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Adela Navarro Bello

14/07/2021 - 12:04 am

Las corcholatas del presidente

En la cuarta transformación, los pecados públicos se olvidan y quienes los cometen también.

López Obrador. Foto: Cuartoscuro.

Primero en una reunión privada, y después en la conferencia matutina de Andrés Manuel López Obrador, en el meritito palacio nacional, en los tiempos y con los recursos del estado, el canciller Marcelo Ebrard hizo públicas sus aspiraciones a la presidencia de la República en el 2024, aprovechando que, una semana atrás, el 5 de julio, el propio mandatario López Obrador, lo destapara –en segundo lugar- como una de las personas que considera idónea para sucederlo en la silla del águila.

En efecto, Ebrard utilizó el púlpito presidencial el martes 13 de julio, para decir:

“Y si me lo permite, señor presidente, (obvio se lo permitió), tengo un comentario sobre lo que me preguntaban sobre la reunión que tuve con mis amigos y colaboradores. Muy breve diré lo siguiente, en primer lugar les dije hay que agradecerle al presidente que nos tome en cuenta; segundo lugar, faltan dos años y medios, dediquémonos a trabajar, seamos eficientes, respetemos a los demás, actuemos en función de eso, no perdamos la concentración de lo que estamos haciendo, seamos consistentes, perseverantes y leales, y por supuesto cuando se den los tiempos, se den las normas, faltan… estamos a la mitad del gobierno. Cuando eso llegue, estemos preparados para participar de acuerdo a las reglas que en su momento se darán, y eso es en esencia lo que ahí se dijo. Es verdad la información, y por eso se dijo, para que no haya especulación, esa es la posición en la que yo estoy y mis colaboradores y amigos…”.

Lo que deja claro, al decir que es la posición de sus amigos y colaboradores, que en efecto, ha iniciado una campaña por la presidencia de la República, desde la secretaría de relaciones exteriores, pues también anticipó que llegarán preparados al 2024, es decir, que se hará un trabajo previo, para, cuando se dé el momento, entrar a la contienda electoral interna de Morena, ya listos.

Claudia Sheinbaum, la primera mencionada por el presidente de la República para sucederlo, ha sido más discreta, pero no menos visible ni obvia. Muy a su mesurado estilo, ha guardado silencio público sobre la mención de López Obrador, pero ha tenido más actos públicos de gobierno para mantenerse en el escaparate.

Los dos favoritos del presidente, que fueron los dos primeros nombres que le vinieron en mente al momento de hacer su destape oficial desde Palacio Nacional, primero ella, Sheinbaum, y después él, Ebrard, tienen que ver con el colapso de la línea 12 del metro de la Ciudad de México, pero al modo de los políticos de Morena señalados por irregularidades, corrupción o actos indebidos, su memoria es corta, su cinismo abunda y el caparazón que les concede el presidente los protege de cualquier crítica.

Los dos, el que construyó la línea, y la que se supone debió darle mantenimiento, están ahora más ocupados en “preparase” para el 2024, que en enmendar la estructura del metro que costó la vida a 27 personas, facultad y obligación que el presidente López Obrador se ha adjudicado, al autonombrarse el encargado de la reconstrucción del metro, con la obra y los recursos del magnate Carlos Slim Helú, cuya empresa fue de las constructoras originales de la colapsada línea.

Pero en la cuarta transformación, los pecados públicos se olvidan y quienes los cometen también. Ahí están los hermanos incómodos del presidente, ambos recibiendo dinero en efectivo de un mismo donante, que tal parece es David León, cuando fue colaborador del gobierno de Chiapas que encabezaba Manuel Velasco, también hacía las veces de financiero de los hermanos López Obrador. A los hermanos López Obrador, las autoridades a uno (Pío), y el propio presidente a otro (Martín), los han exonerado de cualquier sospecha que pueda presentar el hecho de haber sido videograbados recibiendo dinero en efectivo, previo a las campañas del hoy presidente de la República.

Cuatro días después que su hermano Martín López Obrador fuese evidenciado recibiendo dinero en efectivo en sobres, por parte del operador de Manuel Velasco, el presidente volvió a referir el tema de sus destapes. Esta vez, amplió el abanico de posibilidades, y los calificó de corcholatas. Dijo, para darle alas a otros tantos que quieren sucederlo:

“Y esa es otra cosa, algo que me tiene tranquilo, hay muchos, mujeres y hombres para el relevo, hay muchos, todos, los que están en el gabinete, gobernadores, todos tienen posibilidad, dirigentes parlamentarios, todos tienen posibilidad, ahora sí que ya no hay tapados, yo soy el destapador, y mi corcholata favorita, va a ser la del pueblo, esa es la regla, la gente va a decidir en su momento, libre, democrática, quién debe representarnos, en lo que corresponde al movimiento progresista liberal con dimensión social, pero eso en su momento, es un equipo de trabajo”.

Y así, al estilo priísta de la pasarela política de los presidenciables, López Obrador destapó muchas botellas, y ahora México tiene un gabinete encampañado, gobernadores alebrestados, y legisladores que habían sido dejados de lado, ahora con nuevos bríos. Corcholatas, les dicen a los presidenciables de AMLO. Y todos, “con trabajo” arrancarán su campaña anticipada justo en el peor momento para los mexicanos, con un país convertido en una batalla campal del narco, con una pandemia al borde de una tercera marejada y sin una estrategia clara para reactivar la economía en uno de los momentos más difíciles de nuestra historia reciente.

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