Quizá Biden sea el inicio de una era distinta en nuestra relación bilateral: Diego Gómez Pickering

14/11/2020 - 12:03 am

Cartas de Nueva York es un relato cronológico de los tres años que Diego Gómez Pickering vivió como cónsul general de México en la Gran Manzana. Desde la elección de Donald Trump en 2016 hasta la pandemia del coronavirus, Pickering ofrece un testimonio contundente de una época decisiva para el mundo. Para Puntos y Comas, presentamos una charla sobre este libro y el futuro que se pinta en el horizonte en la relación México-Estados Unidos.

Ciudad de México, 14 de noviembre (SinEmbargo). Cartas de Nueva York es un relato epistolar y cronológico de los tres años que Diego Gómez Pickering vivió como cónsul general de México en la Gran Manzana.

También se trata de un homenaje a una de las ciudades más emblemáticas de la historia contemporánea y a sus multifacéticos rostros: del Bronx boricua y afroamericano, al Upper West Side judío, y del Queens de transgéneros migrantes y barbacoas coreanas al Brooklyn totalmente mexicano.

Desde la elección de Donald Trump en 2016 hasta la pandemia del coronavirus, Pickering nos ofrece en este libro un testimonio invaluable de una época que marca el presente neoyorquino y define el futuro del mundo. Un testigo objetivo, contundente y necesario de nuestros tiempos. Para Puntos y Comas, presentamos a continuación una charla sobre este libro y el futuro que se pinta en el horizonte en la relación México-Estados Unidos.

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NY, UN REFLEJO DE NUESTRO TIEMPO

—En estas crónicas sobre la Gran Manzana, ¿cuáles son las principales lecciones que aprendiste? Tanto en lo diplomático como en lo personal.

—La lección más importante es que lo que vemos hoy en los Estados Unidos, esa polarización, ese debate ideológico un tanto encarnizado que tuvo su epítome en la elección del 3 de noviembre, es un fenómeno de cierta forma global. Nueva York es al final del día la capital del mundo; la ciudad en la que más lenguas se hablan, donde se puede encontrar gente de todos los rincones del planeta y degustar los mejores tacos o el mejor mole mexiano hasta las mejores pizzas estilo italiano. Es decir, es una ciudad que engloba todo y es la ciudad más importante de EU.

Por ello, a lo largo de los cuatro años que abarcan estas crónicas, pude atestiguar en primera persona que esa división, esa construcción de muros entre individuos, sociedades y culturales, llevaba gestándose cierto tiempo atrás y se manifestaba también ahí. Esa quizá es la lección más importante. Y la otra cara de la moneda no solo es saber que esos problemas estaban ahí, sino que la misma ciudad tiene las respuestas para superar esa ambición, ese anquilosamiento ideológico, ese alejamiento del centro hacia los extremos, y esa guerra de narrativas.

Nueva York me enseñó que la respuesta radica sobre todo en reconocer y valorar al otro en tanto es diferente. Lo que me aporta nace justamente de esa diferencia. Es decir, una persona de origen afro, una que ejerce el islam o el judaísmo, un migrante latinoamericano... todos y cada uno tienen una diferencia que hoy tendemos a rechazar y criminalizar en lugar de reconocer. Nueva York, como ciudad cosmopolita por antonomasia, tiene la respuesta para los problemas que estamos viviendo hoy como sociedad.

En términos diplomáticos, la lección más importante por supuesto fue presidir como cónsul general de México en EU, un consulado que tiene más de cien años de historia, durante un periodo tan peculiar para la relación bilateral. Fueron los meses de la campaña electoral de Donald Trump en el 2016 cuando yo arribo a NY, y el libro abarca hasta el 2020. La primera crónica narra la muerte rampante que arriba a Manhattan con el coronavirus.

Fueron cuatro años fundamentales para Estados Unidos, pero también fundamentales para la relación bilateral. Poder trabajar desde la trinchera de la diplomacia consular, en un lugar de la envergadura e importancia que es NY, en un momento histórico tan particular. Definitivamente mi experiencia fue muy formativa.

