Se trata del desastre natural más mortífero en el archipiélago en décadas, superando al tsunami de 1960 que dejó 61 muertos. También sobrepasó el incendio de Camp en 2018, que dejó 85 muertos y destruyó la población de Paradise.
Por Claire Rush, Audrey Mcavoy y Christopher Weber
LAHAINA, Hawai, EU (AP).— Los habitantes de Hawai lloraban a los muertos en los voraces incendios, mientras las autoridades advertían que aún no se conocía el alcance total del coste humano y medioambiental de un fuego que se movía a más de un kilómetro por minuto, y señalaban que la recuperación no había hecho más que empezar.
Docenas de personas y una veintena de perros recorrían vecindarios reducidos a cenizas, buscando muertos en casas y coches calcinados. La cifra de 96 fallecidos confirmados por el momento ya lo convertía en el incendio más letal en Estados Unidos en más de un siglo. Otros dos fuegos seguían ardiendo, incluido el que arrasó la localidad histórica de Lahaina, según un reporte el domingo por la noche del condado Maui.
Incluso en los lugares donde las llamas habían remitido, las autoridades advirtieron de emisiones tóxicas que afectaban también al agua corriente, ya que los incendios habían producido gases venenosos. Y muchos simplemente no tenían una casa a la que regresar, de modo que las autoridades se preparaban para alojarlos en hoteles y residencias para alquiler vacacional.
El fuego que se abrió paso el martes por la centenaria población de Lahaina destruyó casi todos los edificios de la ciudad de 13 mil personas y dejó una cuadrícula de escombros grises entre el océano azul y las verdes colinas. Ese incendio estaba contenido en un 85 por ciento, según el condado, mientras que el incendio de Upcountry estaba contenido en un 60 por ciento.
“Queda muy poco aquí”, dijo el Gobernador, Josh Green, mientras sostenía un mapa de la zona con el título “Edificios dañados en incendios en la zona Lahaina de Maui”. Se estima que el valor de los daños es de unos cinco mil 600 millones de dólares, añadió.
Los equipos con perros rastreadores habían cubierto apenas el tres por ciento de la zona de búsqueda, indicó el sábado el jefe de policía de Maui, John Pelletier.
Cuando los equipos “encuentran escenas en casas o negocios, es muy difícil para ellos porque en definitiva saben que le dirán a nuestra gente que ha habido más fallecidos. Cuento con que las cifras suban”, dijo Green.
La causa de los incendios se estaba investigando, y Green dijo que las autoridades también revisarían su respuesta al desastre. Por ejemplo, un foco se había dado por extinguido pero luego se reavivó.
En las horas previas al incendio que arrasó Lahaina, las autoridades del condado Maui no activaron las sirenas que habrían alertado a toda la población, y en lugar de eso optaron por publicaciones en redes sociales. Cortes de servicio en las redes eléctricas y de celulares complicaron aún más las comunicaciones.
Las llamas, avivadas por un verano seco y fuertes vientos de un huracán cercano, avanzaron con rapidez por zonas secas de arbustos y en un momento dado recorrieron una milla (1.6 kilómetros) por minuto, según Green.
“En definitiva, con esa clase de vientos y temperaturas de mil grados (unos 500 grados Celsius), esas imágenes que verán serán fáciles de comprender”, dijo.
La iglesia de Maria Lanakila en Lahaina se libró de las llamas que arrasaron la mayor parte de la población, pero mientras proseguían las labores de búsqueda y rescate, sus feligreses asistieron a una misa en la carretera el domingo. El reverendo Clarence “Larry” Silva, obispo de Honolulu, presidió la ceremonia.
Taufa Samisoni dijo que su tío, su tía su prima y el hijo de siete años de su prima habían aparecido muertos en un auto quemado. La esposa de Samisoni, Katalina, dijo que la familia encontraba consuelo en la referencia de Silva a la historia bíblica de cómo Pedro, discípulo de Jesús, había caminado sobre el agua y se salvó de ahogarse.
“Si Pedro puede caminar sobre el agua, nosotros podemos. Llegaremos a la orilla”, dijo con voz rota.
Durante la misa, Silva leyó un mensaje del Papa Francisco, que dijo rezar por los que habían perdido seres queridos, hogares y medios de vida. También incluyó a los trabajadores de emergencias en sus oraciones.
Mientras tanto, las autoridades en Hawai instaron a los turistas a evitar viajar a Maui, donde muchos hoteles se preparaban para alojar a personas evacuadas y personal de emergencias.
Green dijo que se ofrecerían 500 habitaciones de hotel para población local desplazada. Otras 500 habitaciones se reservarían para trabajadores de la Agencia Federal de Manejo de Emergencias (FEMA). Algunos hoteles seguirían operando con normalidad para ayudar a preservar empleos y mantener la economía local, dijo Green.
El estado quiere trabajar con Airbnb para asegurarse de que los residentes pueden acceder a viviendas en alquiler.
J.P. Mayoga, cocinero en el Westin Maui de Kaanapali, seguía preparando desayunos, comidas y cenas. Pero en lugar de huéspedes del hotel, alimentaba a los aproximadamente 200 empleados del hotel y sus familiares, instalados allí desde el martes.
Su casa y la de su padre se libraron de las llamas. Pero su novia, sus dos hijas pequeñas, su padre y otra persona de la zona se alojaban juntos en una habitación de hotel porque era más seguro que Lahaina, que quedó cubierta de residuos tóxicos.
“Todos tienen su historia y todos perdieron algo. De modo que todos pueden estar ahí para los demás, y entienden lo que ocurre en las vidas de los demás”, dijo sobre sus compañeros de trabajo en el hotel.