Con el paso de los años , el acontecimiento se recordó como “El baile de los 41 maricones (homosexuales)”, pues fue así como los periódicos de la época lo anunciaron la mañana siguiente entre burlas, críticas y caricaturas al respecto.
Por Mónica Rubalcava
México, 14 de noviembre (EFE).- El amor entre dos hombres durante la dictadura porfirista en México (1876-1911) es el pretexto que tomó El baile de los 41, la nueva película del mexicano David Pablos, para hacer una aguda revisión de las creencias y actos de antaño y cómo éstas todavía mantienen una relación con la actualidad.
“El gran villano de la película es la sociedad, las imposiciones, las etiquetas”, aseguró a Efe Pablos quien con su filme pone la lupa a una sociedad hipócrita, homófoba, racista y opresora para apuntar a un presente que se asemeja en algunos aspectos.
En 1901, durante el mandato del dictador Porfirio Díaz (1830-1915) en México, 42 hombres fueron arrestados mientras celebraban su identidad en una fiesta en la que la mitad de los asistentes vestían de mujeres y la otra de hombres.
Con el paso de los años dicho acontecimiento se recordó como “El baile de los 41 maricones (homosexuales)”, pues fue así como los periódicos de la época lo anunciaron la mañana siguiente entre burlas, críticas y caricaturas al respecto.
Sin embargo el número estaba incorrecto, el número 42 había sido borrado pues se trataba del aspirante a Gobernador y yerno del Presidente Díaz, Ignacio Torres, quien se salvó de las humillaciones públicas, y castigos atroces que recibieron los demás sólo para mantener las apariencias.
“Creo que basta con cambiar las fechas de la película y ver cómo esta historia se sigue contando de la misma manera. En este país todavía es inconcebible que un hombre abiertamente homosexual aspire a un puesto de poder de ese calibre”, dijo Pablos, quien resaltó que no hay figuras en el poder abiertamente homosexuales.
VULNERABILIDAD Y ARISTOCRACIA
Para el director, El baile de los 41 es una forma de celebrar la identidad, visibilizar y reivindicar aquellas atrocidades que fueron cometidas hacia la comunidad homosexual, como una forma de humanizar y reescribir aquella historia, que hasta entonces, era recordada con morbo.
“Para mí era importante mostrar un grupo fraterno y unido lejos de las caricaturas y los estereotipos. Creo que visualizarlos con esa dignidad era una de las razones fundamentales para hacer la película y hablar sobre la afectividad masculina, más allá de la cuestión sexual, era mostrar todo tipo de relaciones y todo tipo de masculinidades”, apuntó Pablos.
Así, el romance que llevan a cabo Ignacio (Alfonso Herrera) y Evaristo (Emiliano Zurita), da pie a la exploración de un sin fin de sentimientos humanos tanto positivos como negativos encarnados por personajes vulnerables.
“Lo que más resalto de la película es la profundidad con las que se tocan las vulnerabilidades de cada uno de estos seres humanos y que ninguno puede llegar a la realización por todo lo que la sociedad les exige de forma individual”, dijo la actriz Mabel Cadena, quien personificó a Amada Díaz, la hija del dictador Porfirio Díaz, en la cinta.
En ese sentido, la película aborda otro sector social lastimado tanto o más que el otro: las mujeres, pues plantea la difícil realidad a la que se enfrentaban aquellas mujeres de la clase alta, carentes de libertad al estar sometidas al matrimonio, a ser madres y buenas esposas aun cuando no hubiera condiciones para ello.
“El personaje de Amada cuestiona ese contexto. Por un lado, es la hija bastarda de Porfirio Díaz, por lo que está fuera de esa elite, y al ser también hija de una soldadera indígena ya carga con un estigma. Además se ve imposibilitada por todos los medios de realizarse para lo que era la concepción de una mujer en esa época”, mencionó el director.
Otro de los retos que enfrentó fue la difícil tarea de humanizar a aquellos personajes aristócratas tan repudiados por la sociedad y tan mal vistos con el paso de los años por todos los privilegios de los que gozaban en una de las épocas más desiguales de la historia del país.
Pero fue precisamente eso una de las cosas que impulsaron a Pablos a contar la historia de Ignacio Torres.
“¿Cómo logras que alguien pueda empatizar con él? Jamás intentamos censurar su imagen, ni martirizarlo, ni victimizarlo, no queríamos hacer un héroe de un personaje que no fue un héroe. Todo lo contrario: fue un personaje que hizo una serie de acciones bastante terribles y no queríamos borrar su imagen si no mostrarlo tal y como fue”, aseguró.
Por su parte, Emiliano Zurita, quien interpreta a Evaristo, encontró en la historia una posibilidad para reflexionar sobre cómo el castigo que recibieron aquellos 41 hombres repercutió en la sociedad y acrecentó el estigma hacia los homosexuales.
“Antes del baile, los hombres eran más afectuosos entre ellos y al salir a la luz la gente tuvo que lidiar con el tema gay y tomar partido de alguna manera sin darse cuenta. La noción de honor estaba anclada en el machismo y las expectativas hacia los hombres”, comentó Zurita.
“Es una película tan importante y necesaria por todos los temas que toca, el machismo, la discriminación y la homofobia”, finalizó Cadena.
El baile de los 41 llegará a salas mexicanas el 19 de noviembre.