Artes de México

REVISTA ARTES DE MÉXICO | Memoria del paladar: Ritual, arte y memoria de beber chocolate

14/07/2018 - 12:03 am

En la gastronomía mexicana, el chocolate es tan antiguo como el maíz. Ambos fueron elementales en la dieta prehispánica. Proveniente del cacao, el chocolate es un alimento que ha despertado los sentidos desde tiempos de la mítica Aztlán. El número Chocolate III. Ritual, Arte y Memoria de la revista Artes de México es el último de una serie de ediciones dedicadas a explorar la historia, consumo y usos del chocolate en la cultura popular mexicana. En contraste con los números anteriores, donde se estudió el cacao en Mesoamérica (Chocolate: Cultivo y Cultura del México Antiguo) y su mestizaje en tiempos novohispanos (Chocolate: Mística y Mestizaje), este ejemplar nos ofrece, como lo afirma Margarita de Orellana, una caja de saberes.

Por María de los Ángeles Magaña Santiago

Ciudad de México, 14 de julio (SinEmbargo).- En esta edición, Salvador Reyes, experto en estudios mesoamericanos, nos invita a conocer el papel que jugó el cacao en la alimentación nahua, desde su consumo exclusivo por los nobles, así como sus propiedades sagradas a las que sólo sacerdotes y guerreros podían acceder. Reyes afirma que Cuauhcóatl, historiador mexica, afirmó que fue Aztlán la ciudad que legó el consumo del cacao en Mesoamérica. Cuauhcóatl, anota Reyes, llegó a afirmar que el cacao fue tan adictivo que “se convirtió en una comida pesada que los echaba a perder y los corrompía”. El Hombre cacao de Xochicalco, de acuerdo con la antropóloga Anahí Luna, es la figura de un hombre envuelto en lianas de cacao llamado “El Creador”. El cacao, como reactivo de las relaciones políticas, estéticas y creativas, dota de significado a la pieza.

En el mestizaje gastronómico, el cacao tuvo un lugar especial como bebida para pócimas y hechicerías. Así lo describe la historiadora Martha Few quien nos lleva de la mano por el lado prohibido y seductor del chocolate. Los españoles tomaron gusto por el chocolate y lo mezclaron con vainilla y azúcar para integrarlo en su dieta. De esta forma, Few explica que sus propiedades también eran curativas y que, al mismo tiempo, se usaba para hechicerías. Pronto, el chocolate, como la mujer, fue relacionado con el pecado: su consumo y uso tenían connotaciones sexuales encaminadas a “conquistar a un hombre”. La historiadora nos muestra, en archivos de la Inquisición, elementos deslumbrantes, complejos y curiosos sobre el perfil erótico del cacao.

Caballero y dama bebiendo chocolate: Caballero y dama bebiendo chocolate. D.R.:copyright:ARS / Biblioteca Pierpoint Morgan, en Artes de México. Chocolate III. Ritual, arte y memoria, 2013.

Si en Nueva España el chocolate se utilizaba para estos propósitos, los pueblos mayas de Guatemala y Honduras empleaban el cacao como parte del ritual “traída del invierno”, así lo explican Nikoli Grube, Michael Heinrich y Johanna Kufer. Los especialistas en etnobotánica y epigrafía maya lo nombran “cacao chortí”, ya que los mayas chortíes que habitaban las zonas centroamericanas lo utilizaban para elaborar bebidas en festejos y ceremonias, cuyas preparación dependía de la temperatura. Incluso, las temperaturas definían los efectos y consecuencias en el cuerpo humano como el parto o la abstención sexual.

En cuanto al poder afrodisiaco del chocolate, Jorge Betanzos, escritor y poeta, revisa diversos textos en los que el chocolate figura como protagonista de las cortes europeas Betanzos enuncia el gusto popular del chocolate por parte de la clase española, así como su prohibición para las damas durante las misas.

Cortés cena con los enviados de Moctezuma: Cortés cena con los enviados de Moctezuma, ca. 1680-1700. D.R.:copyright:Museo de América, Madrid, en Artes de México. Chocolate III. Ritual, arte y memoria, 2013.

El texto del escritor y editor José Luis Trueba Lara nos transporta a tiempos decimonónicos donde encontramos a un rival del chocolate y su llegada al incipiente estado mexicano: el café. Mientras que en Europa “la bebida de Quetzalcóatl” se convertía en el elixir de la sociedad francesa y española, en las nuevas tierras borbónicas el chocolate dejó de ser tan popular porque generaba sueño y pesadez, mientras que el café despertaba el ingenio y llenaba de alegría. De esta forma, las cafeterías comenzaron a instalarse en México y se convirtieron en centros de reunión exclusivos para caballeros.

Mujer cosechando cacao: Mujer cosechando cacao. Tarjeta postal. Sri Lanka, ca. 1910. D.R.:copyright:ARS / Kharbine-Tapabor, en Artes de México. Chocolate III. Ritual, arte y memoria, 2013.

El poeta Rafael Vargas y la escritora Guadalupe Loaeza dejan de lado los datos históricos y se adentran en el deleite de esta bebida que ha causado un sinfín de emociones contrariadas a través de los tiempos. Vargas retoma su uso en la cotidianidad mexicana a través de crónicas y poemas: José Juan Tablada escribió versos sobre la cocina mexicana y llegó a calificar al chocolate como habitual después de las misas y parte de los banquetes de una boda; Alfonso Reyes, en sus memorias, se refería al chocolate como una “bebida fría y amarga”. Loaeza, a través de sus dulces memorias, invita al lector a recordar el chocolate como una golosina que describe con un sabor a gloria y que la regresa a vivencias de su niñez, donde los protagonistas eran chocolates como Turín, La vaquita o Carlos V.

Ritual, arte y memoria son las tres palabras que definen el número 110 de Artes de México y con él recordamos que el chocolate está en la memoria de nuestro paladar como el alimento que ha dulcificado nuestras vidas. Las ediciones de Artes de México dedicadas al chocolate son: Chocolate. Cultivo y cultura del México antiguo, Chocolate II. Mística y mestizaje y Chocolate III. Ritual, arte y memoria. Estas ediciones pueden adquirirse en https://catalogo.artesdemexico.com/

 

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