El PRD ha vivido tiempos mejores. Atrás quedó el músculo que mostró en 2006 y 2012 —de la mano de Andrés Manuel López Obrador—, ahora el partido que dirige Jesús Zambrano Grijalva ha depositado su futuro político y electoral en las manos del PAN, su antiguo rival. En esta coyuntura, los procesos de 2023 y 2024 serán clave para esta fuerza política.
Ciudad de México, 14 de septiembre (SinEmbargo).– El Partido de la Revolución Democrática (PRD) parece haber dejado sus mejores días en el pasado. Así lo muestran las cifras oficiales. En 16 años pasó de acariciar la Presidencia a convertirse en una fuerza política menor que se ha aliado con los partidos Revolucionario Institucional (PRI) y Acción Nacional (PAN) —contra los cuales nació— para tratar de sobrevivir.
En el futuro inmediato, el Sol Azteca se juega su destino en el Estado de México y Coahuila de la mano del PAN, la segunda fuerza política del país. En la primera entidad, sus mejores resultados los vivió cuando aún no existía Morena y en la segunda, no tiene registro y su participación ha sido mínima. En 2017, de la mano de Juan Zepeda logró en el Estado de México un millón 084 mil 549 votos, quedando en tercer lugar, detrás de Morena. En esa misma entidad, un año después, por sí solo el PRD tuvo 206 mil 535 votos y para 2021 sumó 82 mil 204 sufragios. En Coahuila, en 2017 quedó rezagado con 21 mil 111 con Mary Telma Guajardo, ligada a los Moreira. En este estado no ha superado en los últimos años ese número de votos, tuvo 10 mil 800, en 2012, y 14 mil 870 para 2021.
“Decían que ya estábamos muertos, aquí estamos vivos, fuertes”, aseguró Jesús Zambrano Grijalva, su presidente nacional, durante el aniversario 33º del PRD, realizado en mayo pasado. “Hay PRD para mucho tiempo”, añadió contra todo pronóstico.
No obstante las cifras muestran otro panorama y la mayor muestra de cómo ha caído el respaldo de la ciudadanía a este partido se entiende a partir de las elecciones federales. En la elección de 2006 —la cual quedó marcada por la sospecha de fraude—, el Sol Azteca, bajo la coalición por el Bien de todos abanderada por Andrés Manuel López Obrador, obtuvo 14 millones 756 mil 350 votos, hasta ese entonces la votación más elevada que había registrado la izquierda, frente a los 15 millones 284 votos logrados por Felipe Calderón Hinojosa, en medio de una campaña de desprestigio del empresariado hacia el candidato perredista y una operación de Estado, como ha denunciado el propio López Obrador.
Tres años después, en la elección intermedia de 2009, el PRD se mantuvo como tercera fuerza política nacional, detrás del PRI y PAN con cuatro millones 228 mil 627, y para los comicios presidenciales de 2012, de nueva cuenta con López Obrador como su candidato, volvió a alcanzar una cifra récord para la izquierda a la que posicionó en el segundo lugar con 15 millones 896 mil 999 votos, alrededor de cuatro millones menos que los 19 millones 226 mil 784 obtenidos por Enrique Peña Nieto.
Ese año, 2012, representó el punto de inflexión para el partido del Sol Azteca, el heredero del registro del Partido Comunista, que como antecedente de lo que sucedería ocho años después, firmó el Pacto por México de la mano de su entonces —y también actual dirigente— Jesús Zambrano Grijalva, quien respaldó junto al PAN las reformas estructurales del peñismo.
El impacto electoral lo viviría el PRD en la elección intermedia de 2015, cuando se mantendría prácticamente con los mismos votos que obtuvo en los comicios de 2009: cuatro millones 335 mil 321, apenas por encima de un partido naciente: Morena, fundado por López Obrador luego de su salida del PRD en septiembre de 2012, que en ese proceso alcanzó tres millones 345 mil 712 sufragios.