Un manifestante lleva una bandera al revés, junto a un edificio en llamas, el viernes 29 de mayo de 2020, en Minneapolis, durante las protestas por la muerte de George Floyd. Foto: AP

DE LA VICTORIA DE TRUMP A LA PANDEMIA

—Tocas dos temas fundamentales y coyunturales. A grandes rasgos, ¿cómo fue el clima social y político en NY durante ese momento? ¿Ha cambiado mucho desde entonces? ¿Cómo se ha vivido la pandemia en esa gran ciudad?

—El libro nace de manera muy natural. La línea de tiempo que siguen estos relatos epistolares, estas crónicas, es una línea que está muy marcada por el Gobierno de Donald Trump, años clave para EU. Eso dio un marco muy orgánico a cada una de las historias. Empezamos con el coronavirus, porque el libro va de adelante hacia atrás, y termina con la elección de 2016. Esos puntos de inicio y de cierre hicieron más sencillo el proceso de recabar personajes, lugares, anécdotas, y de poder dividirlos.

Creo que NY, como ningún otro lugar, vivió en carne viva la elección de Trump en 2016 y sus cuatro años en la presidencia. En el libro queda narrado de una manera muy entrañable porque refleja la tristeza que cayó sobre la ciudad el día en que se anunciaron los resultados electorales. Es curioso, pero de ser soleado el día de la elección, la mañana siguiente, cuando ya era clara la victoria de Trump, la ciudad amaneció con una capa gris, cielos grises, algo que no es muy común en los otoños de NY, ni siquiera en los inviernos, aunque haga mucho frío y neve (tienden a ser cielos muy abiertos, claros y azules). Pienso que ese nubarrón gris quizá simbolizó el ánimo que se vivía, un ánimo decaído. Yo caminaba por las calles de Brooklyn y Queens durante esa jornada y se sentía la pesadez en el aire y en el ambiente. Esta ciudad lo vivió en primer plano porque los que contendieron por esa elección hace cuatro años eran dos neoyorquinos; Trump, nacido en Queens, y Hillary Clinton, que si bien provenía de otra parte de EU, gran parte de su vida adulta la pasó ahí y fue Senadora por ese estado. Las dos campañas, la de los demócratas como la de los republicanos, tenían dispuestas sendas fiestas en esquinas opuestas de Manhattan. Mientras que la de Trump fue convirtiéndose en un carnaval y jolgorio mientras avanzaban las horas de la noche, la de Clinton se convirtió verdaderamente en un campo santo hacia la madrugada. En la crónica alusiva a este episodio, describo la decepción general que sentía la ciudad por el resultado electoral.

Empieza entonces un periodo difícil para EU. Un periodo en el que la polarización que sigue sumiendo a ese país en un hoyo cada vez más profundo, alcanzó finalmente a NY. Durante esos años La Gran Manzana vio un incremento muy desafortunado en crímenes de odio contra minorías, incluida por supuesto la migrante. Un incremento como no se había visto en la historia reciente de esa ciudad desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, incrementos de incluso el 200 por ciento, de acuerdo con reportes de organizaciones como la Liga Antidifamación.

Se notaba esa tensión que llegó con el nubarrón gris post elecciones, un nubarrón que se extendió hasta ahogar completamente la ciudad a inicios de este año con la entrada de la pandemia. Una pandemia que tomó al mundo por sorpresa, y por supuesto a esta ciudad en particular, y la vació de vida. Fue impresionante ver NY durante esos meses de la primera ola; el centro financiero era como un pueblo fantasma. En Central Park se montó un hospital militar enorme con tiendas de campaña blancas y efectivos médicos y militares que recordaban escenas de guerra. El sonido de la ambulancia constantemente bajando y subiendo por las principales arterias de la urbe. La ausencia absoluta de coches y peatones...

Esa desesperación de toque melancólico que inundó al mundo también lo hizo en NY, y de cierta manera fue un colofón a esos años tan difíciles, que hoy quizá después de la reciente elección, abran una nueva etapa para los neoyorquinos y para todos.

