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Diego Petersen Farah

14/10/2022 - 12:03 am

Del PRIAN al PRIMOR; los riesgos de la exclusión

“En la reforma electoral de 2003 el PRI se dividió y nació el PRIAN, tal como ahora vemos aparecer al PRIMOR”.

No es la primera vez que el PRI se divide para pactar con el poder. Foto: Graciela López, Cuartoscuro.

El Secretario de Gobernación, Adán Augusto López, anda desatado de contento y ayer anunció que la reforma electoral y la eléctrica van con los votos de una parte del PRI. Le cambiarán algunas comas, como a la reforma de la militarización, pero en esencia será la que quiere el presidente. La obediencia está otra vez de moda.

No es la primera vez que el PRI se divide para pactar con el poder. Camuflarse y adaptarse a las condiciones del ambiente político es parte de su ADN. Eso les permitió transitar de un gobierno de izquierda como el de Lázaro Cárdenas a uno de derecha de Miguel Alemán en solo seis años, o del populismo echeverrista al neoliberalismo salinista en dos sexenios sin hacer gestos. Sin embargo, su mayor capacidad de adaptación y negociación al poder la demostraron cuando perdieron la presidencia en el año 2000.

En la reforma electoral de 2003 el PRI se dividió y nació el PRIAN, tal como ahora vemos aparecer al PRIMOR. La mayoría de los priistas de aquel momento se alineó con la lideresa del magisterio, Elba Esther Gordillo, y pactaron con el PAN la selección un Consejo Electoral sin el consenso del la otra parte del PRI, pero sobre todo sin el PRD. Las consecuencias de ello vinieron después y fueron nefastas, cuando ante una elección en la que el candidato del PRD, Andrés Manuel López Obrador, perdió por pocos votos le dejaron la cancha abierta para deslegitimar a la autoridad electoral que, aunque hizo bien su chamba, tenía la sombra de duda de no haber surgido del consenso y la participación de todos los partidos. El resultado fue que el gobierno de Calderón no solo vivió bajo sospecha de fraude, sino que disolvió al IFE que había calificado su elección y el PRIAN tuvo que hacer una serie de concesiones promovidas por el PRD en la reforma electoral que nos han costado carísimas.

Ir a una reforma electoral sin la participación de PAN, MC y PRD nos podría llevar nuevamente a un escenario de crisis democrática e incertidumbre electoral. Hoy Morena y sus aliados apuestan a que tendrán una elección holgada, sin competencia, y una buena parte del PRI considera que en ese escenario es mejor estar del lado del poder. El mismo presidente se dio el lujo ayer de burlarse haciendo una lista exhaustiva de “posibles” candidatos de la oposición donde solo faltó el perico. Tantos candidatos significa que no hay candidato

La soberbia suele ser el pecado que derrumba a los gobiernos y el artífice de las derrotas más sonadas. Pero aun si el escenario electoral se mantiene hacia el 2024, con una hegemonía del Morena y la holgura que le da la alianza, cualquiera que sea el próximo presidente necesitará legitimidad para gobernar y esa pasa fundamentalmente por la certeza en el resultado, que los votos se cuenten, se cuente bien y que todos creamos en la autoridad que lo hace.

Repetir los errores de la historia es otra de nuestras bonitas tradiciones, y el gobierno de López Obrador parece estar entercado en hacerlo.

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