Ese pequeño margen entre ambas fuerzas se revertiría en 2018, año en el que la izquierda llegaría por primera vez a la Presidencia, pero no de la mano del PRD, que para ese entonces se alió en forma al PAN y a Movimiento Ciudadano, sino de López Obrador y Morena que lograría una votación inédita de 30 millones 113 mil 483 sufragios contra el candidato del PAN-PRD-MC, Ricardo Anaya, que obtuvo la votación más baja del PAN en 18 años con 12 millones 610 mil 120.
En ese proceso, el PRD tocó fondo. Logró un millón 602 mil 715 votos, cifra que se mantendría en el proceso intermedio de 2021 cuando tuvo un millón 792 700 votos; 248 mil 505 en solitario.
Un año después, en 2022, el PRD tuvo 94 mil 066 votos en las elecciones a Gobernador de seis estados, ni una quinta parte de los alcanzados por Morena en Oaxaca e Hidalgo, por ejemplo, y detrás de los 159 mil 692 votos que el partido guinda obtuvo por sí sólo en Quintana Roo, en donde el Sol Azteca colocó a su militante Laura Fernández Piña como candidata a la gubernatura de Quintana Roo, quien sólo alcanzó 16.1379 por ciento de los votos, contra el 56.4073 por ciento alcanzado por Maria Elena Hermelinda Lezama Espinosa, la actual Gobernadora de Morena.
A esto se suma su reducción territorial. En sus tres décadas de vida política, el PRD controló la Ciudad de México y gobernó Zacatecas, Michoacán, Tlaxcala y Baja California Sur a finales de los noventa e inicio del nuevo milenio. Pero desde la firma del Pacto por México en diciembre de 2012 con el Gobierno de Enrique Peña Nieto, y ya sin su estructura fundadora, se han salido unos 430 mil militantes a la fecha y ha ido perdiendo Chiapas (2012), Guerrero (2014), Ciudad de México (2018), Morelos (2018), Tabasco (2018), Puebla (2018, que ganó en alianza con el PAN), Nayarit (2021, que también ganó en alianza con PAN) y Michoacán (2021).
Es decir, en 2006 el Sol Azteca tenía seis estados en su poder; en 2012 logró tener cuatro, a pesar de que seis años antes el partido estuvo cerca de ganar la Presidencia. Para 2018 sólo le quedaba Michoacán y para 2021 y 2022 ninguno de sus militantes conquistó una gubernatura. En 2023, sólo ha propuesto como posible candidato al Edomex a Omar Ortega, pero las encuestas no le dan oportunidades reales de ganar.
Al igual que ha ido perdiendo gubernaturas, también ha sucedido lo mismo con sus registros locales. Para 2021, por ejemplo, había tenido una votación menor al tres por ciento en 15 entidades, perdiendo su derecho a recibir prerrogativas estatales, y luego del proceso electoral de 2022 este número llegó a 19 estados, es decir dos terceras partes del país, luego de que no obtuviera la votación necesaria en Hidalgo, Durango, Tamaulipas y Quintana Roo.
Mientras que en el Congreso en cada proceso se ha ido reduciendo. En la LX Legislatura (2006-2009) tenía 125 diputados; en la LXI Legislatura (2009-2012) bajó a 63; en la LXII Legislatura (2012-2015) subió a 99; tres años después, en la LXIII Legislatura (2015-2018), sus diputados disminuyeron a 51; en la LXIV Legislatura (2018-2021) cayó aún más a 12 diputados, y actualmente, en la LXV Legislatura (2021-2024) cuenta con 15 legisladores.
En tanto, en el Senado en las LX y LXI legislaturas tuvo, 26 escaños; en las LXII y LXIII, empezó con 22 senadores, y acabó con siete; en la LXIV se desplomó hasta cuatro, y actualmente, en la LXV Legislatura, sólo tiene tres.
Con todos estos números a cuestas, y pese a la insistencia de su dirigente nacional, Jesús Zambrano, de que el partido no está en la antesala de desaparecer, el Sol Azteca afronta en 2023 dos procesos en los que dependerá del PAN, y un proceso presidencial, el de 2024, en el que podría llegar a una votación mínima récord.