persona, que no se podría apartar lugares, y que estaba prohibido entrar con alimentos.
“Y pensar que hace dos meses, esos soldados sólo abrían y cerraban las puertas, ni te saludaban”, comenta una señora, que los señala con la cabeza y espera sentada en la banqueta, a pesar del frío que amenazaba a los asistentes.
El pasado 1 de diciembre, Los Pinos fue abierto al público desde las 10:00 horas, mientras Andrés Manuel López Obrador tomaba protesta como Presidente de la República.
Una de sus promesas de campaña de tabasqueño fue que de llegar a encabezar el Ejecutivo Federal, no viviría en Los Pinos, inmueble habitado por la familia presidencial desde 1934. Actualmente, el Presidente de México vive en su casa ubicada en la Alcaldía de Tlalpan.
En punto de las 17:30 horas comenzó la repartición de boletos. El tiempo pasaba y fueron llegando hasta la fila de espera vendedores de chicles, paletas y chocolates. Uno de ellos, menos discreto, anunciaba la venta de cigarros y de inmediato dos miembros del equipo organizador le advirtieron que eso no estaba permitido.
Algunos soldados rondaban por las áreas verdes, observaban distantes a los asistentes.
Pasadas las horas, caía la noche y poco a poco avanzaba a la fila; “yo sólo vengo por el ponche y las palomitas”, se oye decir a un joven mientras se cubría del frío.
Las personas que acudieron a #RomaEnLosPinos, luego de la convocatoria realizada por la Secretaría de Cultura a través de redes sociales, tuvieron que pasar por el detector de metales, supervisados por elementos del Ejército Mexicano para ingresar al lugar.
Después de cruzar los arcos de seguridad, la fila se desintegró y todos los invitados caminaron entre los árboles de la residencia. Una familia saludaba a los soldados: “son pueblo y al pueblo se le saluda”.
Metros adelante, en dos mesas, seis voluntarios servían las palomitas y el ponche prometido. Se prestaban platos, se llenaban tuppers; la bebida era dulce y estaba tibia, las palomas eran de mantequilla.
Cientos de tapetes de palma cubrían el césped, al fondo la pantalla. Fueron asignadas algunas sillas para adultos mayores y personas con discapacidad.
“Bienvenidos al Centro Cultural Los Pinos, su nueva casa”, repetía incansablemente un hombre al micrófono, “aquí antes era un helipuerto, hoy estamos haciendo ‘cinecobija'”, agregó.
Un dron sobre volaba el helipuerto convertido en una inmensa sala de cine.
El número de asistentes, la entrada de los mismos y la entrega de las viandas retrasaron 30 minutos la función, comenzaría a las 19:30, preveían los organizadores.
Mientras esperaba, la gente pudo ver cortos y algunos fragmentos de películas como Los Olvidados (1950) de Luis Buñuel, Güeros (2014) de Alonso Ruizpalacios, El crimen del padre Amaro (2002) protagonizada por Gael García Bernal y Después de Lucía (2012), entre otras.
Yalitza Aparicio llegó hasta la sala al aire libre, donde asediada por los medios de comunicación, respondió algunas preguntas. La maestra de profesión aseguró no haber pensado en la posibilidad de ganar un Óscar.
“Yo simplemente estoy feliz de estar aquí, de representar a muchas personas y que ellos se sientan motivados de seguir adelante”, además dijo estar muy contenta porque Roma fuera exhibida ante tantas personas en el ahora Centro Cultural.
La sorpresa de la noche se presentó cuando se realizó la rifa de 14 pases dobles para entrar a la “Sala VIP” de los Pinos, en las que sólo caben 35 personas. Los afortunados disfrutaron del filme dentro de las instalaciones exclusivas.
Al entrar al jardín, cada persona debía desprender la parte inferior de su boleto, la que era depositada dentro una urna. Nadie sabía qué estaba en juego.
Además de Yalitza, asistieron al evento, la Secretaria de Cultura, Alejandra Frausto; el productor Nicolas Celis; una de las protagonistas del filme, Marina de Tavira y el actor Marco Graf, quienes agradecieron la asistencia del público.
“¿Todavía huele a azufre o ya se aireó?”, preguntó Alfonso Cuarón, quien no pudo asistir a la presentación de su película en Los Pinos, pero que a través de un video alentó a los asistentes a proyectar Roma en cualquier plaza pública para que el filme llegue a más personas, a lo que denominó #Romatón.
A las ocho de la noche, comenzó la película y el silencio envolvió la enorme sala de cine, fueron pocas las veces en las que el público exclamó sorpresa o risa; se movían, se acomodaban, se cobijaban, se recostaban, todos atentos a la historia de Cleo.
Las 3 mil personas que asistieron a ver la aclamada cinta salieron del recinto, luego de esperar por lo menos seis horas; todos desalojaron el lugar amontonados en un pequeño pasillo en el que hace poco pasaban sólo algunos privilegiados y ayer llevó a cientos de ciudadanos hacia Roma.