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Alejandro Páez Varela

14/10/2024 - 12:05 am

De regreso a Xóchitl

“¿Van a armar un nuevo partido en 2025? Adelante. Deben razonar la posibilidad de dejar a Santiago Creel en el PAN por llorón falso, a “Alito” en el PRI por el tufo a podrido, a Vicente Fox en su rancho por menso y nocivo, a Calderón en Madrid por todo lo anterior y por su actitud de resaca eterna, lo cual los llevará a preguntarse con quiénes tienen que armar su partido. ¿Con Lilly Téllez y Ricardo Salinas Pliego, con América Rangel y Eduardo Verástegui, con Jesús Ortega y Chumel Torres? ¿Y qué van a ofrecer en su proyecto de Nación si cargan con esos? ¿Y qué tipo de democracia pretenden impulsar si les molesta tanto que la gente decida?”

Algunos irían felices y otros no tanto, supongo, pero los unía una noble causa: derrotar a Andrés Manuel López Obrador. Ellos, tan orgullosos; ellos tan quisquillosos, posando junto a una mujer sin gracia, mentirosa, que no había leído ninguno de sus libros. Pero bueno: si Roger Bartra, tan comunista, fue capaz de convertirse en mascota de la derecha, una foto con Xóchitl Gálvez era poca cosa. Y allí van, los viejos intelectuales, a su encuentro con la historia.

Intelectuales y no tan intelectuales, porque había de chile y de manteca entre los que firmaban aquél manifiesto de apoyo a la candidata del PRIAN y se tomaron la foto con ella. Estaban las panistas Consuelo Sáizar y María Marván y los priistas Rubén Aguilar y José Narro, ajonjolís de los mejores moles cuando los moles (y la vajilla y la ocasión) los ponía el Estado mexicano durante los años maravillosos. Estaba Rossana Reguillo Cruz, quien se había hecho pasar por académica imparcial e intentaba prestar sus servicios imparciales al INE. Y estaba José Carreño Carlón, el poderosísimo jefe de prensa de Carlos Salinas de Gortari al que periodistas, analistas, comentaristas, académicos e intelectuales de élite (más salinistas que Salinas mismo) veneraron y veneran con devoción.

Se tomaron la foto y firmaron su carta de adhesión… a la peor campaña y a la peor candidata de PRI y PAN en lo que va del siglo XXI. Peor que Roberto Madrazo y Josefina Vázquez Mota, que Ricardo Anaya o que José Antonio Meade. Y al verlos en esa foto junto a alguien que no cerró la boca en toda la campaña y que dejó chicles pegados por todos lados, cualquier podría creer que esa candidatura tenía la bendición de Dios. Porque Xóchitl negó a Claudio X. González tres veces y dijo que fue el mismísimo Dios quien la designó.

–Sabemos que esta guerra no es política, sabemos que esta guerra es espiritual, es una guerra del bien en contra del mal –le dijo Claudia Iriarte en un evento con protestantes.

Y un rayo de luz entró por la ventana e iluminó el rostro de la candidata del PRIAN: “Yo voy a Tecatepec y camino hacia la montaña. Y yo le pido a dios que me ilumine; a mi madre, que en paz descanse. Y yo allí fue que tomé la decisión si debería o no estar, sabiendo que iba a enfrentar al Presidente más autoritario que ha habido. Y pues a partir de allí empezó todo un movimiento. Hice un video, justo ayer cumplí once meses que hice el video, el domingo, diciendo que había tomado esta decisión arriba en mi pueblo, y la verdad muy poca gente me cree pero yo recibí una señal de dios, yo la recibí, yo lo sé”, dijo, con tantos yo-yo-yos como fue posible.

Luego recordé que no había sido Dios, sino una mariposa. Recordé que la misma Xóchitl tenía otra versión, hippie:

“Yo fui caminando a la montaña, en la sierrita, y entonces llegué al lugar donde siempre suelo sentarme y estaba así mirando y de repente se posó una mariposa de muchos colores, por eso los videos míos van a traer muchas mariposas, pero dije: esta es la señal y empecé a llorar”, dijo dicho antes.

Y entonces un rayo de luz entró e iluminó algunas preguntas que flotaban en el aire.

Los intelectuales, ¿sabían o no que se tomaban la foto con una mentirosa compulsiva? ¿Desconocían quién era Gálvez o de plano sí lo sabían y prefirieron ignorarlo y rendirse a la abstracción de sus instintos más básicos? Ellos, capaces de escudriñar las verdades más escondidas; ellos, que caminan a diario por el Liceo con Sócrates y Aristóteles, ¿renunciaron a la evidencia y apoyaron a una persona sin escrúpulos, hambrienta de poder y enriquecida durante los años en que ha sido servidora pública?