Victoria de Donald Trump en 2016. Foto: The NY Times

EL FUTURO DE LA RELACIÓN BILATERAL

—Desde tu experiencia como cónsul general de México en NY, ¿cómo ves el horizonte de la relación bilateral en los próximos años? ¿Será distinto con Biden?

—Yo creo que esa es una relación que trasciende los ciclos políticos y las coyunturas. Es una relación que data de hace cientos de años; los dos países prácticamente nacimos a la par como naciones independientes. Desde nuestro origen como países hemos estado al lado uno del otro, y vamos a seguir estando, la geografía no cambia. La geografía en la relación EU-México no sólo hace referencia a la ubicación física (es decir los ríos y las frontera terrestres y marítima, los valles y los desiertos), es una geografía humana también, que incluye a los prácticamente 35 millones de mexicanos que viven en los Estados Unidos o estadounidenses de origen mexicano, a los más de un millón y medio de estadounidenses que viven en México, y sin incluir las ciudades fronterizas de El Paso y Juárez, que más que dos ciudades son prácticamente una sola, y lo mismo podríamos decir de San Diego y Tijuana. Esa geografía humana es la que trasciende la esfera política y coyunturas electorales. Desde mi punto de vista, esa es la que marca la relación bilateral.

¿Cómo veo la relación los próximos cuatro años? Veo una relación que continuará a partir de ese importante legado histórico; que tiene retos fundamentales que resolver (y que sólo se resolverán a través de la diplomacia), y que quizá es el inicio de una era distinta porque al tener un ocupante en la Casa Blanca que valora mucho más la institucionalidad, como lo es Joe Biden, podría tal vez reencausar ese diálogo que ha caracterizado la relación entre México y Estados Unidos.

Dicho todo esto, creo que es desafortunado que aún no se haya establecido contacto directo con el equipo del Presidente electo para empezar ese camino. Pero más allá de coyunturas políticas electorales, creo que la relación entre los dos países trasciende todo eso y de manera natural se tendrá que dar ese diálogo que no puede parar una felicitación o la falta de ésta.

"Joe Biden podría reencausar ese diálogo que ha caracterizado la relación entre México y Estados Unidos”, opina Pickering. Foto: Especial

NY TAMBIÉN SUENA EN ESPAÑOL

—El que haces es un relato epistolar y cronológico. Cuéntanos cómo surgió la idea del libro. ¿Qué partes del libro destacarías?

—Este libro es un homenaje que pretende, en primer lugar, reconocer la importancia de NY para los Estados Unidos, y también reconocer el elemento de la identidad mexicana de NY. Hay un millón y medio de mexicanos que se suman a los seis millones de hispanoamericanos que habitan ahí.

Nueva York también suena y se escribe en español. El español neoyorquino es una variante de nuestra rica lengua, y este libro también homenajea eso y da su lugar a esa NY mexicana. Hay múltiples personajes, múltiples espacios y anécdotas que conforman este libro porque la intención es traer NY al lector y que éste se sienta parte de esa ciudad, que ha cambiado mucho en los últimos años, pero que continúa siendo inmutable, permanente. Hay perfiles entrañables por supuesto, como el del señor Antonio Tizapa, padre de uno de los 43 estudiantes que desapareció en aquella noche trágica de Iguala; está también el de un migrante mexicano, como cientos de miles más, que se ha forjado un destino y que por tantos años ha vivido separado de su familia, viviendo dolores tan graves como la desaparición de un hijo; tenemos perfiles como el del ex candidato presidencial Michael Bloomberg, Alcalde de la ciudad en cuyo hogar se gestaron tantos acuerdos sobre el quehacer político del país.

El libro retrata una NY de múltiples caras, una ciudad que es tan propia para los mexicanos como para cualquier otra de las comunidades que la habitan, que la forjan, la trabajan, la sostienen y que la siguen construyendo.