Porque de las respuestas a esas preguntas depende que les creamos ahora que, por ejemplo, la democracia ha muerto.

•••

Opino que vayan sobre sus pasos. Los abajofirmantes deben regresar a Xóchitl, analizarla bien, razonarla. Hacerse las preguntas obvias, algunas de ellas muy incómodas (concedo) pero necesarias.

Por ejemplo: ¿la democracia ha muerto, así, en abstracto? ¿No será que la que se muere es su propia idea de la democracia?

Ariel Rodríguez Kuri les recomendaba en una de las revistas de la élite intelectual, Nexos, que quizás deberían ver la democracia como un río y no como una pirámide. La idea sugiere que nunca veremos la democracia como un monolito terminado y que tampoco diremos: “he aquí la democracia; sólo hay que sacarle brillo”.

Esto, a su vez, plantea que si vemos la democracia como una pirámide y nos equivocamos, tampoco podremos demoler ladrillo por ladrillo hasta llegar a los cimientos con la idea errónea de que hallaremos mero abajo la democracia de la Grecia antigua. No, esa democracia no es el ejemplo que esos mismos intelectuales usaron para construir la nuestra.

Tampoco podemos pensar que nuestros cimientos están en la democracia de Estados Unidos porque ellos ni siquiera tienen una elección directa y designan Presidente con un medio millar de “votos electorales”.

Y no nos sirve de modelo la democracia Alemana porque una tal Ángela Merkel fue Jefa del Estado durante 16 años y antes que ella un tal Helmut Kohl se quedó otros 16 años en el poder, más que los 11 años del tal Nicolás Maduro que tanto asco le causa a los padres de nuestra democracia contemporánea a pesar de que es alto y pesado como Merkel y Kohl aunque, pues sí, es prieto y lo de prieto no es bien visto en las élites.

Si la democracia fuera un monolito y la demoliéramos en busca de sus cimientos no estarían las formas de gobierno de Japón, Gran Bretaña o España porque en esos tres países todavía le dan de comer en la boquita a sus reyes-parásitos y es una burocracia la que administra el Estado. Imagínense cargar con monarcas; ya le damos de comer en la boquita a Dante Delgado, a Alejandro Moreno y a Alberto Anaya; a familias enteras del Poder Judicial y a las burocracias doradas de la Corte y de los órganos autónomos.

Las democracias son un río (escribía Rodríguez Kuri en ese artículo que le dio reflujo a la élite intelectual) (y tengo un gusto morboso que haya sido en Nexos). Y como las democracias son un río, digo yo, se van legitimando, cristalinas o puercas, a su paso.

Entonces no podemos detener el río y decir: “aquí está, éste es un río, ésta es una democracia”, porque una democracia es una corriente en un sentido (dice Rodríguez Kuri) y quizás no le guste a muchos hacia dónde se mueve (sobre todo los que creen que esas aguas les pertenecen) pero esa es otra cosa.

Bueno, si la democracia es una pirámide como dicen ellos y esa pirámide fue demolida por López Obrador y por Claudia Sheinbaum, ¿Qué sigue? El artículo de Rodríguez Kuri les sugiere dejarse de payasadas y hacer a un lado las caminatas con Sócrates y Aristóteles y arremangarse. Yo agregaría: ponerse a trabajar en lo que tanto les molestaba de López Obrador: en un proyecto de Nación, en una alternativa viable para resolver los grandes problemas de México.

Aquí hay un primer gran tema: ¿Es trabajo sin paga? No es gente que trabaje sin paga y no me pidan ejemplos. La respuesta es que sí es un trabajo sin paga. Como sus nombres y su fama ya no son suficientes para imponer un Presidente (o una Presidenta) deberán razonar pro bono una alternativa opositora. No es de ese tipo de trabajitos que dejan un buen de dinero, pues. De los que le hacían a Salinas y antes y después de él, a otros presidentes.

Y hay un segundo gran tema: que deberán abrazar lo que tanto menospreciaron de López Obrador, como su persistencia. Deben construir un proyecto sin paga y además venderlo puerta por puerta. Características como la persistencia hicieron de AMLO un líder excepcional. Deben razonarlo.