"La geografía en la relación EU-México es una geografía humana, que incluye a los prácticamente 35 millones de mexicanos que viven en EU o estadounidenses de orígen mexicano”, afirma el autor. Foto: Especial

UN HOMENAJE A UNA CIUDAD MULTIFACÉTICA

—Una de las ciudades más emblemáticas y multifacética, de migrantes, latinos, afroamericanos, con distintas clases y grupos sociales. El lado más entrañable de NY.

—Al final del día, este libro es un homenaje a NY, que es una ciudad que todos conocemos, incluso aunque no hayamos puesto un pie en ella. La hemos visto en innumerables películas, series de televisión, y la hemos visto en novelas, poemas, ensayos. Incluso en videojuegos. A todos nos es familiar esa silueta con los rascacielos, como el Empire State o el Rockefeller Center. Es una ciudad que sentimos cercana.

Yo creo que NY, como toda gran ciudad (y en esto podría comparar también a la Ciudad de México) son urbes que son monstruos, que son países dentro de sí mismos; ciudades de cientos de millones de habitantes en las que tiende a haber un individualismo porque al final del día, la competencia es férrea por sobrevivir y por encontrar un trabajo. En ese sentido, quizá NY pasa desapercibida en su faceta más humana. Aunque todos hablamos como nos va en la feria, creo que aquel que conoce NY y la ha vivido también se da cuenta de esa gran valía y se vuelve adicto. ¿Por qué es adictiva NY? Porque es única, porque tiene una faceta que llega y conquista el corazón de cualquier persona. Uno puede caminar por Central Park en la primavera y verse encuelto por esos cerezos en flor que desprenden sus pequeños pétalos de color blanco rocáseo y sentir que está en una película de los años cincuenta tecnicolor. Puede hacer el mismo recorrido en estos días de otoño, finales de octubre e inicios de noviembre, y ver esa gama amplísima de tonos rojos, ocres y amarillos que pintan las distintas especies de árboles y muchos centenarios que pueblan los caminos de Central Park. Puedes hacer el mismo recorrido en invierno, sumido en nieve, y ver de nuevo una faceta distinta del parque y encontrar una y mil razones para enamorarte de la ciudad.

Creo que a pesar de ese individualismo y esa competencia que hay en cualquier gran ciudad, NY en momentos clave resalta y demuestra al resto del mundo el poder de la unión y el poder del valor humano. Lo vimos a penas hace unos días, en imágenes de las celebraciones que inundaron las calles de Manhattan, de Brooklyn, de Queens, del Bronx, incluso Staten Island, tras el anuncio del triunfo electoral de Joseph Biden. Momentos como el desastroso ataque a las Torres Gemelas, que marcó una cicatriz que todavía sigue sangrando cada 11 de septiembre, pero que unifica de una manera que pocas veces he visto, una solidaridad entre los neoyorquinos que nace en los momentos clave, sea para festejar, sea para llorar, para sufir, para velar. En momentos malos o buenos, la solidaridad neoyorquina creo que conquista a todo aquel que llega a NY, ya sea Ciudad Neza, Puebla, la Mixteca o de cualquier esquina del mundo. Esa ciudad hace que esas diferencias superficiales y esos muros que creamos con etiquetas no importan; al final del día llegando a NY te conviertes en neoyorquino. Creo que esto da una lección enorme para todos los que hemos tenido la oportunidad de vivirla, de ver la belleza de la unidad y su poder transformativo. Para mí ese es el aspecto humano más entrañable y emblemático de NY.

Invito a todos a que lean cartas de NY porque hoy más que nunca es fundamental entender a esa ciudad que pensamos que conocemos porque la hemos visto a través del Empire State, o en la tele en la radio en las películas, pero que quizá no conocemos del todo. Es una ciudad que tiene muchas respuestas a las preguntas que nos hacemos todos los días, no importa dónde estemos. ¿Cómo podemos salir de coyunturas difíciles? Este libro nos regala la oportunidad de descubrir esas respuestas que NY tiene escondidas en su geografía y en su historia, y de una manera muy didáctica y divertida, podernos convertir en neoyorquinos a través de sus páginas.

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