Y deben buscar quién (tercer gran tema) difunda ese nuevo mensaje, ese nuevo proyecto alternativo, porque si llegan a mi puerta “Alito”, Marko, Acosta Naranjo, Claudio Equis, Héctor Aguilar o Enrique Krauze a entregarme un folleto les diré que se vayan con sus disfraces de noche de brujas a otra parte. Y luego necesitan (cuarto gran tema) un medio para esparcir el mensaje. ¿Latinus, de Roberto Madrazo? ¿Atypical, de Carlos Alazraki? ¿Televisa, Azteca? No me parece buena idea.

Y requerirán, enseguida o en paralelo, trabajar en su ego. Les urge someterse a mascarillas de recato para ablandarse el rostro. Las jetas de Jorge Castañeda, Lilly Téllez, Marko Cortés o Lorenzo Córdova no ayudan. Hasta Enrique Krauze lo sabe. Recuerden ese video donde ruega a los jóvenes que voten por el PRIAN, tan abatido, tan lastimero. Aflójense. Pónganse a trabajar en un proyecto de Nación aunque no les paguen y aflojen el rostro y aprendan a ganarse a la gente. De otra manera no va funcionar. Digo, si es que sufren tanto con la democracia que tenemos.

Y finalmente, deben regresar a Xóchitl. ¿Qué fue lo que hicieron mal en 2024? Deberían partir con esa pregunta y les ayudo: lo resumiría en esto: creyeron en su propio producto milagro.

Castañeda menospreció la idea de un proyecto de Nación y pedía gelatinas, muchas gelatinas; Marko abofeteó en privado a Gálvez y esas cosas se saben; Aguilar Camín transparentó la búsqueda patriótica de “apapachos” y las técnicas de Krauze (golpes de efecto semanas antes de una elección) olieron a rancio. Pensaban que podrían hablar de una dictadura sin probarlo y esas cosas se las tragan los bots, los bobos y la gente llena de odio, pero no un elector informado.

Necesitan volver a Xóchitl como quien vuelve a la escena de su propio crimen y preguntarse, con honestidad, qué hicieron mal. Ya en confianza les diría: porque lo hicieron todo muy mal, tan mal que quedaron el ridículo.

***

¿Van a armar un nuevo partido en 2025, que es cuando lo permite la Ley? Adelante. Deben razonar la posibilidad de dejar a Santiago Creel en el PAN por llorón falso, a “Alito” en el PRI por el tufo a podrido, a Vicente Fox en su rancho por menso y nocivo, a Calderón en Madrid por todo lo anterior y por su actitud de resaca eterna, lo cual los llevará a preguntarse con quiénes tienen que armar su partido. ¿Con Lilly Téllez y Ricardo Salinas Pliego, con América Rangel y Eduardo Verástegui, con Jesús Ortega y Chumel Torres? ¿Y qué van a ofrecer en su proyecto de Nación si cargan con esos? ¿Y qué tipo de democracia pretenden impulsar si les molesta tanto que la gente decida?

¿Cabe en sus planes invitar a Ricardo Monreal y a Pedro Haces, a Manuel Velasco y a Adán Augusto López, que son muy parecidos a ellos?

Todas esas preguntas caben pero lo mejor, diría, es que vuelvan a Xóchitl. Deben analizarla bien, razonarla. Hacerse las preguntas obvias. Pensar en lo que hicieron con ella y tratar de no repetirlo.

Y deben remangarse y razonar qué hicieron mal antes de que pasen otros seis años sin una sola autocrítica y sin un proyecto medianamente viable. Y sobre todo, deben aprender la mayor lección que deja la candidatura de Xóchitl Gálvez: que los que se compran productos chatarra son una minoría.

Alejandro Páez Varela
Periodista, escritor. Es autor de las novelas Corazón de Kaláshnikov (Alfaguara 2014, Planeta 2008), Música para Perros (Alfaguara 2013), El Reino de las Moscas (Alfaguara 2012) y Oriundo Laredo (Alfaguara 2017). También de los libros de relatos No Incluye Baterías (Cal y Arena 2009) y Paracaídas que no abre (2007). Escribió Presidente en Espera (Planeta 2011) y es coautor de otros libros de periodismo como La Guerra por Juárez (Planeta, 2008), Los Suspirantes 2006 (Planeta 2005) Los Suspirantes 2012 (Planeta 2011), Los Amos de México (2007), Los Intocables (2008) y Los Suspirantes 2018 (Planeta 2017). Fue subdirector editorial de El Universal, subdirector de la revista Día Siete y editor en Reforma y El Economista. Actualmente es director general de SinEmbargo.mx

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